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¡Subí un capítulo justo antes de este, no se lo salteen! ^^

*****

—Organicé una goukon —dijo Irene, sentándose a mi lado en la mesa de la cafetería antes de que Suho y Seulgi llegaran.

Ella estaba al tanto de que no quería que mis amigos supieran del plan. Aunque dicho plan se había pulverizado en las últimas dos semanas y la vida había vuelto a su ritmo anterior. Ya estaba asumiendo la posibilidad de que así se quedaría, pero Irene tenía más iniciativa y, como se había comprometido a ayudarme, siguió pensando de qué manera hacerlo. No iba a dejar que Kyungsoo echara a perder todo el trabajo que habíamos hecho para crear a mi alterego.

—¿Sabes lo que es? —preguntó.

—Una cita grupal.

—Ajá. Adivina la mejor parte.

La miré fijo para confirmar que fuera lo que estaba pensando y sonrió con complacencia.

—¡Eres la mejor! —exclamé y le di un abrazo, a pesar de su cara de repulsión.

—Ustedes se hicieron extrañamente cercanos —dijo Seulgi a mis espaldas mientras se sentaba en la mesa, seguida de Suho.

Estaba celosa de que al fin tuviera otra amiga cercana. Una noche atrás me había cuestionado por qué Irene ahora se sentaba con nosotros a la hora del almuerzo.

—No te preocupes, no te voy a reemplazar. —Piqué su mejilla, muy divertido con la situación.

—No lo sé, acabas de decir que es la mejor.

Conocía a Seulgi, no era eso lo que le molestaba, sino sentir que estaba quedando fuera de algo. Su maldita intuición le permitía ver que estábamos tramando algo a sus espaldas, que teníamos secretos. Nunca antes había tenido secretos para ella.

—Era una forma de decir —dijo Irene para respaldarme.

—Sí, nada serio —enfaticé.

Seulgi nos miró seriamente y comenzó a comer su almuerzo, dándonos una tregua.

*

El sábado de la goukon, luego de esquivar las preguntas de Seulgi y huir de casa, llegué temprano a lo de Irene para que me produjera para la ocasión. La ropa, el peinado, el maquillaje, todo era diferente a lo habitual. Cuando intenté ponerme las medias largas con el vestido, me las arrancó de un tirón, no me dejó nada con qué sentirme un poco más sutil y cómodo.

—No te depilé por nada —dijo, señalándome con su dedo amenazante. No podía rebelarme contra ese dedo.

Llegamos al café sobre la hora, yo tironeando del vestido hacia abajo porque me sentía desprotegido. Ya estaban todos reunidos en una mesa, pero los chicos solo hablaban con los chicos, y lo mismo las chicas. Kyungsoo miraba decaído la mesa, probablemente aburrido, hasta que me notó y en su rostro se dibujó un melocotón. Me senté frente a él e Irene me abandonó a mi suerte al sentarse en la otra punta de la mesa.

Alguien tenía que romper el hielo, pero no me esperaba que fuera mi noona. Parecía ser habitual de las goukon; algo sorpresivo, si me lo preguntan. Ella sacó el primer tema de conversación y obligó a participar a todos hasta que se fueron poniendo cómodos y no necesitaron de su dirección para socializar. Satisfecha, se dedicó a hablar con el chico sentado frente a ella, a quien reconocí como el líder del coro. En cuanto a mí, Kyungsoo se levantó discretamente de su asiento y rodeó la mesa para sentarse a mi lado, en el pequeño espacio que quedaba.

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