25: Kate, no seas una rajada

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Mi mente en ese momento se encontraba en estado de shock. No podía apartar la mirada de esos dos, no entendía qué estaba pasando.

―¡Qué casualidad que os conozcáis! ―exclamó Hayden entre dientes dirigiéndome la mirada.

―Es realmente sorprendente ―contesté de manera irónica sin mover mi rostro. Tenía una mezcla de sentimientos en mi interior que no sabía muy bien cómo interpretar. Además, ella estaba guapísima y por como la miraba Jace, él pensaba lo mismo.

Se acercaron los dos y se sentaron en un hueco libre que había en el sofá.

―Lo conocí un día de fiesta por Nueva York, hace bastante tiempo. ―Lo miró y le dedicó una dulce sonrisa―. Habrán pasado más de dos años o así, ¿no?

La manera en la que sus miradas se cruzaban hacía que se me revolviera el estómago. Me empezaba a encontrar mal y era imposible que fuera por el alcohol, porque ni siquiera había bebido.

Desde que Hayden me había drogado en el concierto, me había prometido que no volvería a beber nada que no supiera exactamente de dónde provenía. Aunque en ese momento, mi mente estaba dispersa y solo podía pensar en evadirme de esa situación. Eché un vistazo rápido a la mesa y vi un vaso lleno de una mezcla que no tenía ni idea de qué podía ser. Inmediatamente, alargué mi brazo y lo cogí para empezar a beber.

―Creo que fui a Nueva York hace un año y medio, pero sinceramente, no me acuerdo con claridad de qué pasó esos días. Básicamente fui allí por trabajo, pero al final sucedió de todo menos acuerdos empresariales. ―Se rio, mostrando su perfecta sonrisa, y volvió a dirigirse a Rebeca―. Siento no haberme comunicado contigo, perdí tu número y no supe cómo volver a saber de ti.

―No te preocupes, el destino nos ha unido aquí por algo.

En ese momento un hielo se fue al fondo de mi garganta y me atragante. Empecé a toser muy fuerte y todas las miradas se dirigieron a mí.

―Mis ansias de beber, que me han jugado una mala pasada ―solté sin pensar. Todos se empezaron a reír y me morí de la vergüenza.

―Yo también tengo ganas de beber, así que, dejaros ya de ñoñerías y hagamos algo interesante ―propuso Matt―. Podríamos jugar a algún juego, ¿qué os parece?

―A mí me parece muy buena idea ―le apoyó una chica que había estado en la fiesta de Matt que se llamaba Lisa, si no recordaba mal―. ¿Qué tal el juego de la botella?

―Yo creo que es un poco infantil ―espetó Hayden poniendo los ojos en blanco―. Mejor jugamos a algo más picante. Verdad o atrevimiento.

―A mí no me entusiasma mucho ese juego ―dije recordando lo que había pasado en casa de Lucas mientras jugábamos a eso.

―¿Te vas a rajar? ―preguntó mi prima mirándome con superioridad―. Si no, podemos jugar a otra cosa. Cogemos una botella y a quien le toque, en vez de darse un beso con otra persona, hace lo que la gente pida. Es más grupal e interesante, yo he jugado varias veces y en todas hemos acabado desmadrándonos. ―Se empezó a reír.

―Yo voto por eso ―dijo Álex mirando a Hayden y ella asintió.

―A mí me encanta todo lo que conlleve desmadrarse ―Matt puso una sonrisa pícara y me miró.

―La verdad es que no me van estos jueguecitos ―Jace se levantó del sofá y de inmediato Rebeca lo cogió del brazo y lo volvió a sentar―. ¿Qué haces? ―preguntó endureciendo el rostro.

―O jugamos todos o nada. ―Rebeca entrecerró la mirada y Jace se destenso.

Al final, mi prima y sus encantos, consiguieron convencer a todos los que estábamos en esa zona para jugar. Giramos la botella para ver quien sería la primera víctima, y esta apunto a Lisa.

[Disponible en físico] | Todo comenzó en esa estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora