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Hablar con Kyungsoo como si fuera un simple interés amistoso era una tarea por demás imposible. Me arrepentía de aceptar el consejo de Irene, pero a la vez era tan emocionante conocer esta faceta de él, pícara y seductora. Si bien sus primeros comentarios de doble sentido fueron un ingenuo desliz, se volvieron algo más natural cuando comprobó que no los rechazaba e incluso le seguía el juego. Solo a veces, no demasiado. Pero había ocasiones en que era muy difícil resistirse. Él me acorralaba con preguntas que no podía ignorar, era responder o arruinarlo todo. Y todavía era temprano para arruinarlo.

Así pasamos una semana entera: chateando desde que despertábamos hasta que nos deseábamos las buenas noches. En el almuerzo me detenía para leer sus mensajes; salía de bañarme y antes de vestirme revisaba su respuesta a uno mío; iba a hacer las compras y frenaba en cada góndola solo para seguirle la conversación. En eso estaba, distraído escribiendo un mensaje mientras miraba TV en la sala, cuando Seulgi llegó silenciosamente y se dejó caer a mi lado. Dejé el teléfono debajo de uno de mis muslos, el más alejado de ella, de inmediato.

—¿Qué ocultas? —preguntó observándome.

—¿Mh? ¿De qué hablas?

—Tu actitud. Estás distante, te la pasas todo el tiempo con el teléfono hablando con alguien, en la uni desapareces de repente... ¿En qué te estás metiendo, Byun?

—¿Por qué deduces que estoy haciendo algo malo?

—Porque si no fuera algo que repruebo me lo contarías.

—Estás alucinando. Sigues celosa de Irene-noona. Es ella con quien hablo.

—A ver —respondió, cruzándose de brazos.

Fruncí el ceño y la miré realmente molesto.

—Por Dios, no eres mi novia para hacerme esta clase de planteos, y aún si lo fueras no tendrías derecho.

Toqué en una vena sensible del pasado, cuando Seulgi se me declaró pero se desayunó que no estaba interesado en chicas, pues aún no éramos tan cercanos como para que ya lo hubiera sabido. Al evocar ese momento, pensé que se iría a pisotones a buscar a Suho para que la respaldara, pero en cambio saltó sobre mí para quitarme el teléfono. La empujé al suelo antes de que lograra alcanzarlo y, a causa del jaleo, Suho vino a la sala a ver qué pasaba. El escenario era desfavorable para mí: Seulgi de culo en el suelo, con el cabello despeinado y la palma de mi mano en medio de la cara para evitar que se acercase.

—¡Baekhyun! No seas tan bruto cuando juegan —me regañó él como si fuera mi padre y la ayudó a ponerse de pie.

—Baekhyun está tramando algo y, si tiene que ver con las ideas que le diste, ambos pasarán a dormir en la calle —sentenció Seulgi alejándose de las manos de su novio para luego encerrarse en su habitación.

—Sigo pensando que es una buena idea —murmuró Suho antes de seguirla.

Yo no compartía su opinión, pero ya estaba de fango hasta la cabeza. A duras penas había conseguido mentirle a Irene diciéndole que había desviado los coqueteos de Kyungsoo con éxito, pero pronto tendría que confesarle la verdad y rezar por mi vida para que no me matase. Aún necesitaba de ella para transformarme y, a este ritmo, pronto acabaría aceptando una cita con él.

Mi teléfono vibró y leí el mensaje: "Mi hyung cree que tengo novia porque le sonrío al móvil y me obsequió entradas para el cine... ¿deberíamos usarlas?" No. No deberíamos. Pero: "No veo por qué no", respondí.

*

Irene me lanzó una de sus zapatillas de baile por la cabeza e incluso me suspendió de los ensayos por una semana para que usara ese tiempo en "recapacitar sobre mis acciones". Fue tan cruel que me largué a llorar. Pero arrepentirme no volvería el tiempo atrás, no desharía todo lo que ya había hecho y no pensaba dejar plantado a Kyungsoo.

AndróginoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora