Capitulo 27

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Sara Presley

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Sara Presley

Abro mis ojos y estoy en un lugar completamente diferente a dónde me dormí. Veo a mi alrededor que la habitación en dónde estoy es muy amplia, con paredes blancas y piso brillante. A mí lado tengo aparatos, entre ellos, está un suero conectado en mi vena.


¿¡Qué diablos paso!?

Lo único que recuerdo fue estar en la fiesta, y después que me recosté en el auto de Daniel, pero de ahí en adelante ya no recuerdo nada. Cómo es posible que este en un hospital, no entiendo.

En eso se abre la puerta de la habitación y entra mi abuela con mi cardiólogo, ella está con los brazos cruzados y toda furiosa. Ya sé lo que me espera en este momento, mi abuela se pondrá como loca al enterarse que no he asistido a ninguna cita con el médico, me regañara y ahora mi vida estará controlada por ella.

—Sara, me quieres explicar—toma aire temblando por el enojo—¿¡Por qué no has asistido a ninguna cita con el cardiólogo!?

Me enderezó de la cama.

—Abuela, es que...

—¡No trates de justificarte! ¡Me has estado mintiendo todo este tiempo!

No le quiero decir el verdadero motivo por el cual jamás vine al hospital. Para ustedes y yo es algo que ya sabemos desde hace mucho tiempo, y el motivo se llama Elián. No quería que él me viera débil cuando estaba con junto a él, entonces las dejaba pasar.

Por Dios Elián ¿Dónde estará? ¿Está bien?

—¿Sara?—me habla en doctor acercándose a mí.

Lo miro asustada y lo único que logró decir que es:

—Elián.

Mi abuela junta  las cejas.

—¡¿Elián!? ¡¿Él es el responsable de que vinieras a tus citas?!

Rodeó los ojos ignorándola y me centro en el doctor que está monitoreando mis pulsaciones las cuales se alteraron por los gritos de la abuela.

—¿Les llegó un paciente llamado Elián Holmes?—le pregunto preocupada.

Se queda pensando unos segundos hasta que reacciona medio pensativo.

—¿Eres algo de él?

Diablos. No le puedo decir que soy su novia ya que aún no me lo ha pedido aunque si digo que soy su amiga, eso sería mentir, los amigos no se besan. Los amigos no se besan en un carro hasta casi perder la virginidad ¿Entonces qué demonios digo?

—¿Importa eso?—digo con una risa nerviosa.

El doctor me sonríe.

—Eres su novia, ¿cierto?

Hermosos ErroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora