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Llegué a casa y respiré con alivio al ver que mi padre había abandonado la habitación de huéspedes. Entré a la mía y sentí que hacía más frío de lo común, que no olía a hogar, que algo importante faltaba. No había imaginado el efecto que podría tener sobre mi rutina vivir una semana con Baekhyun. Pasé el domingo haciendo tarea y bajé para la cena. Mamá no estaba y sentía que hacía un siglo que no la veía, gracias a su ausencia durante la visita de papá. La extrañaba y eso me ponía sensible.

Mi última noche junto a Baekhyun había sido rara. Cuando nos fuimos a acostar, seguíamos tensos de la pequeña discusión en torno a mis celos, pero no estábamos de ánimo para sostener una postura de confrontación. Mi cuerpo buscó por reflejo el de Baekhyun y él respondió de inmediato al abrazo. Así nos dormimos. Sin embargo, a la mañana ni siquiera me acompañó hasta la puerta. Necesitaba que mamá me diera un abrazo y me dijera que todo iba a estar bien. En cambio, me encontré con Youngsoo.

—Pensé que no bajarías —dijo—. ¿Quieres cenar? —preguntó, aunque ya me estaba sirviendo.

Me senté frente a él y comí en silencio. Al menos había recuperado el silencio. Con Baekhyun no había espacio para eso.

—¿No estás feliz de que papá se fuera? —preguntó Youngsoo—. ¿O fue demasiado duro separarte de tu novio?

El arroz se fue por el camino equivocado y me dio tos.

—¿Por qué sigues molestando con eso? —le reclamé, limpiándome con una servilleta.

—Deberías agradecerme por mantenerlo en secreto de papá.

—Youngsoo —lo llamé en tono de advertencia.

—Kyung, no soy yo el que le ve algo malo. ¿Quieres formalizar? ¿Irte a vivir con él? Puedo conseguirte un trabajo.

La broma se estaba extendiendo demasiado. En cierto punto ya no lo escuchaba, solo me enojaba más y más. Hasta que me di cuenta que, por una vez en su vida, Youngsoo estaba serio.

—¿Qué? —preguntó al ver que lo miraba en silencio.

—Debo estar alucinando. —Sacudí la cabeza.

—Ey, hablo en serio —dijo de forma cortante, imponiendo su voz grave y fuerte, la que generalmente no sacaba a relucir—. Me divierte hacerte bullying, pero eres mi hermanito. Aceptaré lo que seas y a quien quieras. Y te cubriré si es necesario.

Solté los cubiertos y bajé la mirada avergonzado.

—No esperaba esto —admití.

—¿Realmente crees que soy tan malo?

—Un poco.

—No me obligues a decir cosas cursis, sabes que no es lo mío.

Mis ojos se empañaron y la nariz me picó. Mi pecho se sintió muy liviano. Youngsoo me quitó una carga que no sabía que tenía.

—Creo que te quiero, después de todo.

—No mientas —masculló, dándome un golpe en la coronilla.

Me reí mientras algunas lágrimas se escapaban hacia abajo. Era un desastre, ya no podía contenerlo.

—Aún creo que saliste defectuoso y que debo ser el favorito de mamá —dije, secándome los párpados con los dedos.

Continuamos comiendo y discutiendo sobre tonterías. Volvió a burlarse de mí, pero ya no me importó de la misma manera. Me pregunté si Baekhyun había revelado su identidad a algún miembro de su familia y si había sentido este alivio. No lucía como si tuviera la confianza suficiente con sus padres para que ellos lo supieran y no me había mencionado a nadie más. En ese momento comprendí lo importantes que eran Seulgi y Suho para él. Necesitaba ver a Jongdae. Ahora sabía por qué me sentía tan celoso.

AndróginoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora