Capítulo 11

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Sara Presley

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Sara Presley

Elián se tomó mi secreto, bastante bien. Últimamente hemos sido muy unidos. En la manera de hablar y de actuar. Algunas veces nos contamos secretos privados de nuestra vida. Pensé que se lo tomaría como burla, pero al contrario, fue de la manera mas tranquila que pude haber imaginado.

Ahora estoy rumbo a la casa de Zoé, me dijo que quería hablar conmigo de asuntos importantes.
Las calles por su casa están bacías y obscura. Por la mañana no hay muchas personas caminando por las avenidas. Soy la única loca que está en ese lugar a las cinco de la madrugada, pero en fin.

El frio de la mañana hace que mi piel se erice. Mantengo mi cabeza abajo mirando por donde camino. Por mi mala suerte la noche de ayer llovizno. Entonces las calles están llenas de charcos de agua. Eso hace que mis zapatos se empapen.

Abro la protección de la casa para tocar el timbre. Me encuentro con el señor Akerman  con el cepillo de dientes en la boca.

—Presley, ¿qué haces aquí?

—Viene conmigo, papá—responde Zoé por mí.

Me sujeta del brazo y yo le dedico una sonrisa al director. Ya después, subimos las escaleras. La casa es enorme, creo que me dijo que tiene ocho habitaciones. Tiene detalles de color negro con dorado, aparte tiene un jardín con todo tipo de flores de colores.

Entramos a la habitación de Zoé y camino a dónde esta la cama para recostarme de golpe.

Al momento que estoy plantada en la cama, puedo sentir el sentimiento de todo el llanto y dolor que derrame en esa cama. Cuando mis padres murieron, estaba destrozada.

—Me llamaras todos los días verdad, Angie.

—Claro que sí princesa—dice levantándome dé la cadera.

Me deja en el suelo para agarrar sus maletas. Mi madre me da un beso en la nariz y sale de la casa. Mis padres llevaran a Angie a la universidad. No quiero que se vaya, será una perdición para mí.

—Prométeme que jamás en la vida te dejaras llevar por las críticas de los demás—exclama abrochando su suéter.

—Pero esto no es una despedida, volverás en tres años.

—Todavía no lo sé, Sara—suspira para mirarme—Quiero también estudiar la maestría ahí.

—Pero es poco tiempo—digo acercando su bolso.

—Te quiero pequeña, ¡volveré en año nuevo!

Se acerca a mí para abrazar me con fuerza. Siento sus lágrimas caer sobre sus mejillas.

Y ese fue mi último abrazo de ella. Todos los días lloraba hasta quedarme seca. Algunas veces me quedaba en la casa de Zoé, ella comprendía bien mi dolor. Ya que perdió a su madre al nacer.

Hermosos ErroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora