47: No te has podido resistir a mí

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Escuché como se aclaraba la garganta sin apartar la mirada de mí y el miedo empezó a invadir mi cuerpo. Bajé el rostro y fijé los ojos en la alfombrilla del coche.

La había cagado, y bien cagada.

—Da igual, ha sido una tontería, solo he conseguido que te sintieras incomodo, soy idiota.

Él siguió con los labios sellados y cada vez me sentí peor. ¿No pensaba volverme a hablar? ¿Tanto le había molestado mi proposición?

De repente, aparcó el coche y se bajó de él, dejándome dentro sin poder reaccionar. Seguí mi instinto y salí al exterior para ver a dónde quería ir.

Cuando levanté la mirada, vi ese edificio tan alto, ese sitio tan especial para él al que me había llevado esa noche de descontrol en la que me enteré de la traición de Hayden.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunté casi en un susurro porque me daba miedo lo que me pudiera contestar. Siguió sin dirigirme la palabra y me cogió la mano sin que me lo esperara.

Esa vez, en lugar de dirigirse a la puerta trasera, me llevó a la principal y esperó a que algún vecino abriera. Con total naturalidad, saludó al señor que acababa de salir del edificio y entramos en dirección al ascensor. Presionó el piso treinta y cinco, y mientras esperábamos, se quedó mirándome con una sonrisa pícara, pero siguió callado. Parecía que le había comido la lengua un gato.

Al llegar al ático, fue con paso decidido hacia donde había las mejores vistas. Esa vidriera espectacular que daba la impresión que en cualquier momento podías salir volando y llegar a la playa.

—Cierra los ojos —me ordenó—. Tranquila, no te voy a tirar —soltó como si me hubiera leído la mente. Me cogió de la mano y cerré los ojos al instante, confiando plenamente en él—. He conocido a muchas chicas, de verdad, a muchísimas. —Suspiré y a él se le escapó una leve risa—. Pero, te prometo que, aunque suene a tópico, ninguna ha conseguido transmitirme lo mismo que tú. A pesar de que siempre consigas sacarme de mis casillas, también logras que me mantenga en mi recuadro, y eso, es algo que me parecía totalmente imposible antes de conocerte.

Sin soltarme de la mano acarició mi mejilla y abrí los ojos para verle la cara mientras decía esas bonitas palabras. ¿Se me estaba declarando? No sabía si me estaba arrepintiendo de lo que había hecho, no entendía como me sentía, pero necesitaba escuchar todo lo que tenía que decirme.

—¿Por qué debo cerrar los ojos?

—Porque me da vergüenza Kate.

—¿Jace Brooks teniendo vergüenza? Anda ya.

—Por favor, no es algo fácil para mí.

Le hice caso y volví a cerrar los ojos.

—Esa mañana que te vi en el metro, la primera vez que nos conocimos, me fue inevitable no hablarte. Estabas tan guapa tarareando, con esa actitud de que todo te importaba una mierda. Ibas a tu rollo con tu música, y me dije, yo a esa chica la tengo que conocer.

—Jace... —dije emocionándome.

—Y no sé cómo lo has hecho, pero cada vez que dejo mi mente en blanco, apareces con esa tímida sonrisa que siempre intentas ocultar, pero que siempre consigo sacarte. Y realmente, no entiendo que es lo que siento exactamente por ti, aunque creo que en eso consiste el amor, en dejar la lógica a un lado y dejarse llevar por el corazón. No esperaba que eso me pasara, pero es que ¿cómo no me va a pasar contigo? Si eres una chica increíble, aunque estés terriblemente loca.

—Jace, con lo bien que ibas y ahora te pones a llamarme loca —respondí cruzándome de brazos y frunciendo el ceño de manera cómica.

—Siempre consigues estropear el momento Katherine —contestó haciendo que los dos sonriéramos—. No quiero soltarte la chapa ni sonar cursi, así que para no estropear más esto de lo que ya lo he hecho con mis ñoñerías, simplemente voy a decir que me encantaría intentarlo contigo. Me has dejado realmente sorprendido al proponérmelo tú, porque conociéndote, y sabiendo lo dura que sueles ser, no me lo esperaba.

[Disponible en físico] | Todo comenzó en esa estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora