8

396 45 109
                                    


Recientemente había notado un cambio en el ambiente de los ensayos que, por costumbre a ser de bajo perfil, me ponía los nervios de punta. Cada vez que hablaba un poco de más con Joohyun había susurros a nuestras espaldas, provenientes de los demás bailarines. El único que no participaba era Sehun, que siempre que los otros empezaban a chimosear se alejaba y se ocupaba de otra cosa. Me sentía mal porque no habíamos vuelto a hablar después de aquella incómoda conversación en los cambiadores y antes de eso nos llevábamos bastante bien. Siempre se reía de mis chistes y hacía tonterías conmigo. Pero ahora ni siquiera nos saludábamos.

Uno de esos días, Sehun se retrasó con nosotros limpiando el salón. Cuando ya solo quedaba cerrar con llave y apagar las luces, Irene nos envió a cambiarnos para volver a casa. Me cambié de espalda a él, ambos en completo mutismo y un ambiente muy tenso. Hasta que habló y la razón por la que se quedó a ayudar de pronto tuvo verdadero sentido: quería hacer más preguntas.

—¿Es cierto que estás con Joohyun-noona?

—¿Eh? —Me di vuelta para prestarle mejor atención, no estaba seguro de haber entendido lo que había dicho porque no le encontraba lógica—. ¿A qué te refieres?

—Ya sabes, siempre están juntos y antes parecía que ella ni siquiera te soportaba.

—Somos buenos amigos, si esa es tu pregunta.

—Bueno, todos están diciendo que ustedes salen.

Estaba tan abrumado con esa declaración como si recién hubiese bajado de la montaña rusa más peligrosa del parque de atracciones.

—¿Por qué inventarían algo así? Son todos una manga de chismosos —dije indignado—. Crean lo que quieran. —Me peiné el cabello hacia atrás en signo de frustración.

—Yo te creo —dijo Sehun con su expresión seria y su mirada penetrante.

Lo miré con ojos de cachorro y le agradecí con un hilo de voz. Él apartó la mirada y terminó de guardar sus cosas.

—Nunca vas a contarme lo del chico del coro, ¿no? —Se generó un silencio incómodo por mi falta de respuesta—. ¿Debería preguntarle a él?

—¡No! ¿Por qué harías eso?

—Cuando dije que estaba preocupado lo decía en serio.

No podía comprender la insistencia. Aunque nos llevábamos bien, nunca habíamos llegado a ser amigos, desde mi punto de vista. Sehun no tenía motivos para preocuparse tanto por mí, a menos que fuera realmente un santo. Si lo pensaba, parecía factible. Era un chico muy inofensivo, nunca se metía en problemas ni llamaba la atención, y evitaba actitudes dañinas, como hablar por lo bajo de la vida de otros. Tal vez era un ángel. Tal vez era mi ángel de la guarda. Pero si era tierra fértil para hacer amigos, no quería defraudarlo de entrada. Me acerqué a él y tomé su mano entre las mías, mirándolo con súplica.

—Sehun, si te lo cuento pensarás que soy una persona horrible y me dirás idiota. No quiero escuchar eso de ti y Joohyun ya se encarga de decírmelo todos los días.

Sehun apretó mi mano y me devolvió una mirada tranquilizadora.

—Está bien, me conformo con eso. Solo porque la líder sabe en qué estás metido, así que supongo que se encarga de cuidarte. Aunque no me tranquiliza mucho la parte sobre ser una persona horrible. Eres un buen hyung.

Le sonreí apenado y lo dejé ir. Él era un buen dongsaeng. Cuando se fue, esperé a Irene para irnos juntos. No le conté sobre los chismosos, pensé que eso la pondría de mal humor y podría provocar que se peleara con el resto. La percepción que tuvieran de ella era, evidentemente, algo que le importaba, desde que había decidido crearse un personaje para ser la líder. Confié en que, con el tiempo, todos se darían cuenta que solo éramos buenos amigos y dejarían de hablar sobre nosotros.

AndróginoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora