𝟐𝟔

9.2K 931 864
                                        


Un ruido seco que provino de alguna parte me hizo despertar de golpe. De inmediato note tres cosas: Jennie no estaba conmigo, tenía puesta mi ropa interior y continuaba esposada.

Jadee de frustración al querer liberarme tirando de las esposas con fuerza. ¿Cuánto más estaría así? Era malditamente incomodo.

Con mucho esfuerzo empecé a moverlas de lugar, hasta que las fui subiendo poco a poco y logre sentarme en la cama. Seguía apresada pero esta posición era mucho mejor.

En el aire podía oler el aroma a cigarrillo, lo que me indicaba que Jennie se había marchado hacia poco. Nunca la había visto fumar antes ¿Era un nuevo habito suyo?. Tal vez lo hacia con más frecuencia de la que pensaba, solo que no me daba cuenta.

Suspiré al recordar lo que había pasado; Sus manos tocando y sus labios besando toda mi piel. Si me esforzaba un poco aún podía sentir mi cuerpo hormigueando por sus caricias, incluso podía jurar que tenia chupetones por todos lados.

Mis recuerdos se detuvieron al escuchar pasos aproximándose. Jennie apareció  usando solo una bata blanca que permitía ver el inicio de sus senos y sus increíbles piernas tonificadas.

Aparte mi atención de ellas y la miré a los ojos mientras se acercaba. Su mirada felina me atravesaba, casi como un fino cuchillo, lenta y dolorosamente, pero al mismo tiempo me atraía como la luz a las polillas en una noche oscura. 

Extraño, lo sé.

Pude notar el destello de un metal en una de sus manos. Me emocione de forma inmediata y sin darme cuenta mis pensamientos salieron en voz alta.

—¿Vas a liberarme?.

—Solo para que te des un baño—corrigió—Luego volverás aquí.

—No me gusta estar—

—Esposada, ya me lo has dicho—termino la frase—Pero no me importa, así que seguirás estándolo—su tono era algo frío pero sin llegar a parecer molesta—Supongo que te desperté, discúlpame.

Ahora me lo había dicho en un tono más cálido. No entendía sus cambios de humor repentinos, nunca sabia que esperar de su parte.

Escuché un clic y bajé mis manos masajeando mis muñecas. Estaban algo rojas gracias a la fuerza que utilizaba al forcejear.

—Vas a lastimarte si continuas haciendo eso— las alcanzo y después las acerco a su rostro, mirándolas con cuidado —No lo vuelvas a hacer—susurró con cariño.

Asentí dándole la razón, aunque sabia que lo volvería a hacer.

Me sorprendí al sentir sus cálidos labios repartiendo besos por todas las zonas rojas. Mi corazón se agito ante lo dulce de la escena.

—Por favor, no lo hagas más—les dio un ultimo beso antes de ayudarme a levantarme de la cama.

Sus ojos se oscurecieron al pasarlos por mi cuerpo. Recordé que estaba casi desnuda delante de ella. Sentí la vergüenza recorrerme, incluso si pareciera ridículo a este punto en que habíamos llegado. Jennie me llevo consigo al cuarto de baño y antes de que pudiera hacer o decir algo empezó a desvestirme, en tan solo segundos me encontraba completamente desnuda.

Mis mejillas ardieron al verla mirarme de la forma en que lo hacia. Movió la cabeza a un costado dándome a entender que me metiera a la ducha, así lo hice, después la escuché maldecir en voz baja y suspirar con pesadez.

—Voy a dejarte ropa en el lavado, estaré afuera—se marchó cerrando la puerta con suavidad.

Pasé cerca de media hora duchándome y otros diez minutos vistiéndome, no quería regresar a la habitación porque sabía que volvería a estar esposada, pero tenia que hacerlo ya había pasado demasiado tiempo.

𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 ❬ 𝐉𝐄𝐍𝐋𝐈𝐒𝐀 ❭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora