Capítulo 25

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Elián Holmes

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Elián Holmes

Desde que me recosté en mi larga y ancha cama, no pude cerrar los ojos para descansar. Mi cabeza se crea escenarios falsos sobre las situaciones que ocurrieron ayer. Literal, no pare de dar vueltas en toda la cama para conciliar el suelo, pero me fue imposible.

Si no me equivoco son las 5:30 de la mañana, es decir, súper temprano para mí gusto. Mis ojos se sienten demasiado pesados como para mantenerlos abiertos todo el santo día.

Aunque suene un poco ilógico de decir, hoy es el único día que no quiero ir a la escuela, creo que pasará algo malo, lo presiento. Seguramente será una pelea con Maggie, porque con Sara lo dudo ya que ella no es de estarse rebajando por las personas. De hecho dudo que vuelva a hablarme, si me pidiera perdón, sería la cosa más loca y tierna que pasaría.

Al fin me decido ponerme de pie para entrar al grande baño de mi habitación. Lo primero que hago es lavarme la cara con un jabón especial que me recomendó el dermatólogo, después son los dientes y para terminar me arreglo el cabello que es en lo que más tardo. Hay días en los que amanece de buena forma y no batallo tanto, pero hoy fue todo lo contrario, mi cabello amaneció igual que mi vida: sin sentido y desordenado.

Y por lo horrible que suene, no puedo acomodarlo, mis rulos están súper revueltos entre sí.
Por mí salud mental, ya mejor me salgo del baño.

Me visto cómodamente y bajo las escaleras. Sin desayunar ni despedirme de mis padres, salgo de la casa para irme al puente a ver si está Sara. Es muy temprano como para llegar a la escuela, entonces quiero colaborar si Sara se encuentra sentada como todos los días.

Durante el camino todo normal, no socialice con nadie, ni mucho menos me topé con una persona, las calles están vacías y  las tiendas están cerradas.

Llegando al puente mis ojos ven a dos personas sentadas en la orilla observando el cielo. Si mis ojos no me fallan, es Sara y  Daniel, para no ser descubiertos me escondo atrás de los arbustos para asegurar que son ellos.

Me acerco lo más posible para escucharlos.

—Yo tuve la culpa—dice Daniel tapando su cara.

—Claro que no, Daniel. Yo no le dije desde el momento que lo supe. Es decir, no quería que lo lastimaran...—contesta Sara desanimada.

—Y por qué te preocupas por lo que piense él. ¡Sara por Dios! Solo le ocultaste eso.

—Porque lo amo, Daniel. Lo amo desde el maldito momento en que lo vi.

Mi corazón se detiene por un mínimo segundo cuando mis oídos oyeron esa declaración. Cuando veo que Sara se está levantando del suelo, aceleró el paso para evitar toparme con ella y así empezar otra pelea.

Hermosos ErroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora