30: La manera más fácil de desahogarme

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Narra Jace

Después del comentario de mierda que había soltado Rebeca, di un golpe contra el volante. Por suerte no me rompí la mano, pero poco me faltó.

No podía procesar todo lo que había pasado. Solo era consciente de que Rebeca se había encargado de joderme durante toda la noche y que no se había ido hasta haberme dejado hecho mierda.

Mi mente no pensaba con claridad, necesitaba evadirme de todo de alguna manera, y lo único que se me ocurrió fue recurrir a la manera más rápida para dejar de pensar.

Paré el coche y revisé mi lista de contactos. El primer nombre que me apareció fue el suyo, Kate, y estuve tentado a llamarla, pero antes de cagarla, decidí reprimir mis ganas y buscar a otra persona.

Seguí buscando y apareció el nombre de Emma. Bingo. Era la persona ideal para ese tipo de ocasiones, así que, sin pensármelo dos veces, presioné a llamar.

Hola amor. ¿Necesitas algo? ―Apenas la escuché por toda la música que se oía de fondo.

―¿Te apetece verme? ―pregunté a pesar de que sabía la respuesta.

―¡Claro que sí! ―contestó alargando las palabras. Era evidente que no se encontraba en buenas condiciones―. Ven aquí con nosotras. ―Se escucharon risas de fondo―. Ahora te envío la ubicación.

Al momento recibí el mensaje y me dirigí hacia la zona en la que se encontraba.

Desde la carretera pude oír la música que salía del establecimiento. Era un lugar bastante conocido de la ciudad, donde había estado en varias ocasiones y ya conocía el ambiente y tipo de gente que tenía. Aparqué como pude y fui donde había quedado con ella y su grupo.

―¡Te echaba de menos! ―gritó abalanzándose sobre mí en cuanto me vio―. ¿Te gusta mi vestido? ―Giró sobre si misma para luego dedicarme una sonrisa.

―Bueno, te queda bien.

La verdad era que, aunque pareciera que no lo decía en serio, no mentí. Le resaltaba mucho su cabello rojizo y le marcaba el contorno del cuerpo de una manera espectacular.

―Tú siempre tan hablador... ―Se empezó a reír y se volvió a abalanzar sobre mi cuello―. Llevo mucho tiempo queriendo volver a hacer esto. ―Me miró a los ojos y posó sus labios en los míos.

Me quedé unos segundos atónito, pero luego la rodeé por la cintura y la empujé hacía la pared para que apoyara su cuerpo. Mis labios se entreabrieron para dar paso a su lengua y mis movimientos se volvieron cada vez más bruscos. La besé con rabia, necesitaba sacar todos los pensamientos de mi cabeza, necesitaba que Kate desapareciera de mi mente y solo lo podía hacer de la mejor manera que conocía.

Sin dejar de besarnos subió encima de mí rodeándome con las piernas y fuimos hacia el baño. Empujé con fuerza la puerta del primero que había libre y pusimos el pestillo. Siguió besándome con ganas mientras se iba subiendo ese vestido tan corto y descarado hasta quitárselo. Se bajó de mí y se apartó un momento para quitarme la camiseta que llevaba, dejándome el torso al aire.

Su mano recorrió todo mi abdomen hasta llegar al límite en el que comenzaba mi pantalón y le rodeé la espalda para desabrocharle el sujetador.

Ahí fue cuando toda la situación se descontroló a nivele extremo y acabamos los dos sin aliento, jadeando, apoyando nuestra espalda contra la pared.

―Echaba mucho de menos esto ―dijo al acabar con la respiración agitada.

―Yo también.

Aunque los dos sabíamos que no era cierto. Lo habíamos dejado de hacer por unas razones, pero desgraciadamente esa noche mi cabeza no estaba en su sitio.

[Disponible en físico] | Todo comenzó en esa estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora