20

312 40 31
                                    


[Maratón 4/4]


Falté por lo menos a dos ensayos de nuevo. Esta vez, cuando volví a aparecer en los cambiadores al final de la semana, Joohyun me dedicó una mirada más larga y cargada de preocupación, pero de todos modos salió al salón sin dirigirme la palabra. Sehun se arrodilló frente a mí cuando solo quedábamos nosotros para pedirme perdón. Ya se había disculpado incontables veces por mensajes, debido a que sentía que todo había sido culpa de su consejo. Yo no lo veía así; era mi responsabilidad depender de la influencia de los demás. Le di unas palmadas en los hombros y le pedí que se pusiera de pie. Salimos a la práctica hablando normalmente, aunque yo aún me sentía decaído y cuando me veía al espejo lateral del salón notaba que no brillaba con la energía que solía enseñarle al resto. Ese día nadie se atrevió a molestarme de ninguna forma. No hubo bromas, no hubo regaños de Joohyun. Y Kyungsoo jamás volteó en nuestra dirección.

Al terminar el ensayo, vi que Kyungsoo se acercaba al líder del coro, Minseok, y escuché que no podría venir a las prácticas, motivo por el que me alarmé. Así de asqueado se sentía con mi presencia que abandonaba el coro, para el que había puesto tanto empeño, para el que se había ganado el solo. Salí del salón apresurado, buscando oxígeno. Sehun me siguió y me preguntó si estaba bien, que por qué había salido así y si no pensaba cambiarme. Yo solo lo abracé para esconderme de las miradas de otros estudiantes que caminaban por ese corredor, porque unas lágrimas traidoras habían decidido escapar de mis ojos. Sehun enmudeció y se quedó estático unos minutos, hasta que finalmente me devolvió el abrazo y me dijo que todo iba a estar bien.

Sintiéndome un tarado, me aparté de él pidiéndole disculpas y cuando miré a nuestro costado, el grupo del coro estaba saliendo y Kyungsoo nos estaba mirando. Rápidamente apartó su mirada como si no nos conociéramos. Sentí que mis pies se habían metido en un pozo y estaba cayendo al vacío. Sehun me sacudió el hombro para devolverme a la realidad y nos fuimos a cambiar para irnos a casa. Joohyun seguía mirándome de reojo sin decir nada. Se fue primero, pero yo salí detrás de ella. Finalmente todo había terminado, podía ir a decirle con dolor pero algo de orgullo que le había revelado la verdad a Kyungsoo y que ya no tenía que apoyar mis ideas siniestras.

Joohyun llegó al bus antes que yo y el transporte se fue, pero no me rendí, esperé el siguiente. Su atención sobre mí ese día me daba motivación, sentía la esperanza de que al menos solucionaría las cosas con ella y recuperaría a mi mejor amiga. Era todo lo que necesitaba: estar en buenos términos con mis amigos, mi familia. Una vez frente a la puerta de su casa, toqué el timbre y ella abrió. Aún no había llegado a cambiarse. Me miró con sorpresa.

—¿Qué haces aquí?

—Lo hice. Le dije la verdad. Se fue todo al demonio, pero ya no tengo que sostener esa farsa, así que... ¿podemos volver a ser amigos? —hablé tan rápido que cuando terminé me sentía un poco agitado.

El gesto en su cara quebró mis ilusiones.

—No funciona así, Baekhyun. No después de que me obligaste a declarar lo que sentía. Fui seria cuando dije que necesitaba tiempo para superar esto y que no interfiera entre nosotros.

Me mordí el labio, pero ni aún con toda la fuerza que apliqué logré contener las ganas de llorar, así que le di la espalda y me fui tal como llegué.

*

Kyungsoo no asistió a las prácticas la semana siguiente y Joohyun de nuevo me trataba con frialdad. Por otro lado, había recuperado mi relación con Seulgi y Junmyeon e incluso me vestía con ropa femenina en casa, para hacer alarde de lo bien que me quedaba. Pero no podía ni mencionar a Kyungsoo porque Seulgi bufaba. Ella fue muy comprensiva el día del incidente, sin embargo, después de eso quería evitar a toda costa que siquiera pensara en lo ocurrido, como si el hecho de fingir que no había pasado pudiera evitar que cometiera alguna otra locura. Ella creía que si no lo hablaba, lo olvidaría y lo superaría. Yo no; lo que más necesitaba era hablarlo. Para eso estaba Sehun.

AndróginoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora