12: La pelirroja peligrosa

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No me lo podía creer. De todos los lugares a los que me podía haber llevado, me había traído al sitio que menos ganas tenía de conocer.

Intentando reprimir las ganas de matarle pregunté, ―¿Qué hacemos aquí?

―Matt nos ha invitado a su fiesta ―contestó con una gran sonrisa en el rostro.

―¿Cómo que NOS ha invitado? ―alcé el tono de voz.

―Sí, me dijo que viniera con alguna chica, y como en la fiesta de Álex vio que nos conocíamos, me propuso que te trajera a ti.

―O sea, ¿me has dicho de quedar porque Matt te pidió que fuera a su fiesta? ―Estaba a nada de bajar del coche e irme.

―No exactamente. No esperaba que dijeras que sí, ha sido una sorpresa para mí también. ¿Pensabas que iríamos a algún sitio los dos solos? ¿Cómo si fuera una cita? ―se rio y fruncí el ceño.

―Nono, para nada ―contesté, aunque en el fondo pensaba que saldríamos a solas―. Pero no me apetece ir a casa de Matt.

―¿Ha pasado algo entre los dos? Pensaba que os habíais caído bien en el concierto y que por eso me propuso que vinieras.

Realmente él no me había drogado, y en casa de Álex se había comportado bastante bien conmigo. No me caía mal, pero después de que se me lanzara y de todo el malentendido, las cosas estaban bastante incomodas entre los dos.

―No, no tengo ningún problema con él.

Salió del coche y yo me quedé dentro, con los brazos cruzados, reflexionando sobre la situación.

―¿Te vas a quedar ahí toda la noche? ―Se acercó a mi puerta y la abrió.

―No, ya salgo ―refunfuñé.

―Te queda bien ese jersey. ―Me guiñó el ojo y caminó hacia la entrada.

―Gracias, supongo. ―Su bipolaridad hacía que me confundiera demasiado, no diferenciaba entre lo que decía en serio y lo que no.

Fui detrás de él y cuando llegamos a la entrada picó al timbre. Nadie contestó así que lo cogí del brazo y le pedí por favor que nos fuéramos. Me ignoró y siguió picando hasta que finalmente nos abrieron. Cruzamos el largo jardín, y cuando estuvimos cerca de la puerta, empezamos a escuchar la música que provenía de dentro. Supuse que el terreno exterior era tan grande, que insonorizaba de alguna manera el sonido que había en el interior.

Al llegar a la puerta principal, me quedé alucinada. La casa era enorme, nada comparable a la de Álex y Jace, más bien parecía una mansión en toda regla.

―Al final has conseguido traerla ―dijo Matt después de abrirnos la puerta. Iba sin camiseta, con el pelo mojado y revuelto, y llevaba un cubata en la mano. La verdad fue que no me corté para nada y lo analicé de arriba abajo, no podía negar que estaba muy bueno.

―Es un poco tozuda, pero mira, al final ha accedido venir. ―Vio como estaba analizando a Matt y noté un cambio de expresión de su parte.

―No seas mentiroso. En realidad, me has hecho el lío para traerme aquí, pero bueno. ―Suspiré y seguí caminando para adentrarme más en la casa. Era lujosa tanto por dentro como por fuera y había mucha gente bailando y bebiendo.

―Ven, te enseñare el resto. ―Matt rodeó su brazo por mi espalda y empezó a hacerme un tour por las habitaciones.

―No hace falta que me agarres, se caminar solita ―le espeté apartándole el brazo y siguiendo con paso firme.

―Vale, vale, fiera ―se rio y le di un golpe con el codo―. Auch ―soltó un quejido en broma.

Después de haberla visto toda y de haber pillado a unos cuantos "enamorados" en las habitaciones haciendo sus cosas, lo que más me sorprendió no fueron todas las barbaridades que vi encima de las camas, si no la enorme piscina interior, que encima era climatizada. En ese momento entendí porque había tanta gente semidesnuda y mojada.

[Disponible en físico] | Todo comenzó en esa estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora