𝟑𝟖

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Pov Jennie.

Tenía un molestoso tic tac en mi cabeza por cada segundo que pasaba.  Mis manos se sentían pesadas incluso si solo sostenía una inyectadora.

Divisé a Wonho salir de la cocina y avanzar a la sala. No captó mi presencia detrás de él, así que lo hice rápido; clavé la aguja en su brazo y le inyecte el líquido.

—¡Maldición!—dio un salto justo después de que me alejara muy rápido—¿Qué? ¿Qué era eso, Jennie?—sus ojos me enfocaron con inquietud y segundos después su cuerpo se desplomó en el suelo.

—Funciona—sonrie de lado—Lo siento—mire a Wonho de reojo sintiéndome mal por él.

Si pudiera moverlo hasta la cama lo haría, pero su cuerpo era demasiado pesado incluso para pensar en la posibilidad de hacerlo.

Fui hasta la cocina y tiré la inyectadora en el bote de basura. Mis ojos se alzaron hasta el frasco con el líquido que había utilizado para dormir a Wonho. Lo había comprado está mañana por internet. La facilidad de obtener estas cosas era impresionante.

Ahora solo tenía que ver a Lisa. Sabía que me había llamado la noche del último juicio de septiembre. Dejé mi teléfono cargándose en mi habitación y Irene respondió la llamada. Intuí que era ella, así que le devolví la llamada al día siguiente, pero no respondió. Supuse que había olvidado el teléfono en algún lugar y la llamé a la compañía de baile. Actúe un poco, solo un poco, quería derribar sus murallas y que se apiadará de mi de alguna manera.

Pareció no funcionar.

Así que tenía que actuar yo, como siempre.

No podía esperar, si lo hacía probablemente terminaría en prisión. No me quedaba mucho tiempo, solo faltaban cuatro días para octubre, cuatro días para el último juicio.

Una cosa era suponer que la había perdido para siempre y otra muy distinta era perderla para siempre.

Tomé el frasco con el líquido, otra inyectadora y metí todo en mi bolso. Pasé las manos por mi cabello y respiré hondo.

Iría a verla, intentar hablar con ella. Tal vez irnos de aquí, a otro país. Ni siquiera sabía las palabras concretas que le diría. La conversación fluiría en el momento... ¿A quién engaño?, lo único que realmente quería era verla de cerca.  Poder admirar su belleza hipnotizante y su linda sonrisa. Tocarla, besarla....

Si las cosas salían bien entonces no utilizaría el suero. Si las cosas salían mal, había comprado una residencia con un gran sótano en buhoko, una pequeña ciudad en Tailandia dónde no habitaba casi nadie. La retendría ahí conmigo, al menos hasta que logrará convencerme de que no se iría de mi lado.

Mi sangre hervía ante la anticipación de nuestro encuentro. ¿Qué expresión pondrá al verme?. ¿Me sonreiría? ¿O tal vez me miraría serena? Como siempre lo hace cada que nuestras miradas se conectan en los juicios.

Justo cuando tenía el pomo de la puerta en mis manos alguien llamó del otro lado, golpeando con sus nudillos.

Miré por la mirilla y me sentí desfallecer.

Lisa estaba ahí, del otro lado. Mordiéndose el labio inferior con nerviosismo.

Me sorprendió tanto y me sentí tan ansiosa que no pude controlar a mi cuerpo. Abrí la puerta y me lance sobre ella, abrazándola fuertemente entre mis brazos.

Lisa se tambaleó llevándome consigo hasta la pared contraría.

Su aroma, su calor, su cabello acariciandome el rostro. Sentí el corazón latiéndome tan fuerte que hacía vibrar todo mi cuerpo.

𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐀 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍 ❬ 𝐉𝐄𝐍𝐋𝐈𝐒𝐀 ❭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora