Muchos estudiantes salían de la universidad al término de sus materias del día. Sabía que, como ellos, ahí concluían las clases de Kyungsoo ese día, así que lo estaba esperando junto a la entrada mientras escuchaba música. Él no sabía, así que tenía que interceptarlo. Me distraje con un corgi muy parecido a Mongryong que pasó por la calle y cuando miré de nuevo hacia la puerta principal, Kyungsoo ya estaba casi delante de mí, distraído con su móvil. Probablemente escribiéndome. Bueno, no a mí; a Minha.
—¡Ey! —dije sujetándolo de los hombros por detrás.
Dio un respingo y soltó una maldición.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, como si supiera mi horario, el de Baekhyun. No tenía clases ese día.
—Te estaba esperando. ¿Quieres hacer algo?
—¿No tienes otros amigos? —preguntó con una sonrisa burlona.
—Mis otros amigos no tienen una colección impresionante de videojuegos —respondí, acomodándome la mochila sobre el hombro.
—Así que no estás aquí por mí, sino por mi consola.
Sonreí y asentí.
—De todos modos, no soy alguien de amigos. Los cuento con una sola mano. —Le enseñé la palma abierta, para mostrarle mi punto.
—No te creo... ¿Qué hay de ese chico del grupo de baile, el que hará de chica?
—¿Sehun? No somos cercanos.
Me miró con sorpresa. Realmente creía que yo era sociable. Eso me halagaba, pero nada más alejado de la realidad.
Nos dirigimos de forma automática a la parada del bus que iba a su casa, aunque él en ningún momento hubiese verbalizado un asentimiento. Era irónico lo fácil y natural que fluía la conversación cuando unos meses atrás ni siquiera podía decirle hola. ¿Por qué había tenido que construir toda esa farsa para ser capaz de llegar a ese punto básico? Debía ir a terapia.
Cuando llegamos, saludé a la perra como siempre, mientras Kyungsoo abría la puerta. Luego entré sin esperar indicaciones y dejé mis cosas junto a la entrada; ya empezaba a sentirme familiarizado con la casa. Estaba vacía, así que me sentí libre de ser informal. Kyungsoo dijo que tomara lo que quisiera de la cocina y escaneé el contenido del refrigerador sin vergüenza. Había un pack de latas de cerveza y tomé dos. Cuando me di vuelta, con una sonrisa pícara, y le alcancé una, hizo una mueca de reprobación, pero la aceptó de todos modos y subimos a su habitación. Estaba un poco más desordenada que otras veces. Por primera vez sentí que era realmente humano y no un ángel caído. Nos sentamos en el suelo, abrimos nuestras latas y brindamos antes de tomar un trago largo cada uno. Me pasó el juego de la última vez, pero sacudí la cabeza.
—Quiero que juguemos juntos —dije.
Luego de pensarlo, hizo una selección de juegos que podíamos jugar de a dos y me los mostró para que eligiera. Cerré los ojos y tomé uno al azar. Era en equipo y eso me entusiasmó porque ambos éramos grandes conocedores. Otra prueba de nuestra química. Hacíamos un dúo invencible. Si practicábamos un poco, seríamos capaces de participar en competencias con otros jugadores avanzados y romper récords.
—Escuché que Minha pasará nuestro cumpleaños contigo. ¿Ya tienes el regalo? —pregunté curioso mientras aniquilaba a un enemigo que estaba por atacarlo por la espalda.
—No, pensé que ibas a ayudarme.
—Ya estuve pensando —admití—. Como es el primer cumpleaños que pasan juntos y hace poco que salen, creo que Minha apreciaría mucho si planearas algo grande para hacer ese día. Como una cita especial.
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Andrógino
FanfictionDeseaba tanto acercarse a su crush sin importar el medio que terminó atrapado en su propia trampa. Irónicamente, la trampa es su cuerpo. Extensión: longfic Portada: @killed7