𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 ❬ 𝐉𝐄𝐍𝐋𝐈𝐒𝐀 ❭

𝟐𝟗

15 de abril de 2025

POV Jennie.

La escuchaba hablar sobre ese vestido versace que traía puesto y en lo increíblemente caro que era y solo podía pensar en una cosa; cállate ya.

Mi problema no era que estuviera hablando de vestidos versace, saint laurent o chanel, mi problema era su irritante voz que se colaba atreves de mi médula y hacia un corto circuito.

—¿Otro trago? —pregunto, mirando la botella de whisky que tenia a un lado y de la cual se había encargado de beber casi la mitad ella sola.

La miré con indiferencia tratando de transmitirle mis pensamientos.

—No, creo que ya fue suficiente.

—¿Qué?, pero si no has bebido casi nada.

Hubo un silencio incomodo entre nosotras por varios minutos. Estuve apunto de decirle que se marchara cuando su mano alcanzo la mía y empezó a hacer lentos círculos sobre mi piel.

—Jennie—susurró, pero se escucho más como un jadeo ahogado que cualquier otra cosa.

Observe atenta como su mano ascendía de forma pausada por mi brazo y luego volvía a bajar, repitiendo el proceso varias veces. La seguí con la mirada, viéndola levantarse de la silla y llegar a mi lado. Se inclino un poco y empezó a besarme de manera desesperada.

Intenté seguirle el beso, concentrarme en ello, intente llevar mis manos al cierre de su vestido y bajarlo, pero simplemente no pude.

Gruñí de frustración y la aleje de mí dándole un leve empujón.

—No puedo.

—¿Qué?, ¿Por qué?

Quiso volver a besarme pero antes corrí mi rostro.

—Te dije que no—tome una profunda respiración y me levante de la silla—Mira, Hanna—pasé una mano por mi cabello, tratando de decirle de la manera más natural y a la vez directa posible—Estoy enamorada de otra persona. Esto jamás funcionará. ¿De acuerdo?.

Ella frunció el ceño ¿confundida?, ¿dolida?, no sabia como explicar la mueca en su rostro.

—Oh...—miró hacia un punto lejano—Pensé que estábamos saliendo.

—No, no fue así. Literalmente te invitaste sola a mi casa.

Suspiré cansada al recordar como hace rato interrumpió mi sueño.

Asintió en silencio y vacilo un poco antes de volver a hablar.

—Me tengo que ir.

Esta vez fue mi turno de asentir.

Gracias, dios, gracias, no vuelvas por favor.

Le dije con la mirada o eso esperaba que hubiera entendido.

—Usaré tu baño antes.

—Bien—le respondí mientras me daba la vuelta encaminándome hasta mi habitación, una vez allí me dejé caer en la superficie de la cama.

Quise borrar la sensación de sus labios contra los míos pasando el dorso de mi mano por ellos.

No podía besar a alguien más que no fuera ella.

No quería hacerlo.

En el momento en que cerré los ojos, la imagen de Lisa acudió rápidamente a mis pensamientos. Recordé la suavidad de su piel contra la mía, sus ojos avellanas mirándome con una profundidad incalculable, sus labios gimiendo mi nombre.