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Escuchaba, amortiguado, el sonido de la loza al golpearse. Me parecía raro porque en casa no llegaba el ruido de la cocina hasta mi habitación. Abrí los ojos y me encontré con el rostro de Baekhyun, sumergido en las sombras. Tenía los labios abultados, la mejilla aplastada contra su brazo y los párpados cerrados. La voz de Jongdae resonó en mis pensamientos diciendo "lindo". Suspiré y me acosté sobre mi espalda. La ventana, junto a la estantería a mi lado, estaba cubierta por una cortina beige grisáceo bastante oscuro, disminuyendo la intensidad de la luz que entraba. Me planteé cerrar los ojos de nuevo y dormir un rato más, pero justo en ese momento, Baekhyun respiró hondo y se dio vuelta, dándome la espalda, y arrastró consigo toda la sábana, que cayó casi por completo al suelo, del otro lado. Su camisa se levantó un poco y mis ojos descendieron involuntariamente. La tela del pantalón tiraba en la zona de su trasero y sus tobillos quedaban al descubierto. Aunque no era mi intención fijarme, la ropa interior era tan notable que me llamaba a mirar. Esto se debía a lo apretado que le quedaba el pijama, sumado a los cortes que hacían sobre la carne de sus glúteos los elásticos de la prenda de abajo. Por la forma, podía jurar que no era un slip, sino bragas.

De pronto apoyó las manos en la cama y las usó para levantarse. Cuando se encontró sentado, dio vuelta la cabeza para mirarme.

—Buen día —dijo, deslizando de forma automática sus dedos pulgar e índice por los extremos de sus labios, en caso de tener baba.

Sobre esa imagen se montó, como una visión, el recuerdo de Minha haciendo el mismo movimiento para limpiar los restos de mi orgasmo, aquella vez en el autocine.

—Buenas... —respondí, tenía la garganta rasposa.

—¿Cómo te sientes?

—Como si una caravana de autos hubiera desfilado sobre mí —dije, masajeándome el cuello.

Esperaba una risa, no el silencio que recibí en su lugar.

—Pero recuerdas, ¿verdad? —preguntó Baekhyun.

Aunque había esperanza detrás de la pregunta, enmascaraba abatimiento. Lo miré fijo.

—Sí, Byun. Estaba en mis cinco sentidos cuando dije eso.

Una sonrisa encontró lugar en su rostro. Dejó caer los codos sobre la almohada y usó sus manos de apoyo para mantener en alto la cabeza, mirándome de cerca. A pesar de que las cortinas opacaban la luz que entraba, sus ojos se las arreglaron para centellear. Coloqué la palma de mi mano en su cara y la empujé hacia atrás. Baekhyun cayó sobre su espalda riéndose y luego se arrastró fuera de la cama para coger su celular.

—Suho preparó el desayuno —dijo, dejando el aparato en su escritorio de camino al guardarropa—. Puedes ir. Yo me voy a cambiar.

Me levanté despacio, con pereza. Mientras esperaba que me fuera, Baekhyun revolvía su ropa. Al poner los pies en el suelo recordé que no había tomado las chanclas que me había dejado. Él me señaló las suyas y las tomé prestadas. Salí arrastrando los pies y cerré la puerta. Se sintió muy natural a pesar de que era la primera noche que pasaba allí y la tercera vez que había visitado su apartamento en total. Baekhyun me llevaba ventaja. Pensé que tal vez debería imitar su estrategia y autoinvitarme seguido, hasta que estuviéramos a mano.

Seulgi y Suho ya estaban sentados en la mesa desayunando. Los saludé formalmente y me senté con ellos. Ambos respondieron con amabilidad.

—Linda resaca —dijo Seulgi mientras me servía sopa.

Le agradecí, un poco avergonzado, y comencé antes de que Baekhyun llegara. No me pareció educado dejar que se enfriara una comida que habían preparado especialmente para mi estómago. Baekhyun apareció un rato después y se sentó junto a mí. Al principio ni siquiera levanté la vista del plato, pero me generó duda el silencio funerario que se produjo, así que lo miré de reojo mientras se servía su ración.  Se había puesto una falda, con una camiseta metida dentro de la cintura y abultada de forma que disimulase su falta de pecho. Al levantar la vista de nuevo me topé con los ojos de Seulgi y Suho, que comían despacio, a la expectativa de mi reacción.

AndróginoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora