𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 ❬ 𝐉𝐄𝐍𝐋𝐈𝐒𝐀 ❭

𝟑𝟏

Pov Jennie

Miraba embelesada a Lisa, no podía hacer nada más que no fuera mirarla y mirarla. Su belleza había incrementado en estos cinco años y la respiración se me entrecortaba al momento en que sus ojos se encontraban con los míos. ¿Eres real?, me encontré susurrándole, pero pareció no escucharme, de todas maneras el comentario era estúpido. Lisa era real, tan real como yo y no volvería a haber otra Lisa en cien, quinientos o diez mil millones de años.

Ella existía ahora y ahora era mía, lo sería hasta el día en que muera, pero la muerte no me aterraba si lo último que miraría fuera su bonito rostro.

Tuve la ligera impresión de que estaba soñando. No me sorprendería despertar en mi habitación en Seúl y darme cuenta que todo había sido producto de mi imaginación. Toqué la piel de su mano, sintiendo la suavidad, grabándome la sensación hiperrealista en mi memoria. No, no podía ser un sueño, los sueños no se sentían así.

Me aferré con más fuerza a su brazo cuando pasábamos por las estrechas puertas giratorias del edificio en el que vivía. Saludó al hombre de seguridad con un leve asentimiento de cabeza y nos dirigimos al ascensor.

—Podía venir sola—susurró, su voz era apagada pero sin llegar a ser fría—No voy a ir a ningún lado si eso es lo que te preocupa.

Negué automáticamente. Estaba loca si creía que la dejaría venir sola a su departamento.

—No sé si esa...—vacile un momento tratando de elegir la palabra correcta—chica aún sigue allí. Te dije que no quiero que vuelvas a tener ningún contacto con ella.

Solo de recordarla mi cuerpo era invadido por oleadas de rabia. Al cerrar los ojos, aún podía proyectar su rostro y la forma tan cínica en que dijo "amor", "soy su novia". Desearía con todo mi ser hacerla pagar por atreverse a mirar lo que era mío, pero era lo único que podía utilizar para chantajear a Lisa en estos momentos. Al menos por ahora, haría que todo volviera a como estaba antes. Donde solo eramos ella y yo, el mundo apenas formaba parte de nuestra escena.

—Son las siete—guardó silencio unos segundos—ya debió irse hace mucho.

—¿Y si no?.

Lisa ladeó su cabeza y me miró.

—Debió irse—afirmó una vez más.

—¿Y si no?—volví a preguntar.

Sus ojos parecieron desafiarme por un momento, luego miró a otro sitio y suspiró derrotada. Las puertas metálicas se abrieron indicándonos la llegada al piso seis. Caminamos un par de minutos hasta dar con su habitación.

—¿Cómo me encontraste?—abrió la puerta de su casa y pase detrás de ella.

—¿En serio lo preguntas?.

La vi asentir lentamente. Sabía que al menos debía suponer que fue por su vídeo, tal vez solo quería que lo dijera en voz alta.

—Tú vídeo, por cierto bailas genial. Antes no lo sabías, ¿lo recuerdas?—reí bajo mientras posaba mi mirada en cada detalle de su departamento. Tenía algunos cuadros colgados en las paredes, parecían ser fotografías enmarcadas—¿Las tomaste tú?.

—Mi vídeo...—enmudeció unos segundos en los que parecía pensativa—Si, yo las tome. Me gusta la fotografía.

—Son increíbles...—dije con asombro al tiempo en que las admiraba, definitivamente Lisa tenía más de un talento oculto.

Fue hasta su dormitorio y la seguí. Mi cuerpo se tenso al verla sujetar un bate con una pequeña firma unos dos centímetros arriba de la empuñadura, al notar mi reacción frunció el ceño.