Capítulo 34

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Elián Holmes

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Elián Holmes

No he tenido noticias de Sara desde los próximos 50 minutos.

Cuando llegamos al hospital, la bajaron de urgencia. Muchos médicos se acercaron a nosotros preguntando <<¿¡Cuál es su diagnóstico!?>> Y otras cosas por el estilo, a lo que los paramédicos contestaban bajando la camilla <<Corazón Artificial, ¡bacteria en las válvulas! ¡Hagan su trabajo!>>

Entrando al hospital los médicos pasan la camilla hacia un lugar autorizado que solo ellos pueden entrar. Ahí fue cuando Sara dejo de apretar mi mano y la soltó volviendo a cerrar sus ojos.

Me quedé parado detrás de la puerta viendo por unos segundos como los médicos se mueven rápidamente haciendo su trabajo.

Una enfermera se acercó a mí colocando su mano en mi hombro con preocupación <<Joven, puede esperar en la sala que está en la entrada. Cuando tengamos noticias le avisamos>>

Y así es como llegué aquí, sentado con mis codos recargados en mis rodillas pensando si Sara llegará a despertar. Por lo que me escuche en la ambulancia, estaban murmurando que la infección llegó a afectar gravemente las válvulas. Ya avisé a su familia, los cuales se tomaron la noticia no muy bien que digamos. Daniel tomo la llamada, fue el único que ya se esperaba la noticia. Los abuelos Presley estaban asustados, su tono de voz me lo decía todo.

—¡Elián!—grita una voz femenina.

La señora Marta, el señor Francisco y Daniel se encuentran conmigo en la pequeña sala.

—¿Cómo está Sara? ¿Hay respuesta? ¿Despertó?—pregunta tomando mis manos.

—Aun no sale el médico a darme respuesta—murmuro esperando un fuerte regaño por parte del Señor Francisco.

—Marta, tranquila—toma las manos de sus esposa y al momento dejan de temblar—Mejor vamos a dar todos los datos de Sara para que le den la atención necesaria.

Ella asiente con la cabeza caminando con su bolso en mano a la recepción.

—Muchacho—se dirige a mí el señor Presley. Puedo sentir el miedo antes del regaño—Gracias por estar aquí—me agradece dándome un abrazo.

Cierro mis ojos soltando aire de reseca boca apretando mis brazos en su espalda.

—Eres un buen chico ¿Vale?—nos separamos y aprieto su mano arrugada. Él me regala una sonrisa soltando de esta—En un momento los veo.

El señor Presley se aleja para ir con su esposa que está sacando credenciales de su bolso mientras intercambia palabras con las recepcionistas.
 
—¿Cómo paso todo?—pregunta Daniel sentándose en un sillón largo.

Lo acompaño sentado a su lado.

—Fui un estúpido, un total estúpido.

—Ey, amigo—masajea mi espalda—Sabíamos que esto pasaría.

Hermosos ErroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora