𝟐𝟐

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La mañana se pintaba de un sombrío gris; Hacia tres días que había estado lloviendo como si el cielo se estuviera derrumbando sobre nosotras .No había demasiado que hacer, de hecho no había nada que hacer aquí dentro, todo lo que implicara algo electrónico—y por ende—significara estar en contacto con el mundo exterior, me ponía de los nervios.

Yo estaba bien, ver y estar con Lisa me era más que suficiente.

Pero ella se estaba empezando a desesperar y a ponerme de mal humor con sus quejas.

—Ya te dije que no—respondí firme—No podemos salir. ¿No ves que llueve?.

La lluvia era tal que el golpeteo del agua contra las ventanas producía un molesto sonido, haciendo que nuestras voces se elevaran para poder escucharnos con mayor claridad.

—Eso no importa—soltó un suspiro—Mis defensas son altas no voy a enfermarme—pronunció con cierto tono orgulloso—Solo será un momento. Quiero tomar unas cuantas fotografías.

—¿Y que pasa si lo haces? —me volví hacia ella. No entendía su insistencia en el tema—Puedes esperar a que dejé de llover.

Lisa se encogió de hombros. ¿De verdad no veía la intensidad de la lluvia?...o es que acaso planeaba algo más.

Tal vez...

—¿Es eso lo que quieres? —entorne los ojos—¿Enfermarte para que luego vayamos a un hospital?

Me sostuvo la mirada por unos cuantos segundos hasta que la desvió a otro sitio. ¿Era lo que quería?. ¿Habíamos vuelto al inicio de todo?.

—No es así—explico—Solo quería salir un rato, es un poco aburrido estar todo el día aquí.

Asentí poniéndome de pie. Sabía que tenía cierta razón, pero aún así lograba molestarme ligeramente. 

—Así que te aburres de mi —murmuré

—Yo no dije eso—rodó sus ojos—Eres un poco dramática. ¿Sabes?.

Llegué a su lado y la estudie por mucho tiempo. Mi mirada la estaba poniendo nerviosa ya que evitaba mirarme a mi y sus dedos jugaban con la tela de su playera.

—Fue eso lo que dijiste.

—No—me miró—No es así.

Sin más, se movió de sitio hasta desaparecer de mi vista. ¿Estaba evitándome?. La seguí hasta la cocina, donde se posiciono cerca del mostrador y empezó a darle volumen a la radio.

—¿Qué te sucede, Lisa? —intente que mi tono no saliera muy tosco, realmente no quería volver a discutir con ella. Todo estaba muy bien hasta entonces.

—Nada—respondió automáticamente, girándose algo asustada por mi presencia.

Tome su misma posición en el mostrador y la observe. Parecía algo nerviosa: sus torpes dedos se apresuraban a bajar el volumen de la radio, hasta volverlo nada.

¿Por qué de repente empezó a bajarle cuando segundos atrás hacia lo contrario?.

Algo pasaba.

Cuando acabó, intento pasar por mi lado pero la atraje hasta mi, llevando mis manos a su cintura. Estire un brazo y volví a darle volumen a la radio, con la mirada fija en ella.

Como es costumbre a esta hora, estamos aquí con nuestros invitados—la voz del hombre de la radio resonó por todo el lugar.

 ¿Un programa radial?. ¿Que había de especial en eso?

𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 ❬ 𝐉𝐄𝐍𝐋𝐈𝐒𝐀 ❭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora