𝟐𝟑

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Era increíble como un pequeño problema podía hacerme dar miles de vueltas para lograr encontrar la mejor solución. Siempre había sido muy analista y detallista, creí pensar en todo y el que Wonho me hubiera enviado un mensaje de texto hace algunos minutos, avisándome que se iría a la ciudad por poco más de una semana ya que tuvo unos problemas y los tenia que resolver, no era uno de ellos. No podía obligarlo a quedarse. Tenía una vida y sus propios problemas dentro de ella, ya había hecho demasiado por mi. Pero, solo podía pensar en una cosa; debía salir a comprar comida pronto y Lisa se quedaría sola, sin nadie que la vigilara. Claro que ella no sabia eso pero la preocupación estaba allí, lentamente adueñándose de todos mis sentidos. 

¿Justo tenia que pasar cuando escuchó ese ridículo discurso de sus padres?.

Lleve las manos a mis sienes, haciendo leves movimientos circulares. Al final si logro preocuparme más de lo debido ese tonto incidente. ¿Confiaba en ella?. Se podía decir que a medias, pero no podía simplemente dejar que eso me cegara por completo. Debía pensar en todas las posibilidades que había.

—¿Estás bien? —Lisa entró a la habitación—Llevas aquí mucho tiempo.

Tomé la sabana y la abrí, invitándola a acostarse junto a mi. Necesitaba de ella para olvidar este asunto.

—Estaré bien cuando vengas conmigo.

Sus labios se curvaron en una tierna sonrisa. Avanzó unos cuantos pasos hasta dar con la cama y adentrarse en ella.

—Me gusta cuando eres linda.

—¿Mmm? —ladee la cabeza.

—Cuando dices cosas lindas—aclaró.

—Puedo ser la persona más cursi si se trata de ti—la tomé del cuello y la atraje hacia mi.

Sus labios me recibieron ansiosos; en un tierno y dulce beso al principio pero que repentinamente cambio de ritmo . Mis propios labios exigían más que solo un rose, tornándolo así en uno más desesperado. ¿Hacia cuanto que no la besaba? Parecían haber pasado días.

Me separe de ella unos instantes solo para observarla de cerca. Tenía los ojos cerrados, sus facciones relajadas y su cálida respiración chocaba contra la mía.

¿Por qué eres tan malditamente hermosa, Lisa?

Bajé lentamente las manos hasta dar con el borde de su camiseta. No se la arranque, como lo hubiera hecho otras veces. Esta vez adentre ambas manos, tocando la suavidad de su piel caliente. Gemí al comprobar que no llevaba puesto el sujetador. Las subí un poco más hasta acunarlas en sus senos. En ese momento abrió los ojos, levemente oscurecidos por la atmósfera cálida que habíamos creado.

Empezó a empujarme lentamente hasta que mi espalda toco la cama. Busqué sus labios con ansias una vez más y apreté mis manos contra su piel sensible. Volví a tomar el borde de su camiseta y la eleve hasta casi la altura de su cuello. Podía sentir sus senos traspasar la tela de mi playera y sus pezones endurecidos tocándose con los míos. Era una sensación indescriptible, podía venirme solo haciendo esto. 

Quise tomar su cintura para darle la vuelta y quedar sobre ella pero me lo impidió con un leve gruñido. Reí sobre sus labios antes de bajar a su cuello, dándole besos húmedos y algunos mordiscos.

Adoraba marcar su pálida piel con mis besos. Cada vez que la veía solo podía pensar que yo fui la causante de ello.

 La sentía de mi propiedad.

De hecho, lo era.

. . .

El momento había llegado, después de hacer por más de tres horas el amor con Lisa, tenia que volver a la realidad y afrontar el problema. La miré una vez más; estaba dormida, sus labios entre abiertos y su cabello alborotado esparcido por la almohada. Quería volver a estar a su lado y no alejarme durante todo el resto del día.

𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 ❬ 𝐉𝐄𝐍𝐋𝐈𝐒𝐀 ❭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora