Capítulo 35

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Sara Presley

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Sara Presley

Ya han pasado dos meses que estoy aquí encerrada recibiendo medicamento y atención médica.

Durante este periodo de tiempo han pasado muchas cosas las cuales me emocionan bastante. Un ejemplo muy claro es que Elián acabó la preparatoria con excelentes calificaciones.

También está por presentar su examen de universidad para estudiar psicología. Por fin escogió la carrera que él quiere estudiar sin presión de que su padre lo fuera a regañar.

La señora Susana ha venido a visitarme varias veces. Llega con comida casera que ella misma prepara o también trae agua de frutas. Estoy muy agradecida con ella ya que es como mi segunda mamá.

Tu suegra exactamente.

En esto tienes razón.

Otra cosa qué me alegra bastante es que Elián, con el dinero de sus ahorros se compró un auto compacto hermoso. Es de color azul fuerte con un brillante increíble.

Estoy muy orgullosa de todo lo que está logrado.

Por mi parte he estado recibiendo educación por parte del hospital. Algunos maestros están contratados para dar clases a los pacientes que están internados. Así que se puede decir que ya acabé la preparatoria, no con muy buenas calificaciones, pero se encontraban en el límite aprobatorio. No he hecho nada interesante, lo único que me entretenía era cuando llegaba Elián de la escuela y me contaba con lujo de detalle todas las cosas malas y buenas que le sucedían a lo largo del día  mientras comía un recipiente de gomitas de naranja o fresa.

En estos momentos me encuentro sola. Ya que Elián fue a resolver unos asuntos los cuales no me dijo para nada. Mis abuelos están ayudando a Daniel en la universidad y por lo tanto yo estoy aquí sentada observando la bandeja de comida del desayuno que no me termine por motivos del medicamento. Aunque cuando llegué Elián me obligará a comer la avena que contiene el plato, de eso estoy segura.

Hay días en los cuales me encuentro con mucha fatiga, y he llegado al punto de ver la comida como una pérdida de tiempo. Así que en esas situaciones Elián se adentra  en el papel de papá al pendiente de sus hijos que hace que me termine el plato completo de comida sin dejar nada. Con su método del avioncito (el cual es bastante afectivo) hace que ese proceso se vuelva menos estresante.

—¿Sara?—entra Palmer a mi habitación.

Giro mi cabeza hacia donde está.

—¿Sí?—contesto tartamudeando.

Ella se acerca a dónde está la mesita de medicamento e inspecciona con sus manos levantando cada uno de ellos mirándolos fijamente.

—¿Has visto a Elián?—pregunta sin dedicarme la mirada.

—¿A Elián?—tanteo con las cejas encarnadas.

—Emmm sí.

—Mi novio—remarco la palabra—Está resolviendo asuntos que ni yo sé.

Hermosos ErroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora