Capítulo 31

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Elián Holmes

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Elián Holmes

Cómo pude ser tan estúpido al haber aceptado ir a esa fiesta. Nada de esto hubiera pasado. Termine con Sara y veo que esta vez sí es para siempre.

Cuando vi sus ojos llenos de lágrimas, ahí supe que ya no tenía ninguna oportunidad ni esperanza para arreglar lo nuestro. Jamás en mi vida me imagine que una ruptura amorosa me dolería tanto,

Todo iba de maravilla en nuestra relación. Ya íbamos a vivir juntos, pero yo arruine todo con mi  bocota. ¿Cómo no supe lo que tramaba Maggie? ¡Volví a confiar en ella! Deje que me manipulara con sus bellas palabras y disculpas. Seguí así hasta que yo mismo termine con lo que me mantenía vivo.

En estos momentos no sé a dónde ir, estoy caminando por las calles como un vagabundo sin sentido. Mis ojos me arden de tanto llorar, mis lágrimas de imponencia y culpa no me dejan ver con claridad al avanzar.

Estoy seguro que todos estarán enojados conmigo, hasta mi propia madre. Recuerdo las pláticas que tuvimos en un pasado; exigiéndome que no fuera a decir nada acerca del corazón de Sara, que por qué yo no sabía las necesidades que ocurrían con su familia,  y yo una y mil veces se lo confirmaba aclarándole que no era capaz de realizar dicha barbaridad.

¡¿Y qué paso!? Lo dije todo a personas que no saben guardar un puto secreto.

Tallo mis ojos para aclararme la vista y ver en qué colonia estoy. Busco con la mirada el cartel que diga y dentro de poco lo encuentro:

Avenida Ángeles

Ahí es donde vive Dixie. Me adentro a la colonia recordando el número de casa que si no me equivoco es el #211

Llegando a ese número, reconozco el color y la estructura de la casa. Con mi dedo tembloroso tocó el timbre esperando que alguien conteste.

La puerta se abre.

—¿Elián?—masculla Dixie confundida.

—Recuerdas cuando yo te ayude a sanar tu corazón roto—mis ojos se inundan de lágrimas—Pues ahora llegó el momento de sanar el mío.

Me parto en lágrimas. Dixie abre sus brazos y correspondo a ellos abrazándola fuerte.

—¿Qué sucedió? ¿Estás bien? ¿Qué te hicieron?

Abre su brazo indicando que pase.

—Yo fui el culpable de todo.

Me separo de ella y me adentro a la casa. Está tal como la recordaba; las decora de vidrio que combinan con las lámparas, las mesas con manteles negros de terciopelo y no pueden faltar los cuadros de arte abstracto que tiene colgados en las paredes.

—Yo fui el culpable de toda la mierda que sucedió hoy —me dejo caer en el sofá rojo tapando mi cara de vergüenza.

Ella solo suspira hondo para decir:

Hermosos ErroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora