𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 ❬ 𝐉𝐄𝐍𝐋𝐈𝐒𝐀 ❭

𝟑𝟕

Pov Lisa.

—¡Muestra la maldita llamada, Lalisa!—me grito Bobby al borde de un ataque de ira—Estoy cansado de esta mierda. ¿Qué quieres hacer?—avanzo hacía mi y se detuvo solo a un metro de distancia—¿Para que iniciaste el juicio si no es para encerrarla?—paso una mano por su sedoso cabello y suspiró con fuerza—No te entiendo. Juro por dios que no te entiendo. Me contratas vienes y me dices que tienes como acabar con ella, escucho la llamada y es perfecta. Justo lo que necesitamos y luego, luego simplemente la ocultas.

—Estoy...estoy pensando—dije, con voz temblorosa.

Inicié un juicio contra Jennie porque estaba aterrada. Aterrada por el hecho de que nunca podría deshacerme de ella. De que siempre fuera un fantasma siguiendo todos mis pasos sin que yo lo supiera. Cuando me enteré de que había dejado el arma con la que asesino a JB en la escena del crimen— por alguna extraña razón—creí que tendría alguna de sus huellas y esto habría terminado rápidamente.

Qué equivocada que estaba.

No había nada contra Jennie.

Había dado el primer paso pero no quería dar el último.

¿Por qué?.

Oh, si pudiera saberlo, si pudiera alinear todos mis pensamientos y actitudes. Pensar con claridad un segundo, tal vez así obtuviera las respuestas para mí atormentada mente y poder actuar de la manera en que quiero. Si Bobby no estuviera gritándome ahora mismo hubiera pegado la cabeza contra la pared, hasta conseguir algo de cordura.

—Me tengo que ir—le dije con urgencia y me di la vuelta tan rápido como pude, alejándome de él, de Jennie y de todos.

—¡Huye, Lalisa!. Es lo único que sabes hacer—fue lo último que es escuché de su boca, antes de que se perdiera con las voces de los transeúntes.

Al llegar a mi casa me eche a llorar en el piso de la sala. Quería llamar a alguien, pero, ¿a quién iba a llamar?.

Había terminado con Lia justo antes de iniciar el juicio. Me di de cuenta de que nunca la quise, solo—y aunque suene cruel—la usaba para llenar el vacío de mi corazón. Ten y Jackson habían dejado de hablarme instantáneamente después de eso. En realidad no eran mis amigos, eran suyos.

Mis padres y Kumpimuk no sabían sobre la llamada. Solo me ejercían presión con respecto al juicio.

Estaba sola, tan sola como nunca antes lo había estado antes. Ni siquiera las ofertas de trabajo podían hacerme feliz o mantenerme distraída de lo estúpidamente miserable que se había vuelto mi vida.

Necesitaba...tal vez...hablar con Jennie.

—Jennie—susurre y sentí el sabor familiar de su nombre en mi boca, dulce y amargo a la vez.

Me apoye de la pared hasta ponerme de pie. Caminé a trompicones hacia el teléfono y marqué su número.

¿Tendrá el mismo de antes?

Tal vez...

—¿Hola?—respondió una voz femenina del otro lado.

No era su voz. Nunca podría confundir su voz. Lamí mis labios y tragué en seco. Pudo haber cambiado de número. Puede ser cualquier otra persona que no conozca. Me acerque más al teléfono, hasta el punto de escuchar la respiración ajena del otro lado de la línea.

La parte aún racional de cerebro me decía que lo dejara, que colgara y que olvidará a Jennie de una buena vez.

La otra parte me decía que la dueña de la voz era la mujer con quién la vi ayer en el juicio.