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[Maratón 3/4]


—Esto es una locura —dije, mirándome en el espejo.

Sehun me tomó de los hombros y me masajeó con los pulgares. Era sábado, tenía una cita con Kyungsoo, y Sehun me había ofrecido ir a su casa a arreglarme.

—De una forma u otra tienes que decírselo. Y su reacción va a ser la misma sea cual sea la manera en que decidas contárselo.

—Me siento un pervertido —dije mirando mi falda.

—Estás diciendo eso después de haberle chupado el pene. —Chasqueó la lengua.

Se me erizó el vello corporal.

—Tienes razón, ¡soy horrible! —Me dieron ganas de llorar—. Oh, por Dios, por qué hice eso. Técnicamente abusé de él.

Sehun asintió frente al espejo con cara de "tenías que saberlo en algún momento".

—No puedo hacer esto... Es mejor si solo termino con él —decidí.

—Si eso te hará dormir más tranquilo... —aceptó Sehun.

Los últimos días había sido un buen amigo, escuchando, aconsejándome y dándome apoyo, y así como con Joohyun, era crucial para mí tener su aprobación en sea cual fuere la decisión que tomara. Pero por cómo me había puesto las cosas, no tenía otra opción que accionar ahora, fuera para decir la verdad o para cortar el vínculo de raíz.

Esta vez me llevó menos tiempo prepararme porque no era mi intención que pasara nada especial excepto terminar. Me fui de la casa de Sehun y esperé a Kyungsoo en una intersección por la que le había dicho que podía pasar a buscarme. Llegó diez minutos después en el coche de su hermano. Mis piernas temblaban cuando me subí. Me recibió con una sonrisa y un beso profundo con sabor a que estaba contento de verme y entusiasmado por pasar el día juntos. Como siempre, eso me echó para atrás momentáneamente. "Está bien, una última cita, Byun", me concedí, como si no lo hubiese hecho cientos de veces ya.

No tenía idea cuáles eran los planes, solo habíamos quedado. Kyungsoo condujo hacia lo que parecía ningún lugar en particular, pero entonces tomó la autopista y nos alejamos de la ciudad. Subimos por una carretera hasta una zona elevada y paró en un mirador. La vista de la ciudad en miniatura era impresionante.

—Quería hacer algo donde solo pudiéramos estar juntos y tranquilos —dijo, acariciando mis manos sobre mi regazo.

"Y solos, muy solos", pensé yo, mirando alrededor. No había otros autos aparcados aunque era de día. Mi pulso se disparó pensando en lo que habíamos hecho la última vez en ese auto. Más bien lo que yo le había hecho a él.

—Kyungsoo —lo llamé, volteando para mirarlo.

Me choqué con su nariz, puesto que ya estaba reclinado sobre mí. Hizo un suave "¿mhm?" al fondo de su garganta y me besó en los labios. Luego besó mi mejilla y bajó a mi cuello, probablemente para dejarme hablar. Pero no podía pensar lo que quería decir cuando él estaba haciendo eso. Mi cabeza se desconectaba en cuanto ponía un dedo sobre mí. Y ahora mismo sus dedos estaban acariciando mi muslo, contra el borde de la falda. Mis dedos se cerraron por reflejo sobre las mangas de su camisa, sentí vértigo al pensar que si subía apenas un poco sus dedos iba a tocar mi erección, puesto que no me había tomado el trabajo de ocultar mi pene. ¡Ni siquiera había maquillado el lunar! Una parte de mí estaba intentando decirle desesperadamente: soy yo.

Sus dedos levantaron unos centímetros la minifalda e instintivamente me aferré a su muñeca, pero sin fuerza. Ya no tenía la misma convicción de antes. Quería dejar que lo descubriera. O dejar de fingir en vano si él probablemente ya lo sabía. No es que mi plan hubiera sido tan brillante; Irene tenía razón, solo un tonto no se hubiera dado cuenta y Kyungsoo no lo era.

AndróginoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora