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[Maratón 2/4]


La semana comenzó con un día festivo y la universidad permaneció cerrada. Un día de clases menos pero también de ensayo, lo que significaba no ver a Joohyun ni a Kyungsoo. A mitad de la semana ya lo extrañaba, aunque hablaba con él como Minha todos los días y las conversaciones subían de tono bastante seguido después de lo que habíamos hecho en el auto. Lo extrañaba como Baekhyun. Por eso no quise esperar hasta el ensayo del final de la semana para verlo y, el día que no tenía clases, me dirigí directo a su casa para esperar a que regresara de la universidad. Llegué demasiado temprano por la ansiedad. El sol todavía pegaba fuerte en esa parte elevada de la ciudad y no tenía dónde resguardarme. Su madre apareció con unas bolsas de mandados y me invitó a pasar.

—Escuché que vienes seguido —dijo ella, ya que generalmente no se encontraba en casa debido a que trabajaba en un hospital y sus horarios eran cambiantes y cargados—. Si te soy sincera, no pensé que duraría. Kyungsoo no hace amigos duraderos desde la escuela.

Sonreí incómodo, sin saber qué decir. Probablemente me odiaría cuando Kyungsoo se enterara de la verdad y todo se desplomara. De pronto más de una persona me iba a odiar por mi acto de estupidez ingenua y eso me desolaba.

—Puedes esperarlo en su habitación —dijo para mi alivio.

En otro momento hubiera preferido quedarme con ella, sacarle charla e información, pero no me sentía de ánimo. Le agradecí y corrí a encerrarme en su dormitorio. Me lancé en la cama y olí profundamente la almohada. Vinieron a mi cabeza imágenes y sonidos del fin de semana y me dieron ganas de embestir la cama. Pero me controlé. Bajé al suelo y me puse a revisar su colección de videojuegos para hacer algo mientras esperaba.

Cuando llegó, me encontró desparramado en el suelo jugando cómodamente.

—¿No tienes una casa? —preguntó mientras dejaba su mochila sobre la cama—. ¿O tarea? —Se sentó a mi lado y tomó el otro control.

—Sí, pero es teoría y no quiero hacerla... ¿Quieres hacerla?

Kyungsoo me miró y me dio un golpe en la frente con el dedo índice.

—Auch, ¿por qué...?

—Tú me dijiste que lo hiciera —respondió—. Bravucón.

Me reí al recordar la anécdota del hermano bravucón de la chica que le gustaba en la escuela.

—Veo que ya te sientes mejor —cambió de tema.

—¿Estabas preocupado? —revoleé las pestañas.

—No sé, debes ser indestructible, como las cucarachas.

—O sea, ¿una alimaña de la que no te puedes deshacer?

Kyungsoo rió.

—Quiero decir que eres fuerte.

—Es una extraña manera de decirlo.

Comenzamos a jugar algo simple para seguir conversando. En un momento se oyó el sonido de algo vibrar y me quedé inmóvil. Había olvidado silenciar mi teléfono. Kyungsoo miró alrededor buscando el suyo y lo descartó cuando comprobó que no era. Rendido, saqué el mío y miré la pantalla. Era Seulgi. La ignoré.

—¿Ya tienes móvil de nuevo? —preguntó Kyungsoo—. Hubieras avisado.

—Es que cambié de número —mentí.

—Pásamelo —dijo, desbloqueando su pantalla.

—No lo recuerdo ahora...

—Deja que me llamo —dijo arrebatándome el móvil.

AndróginoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora