Mis párpados se abrieron lentamente al escuchar el sonido del despertador a todo volumen. Eran las ocho de la mañana de un sábado de noviembre, y para mí, levantarme a esas horas un finde, era algo impensable. Por desgracia, tenía cosas que hacer, así que no tuve más remedio que alzar el culo de la cama, y empezar la mañana con energía, a pesar de que por dentro me sintiera agotada.
Debía admitir que no era muy partidaria de madrugar. Había adquirido el hábito de ser productiva por las noches, y eso me pasaba factura a la hora de despertarme. Siempre acababa dando vueltas sobre el colchón, y más de una vez me había quedado dormida por no levantarme al momento.
Me dirigí hacia el baño a darme una ducha fría que me espabilara, y al salir, me pasé el secador para evitar coger un resfriado. Me agarré el pelo en una coleta alta, y me vestí con una sudadera ancha y unos vaqueros holgados para ir cómoda. Le di un toque a mis pestañas con un poco de rímel para verme más despierta, cogí las llaves de casa, los auriculares y salí directa a la calle.
El objetivo número uno de mi mañana era ir al centro de Chicago a recoger las entradas de un concierto al que iba a ir ese lunes, pero ya que iba allí, pensé en aprovechar el viaje y mirar algo de ropa acorde a la ocasión. No era alguien que saliera demasiado, y mucho menos a espectáculos de ese calibre, así que en mi armario no había muchas opciones entre las que escoger.
De camino a la estación de metro, paré en una cafetería para comprar algo de desayuno. A esas horas mi estómago solía estar cerrado, pero sabía que debía comer para sentirme un poco más activa. Pedí para llevar un pastelito de chocolate y un latte, ya que no era muy fan del chute de cafeína mañanero y siempre lo tomaba con mucha leche y poco café.
Al llegar a la parada, me dirigí al pasillo de la línea verde porque sabía de memoria que esa iba directa a la zona comercial. Como tenía diecisiete años y tampoco era muy fan de los autobuses, ir en metro era la única manera que había encontrado de desplazarme por la ciudad de manera rápida y eficaz. Dejando a un lado que no me quedaba otra alternativa porque no tenía ni carnet de conducir, ni me podía permitir comprarme un coche.
Cogí asiento en el primer sitio que vi y rebusqué una canción en mi playlist para estar entretenida durante el trayecto. Subí el volumen al máximo y me concentré en la dulce melodía de Matter To You de Sasha Sloan.
Mientras me comía el pastelito, navegué un rato por las redes sociales para no aburrirme por el camino, pero tampoco encontré nada interesante. La mayoría de gente a la que seguía eran famosos o gente del instituto con la que no había intercambiado más de dos palabras. Los primeros solo subían cosas de su vida ideal, y los segundos lo mismo, pero en versión low cost.
Bloqueé el teléfono y me dejé llevar por la música que salía de mis auriculares. Como me quedaban varias paradas, y me estaba aburriendo un poco, decidí analizar a las personas de mi alrededor mientras la música me rodeaba. La mayoría era gente de mediana edad, que seguramente se dirigía al trabajo por la manera en la que vestían.
Unas paradas antes de llegar a mi destino, cuando las puertas se abrieron para dejar entrar y salir a la gente, mis ojos se detuvieron en uno de los chicos que acababa de subir al vagón. Debía tener más o menos mi edad, y era bastante alto, aunque seguramente se debiera a que yo estaba sentada y él de pie. Aun así, lo que más me llamó su atención, no fue su aspecto, sino su perfume, que me había dejado completamente embriagada. El olor no me disgustaba, pero, o se había pasado tres pueblos, o era una fragancia tan potente que había provocado que me centrara intensamente en él.
Ignorando su fuerte aroma, no podía negar que su aspecto también me había interesado, al menos a primera vista.
Su cabello era castaño y estaba bastante desordenado, sus ojos eran claros, aunque ni verdes ni azules, más bien de un color parecido a la miel, y llevaba una cazadora marrón que le quedaba bastante bien.
Bajé la mirada a mi teléfono al ver que se había puesto una canción que me encantaba, y empecé a tararear inconscientemente por lo pegadiza que era. No me di cuenta de ello hasta que noté sus ojos clavados en mí.
Volví a alzar la vista para comprobar que estaba en lo cierto y sin apartar los ojos, me miró de arriba abajo descaradamente antes de dedicarme media sonrisa.
¿Por qué me había sonreído? A lo mejor las pintas que llevaba, sumado a lo ridícula que me debía ver tarareando, le habían hecho gracia. En ese momento me arrepentí de no haber acicalado un poco mi pelo rubio y de no haber dormido apenas la noche anterior, porque mis ojos marrones se veían más apagados que de costumbre.
―Eh, tú. ―Oí que decía en voz calmada.
―¿Me hablas a mí? ―Levanté la cabeza mientras me quitaba uno de los auriculares, deseando que me contestara con un no.
Asintió sin dejar de sonreír.
―Por si no te has dado cuenta, estás cantando a Britney Spears como si te fuera la vida en ello.
Me quedé petrificada unos cuantos segundos analizando cómo responderle. Claro que me había dado cuenta, pero pensaba que estaba simplemente tarareando, no ofreciendo un concierto a todo pulmón a la gente del vagón.
―¿Te estoy molestando? ―pregunté medio en broma mientras pausaba la música y me quitaba el otro auricular―. Si no es así, ¿qué quieres?
―Nada, simplemente para que lo supieras. Aunque me ha parecido adorable que estuvieras cantando Baby One More Time con esa vocecita.
¿Adorable? ¿Cómo que adorable? Los colores empezaron a subir por mis mejillas hasta que me replanteé que a lo mejor me estaba vacilando.
―¿Vas a bajar pronto o podré disfrutar un poco más de tu aterciopelada voz? Aunque, a decir verdad, no creo que cantar sea tu mayor fuerte.
―¿Qué más te da? ―espeté fríamente. Me estaba empezando a poner de los nervios su chulería constante.
―Anda, pero si tienes carácter. ―Se rio de una manera sarcástica que me irritó todavía más―. Con esa dulce voz no imaginaba que pudieras tener un alter ego agresivo.
―No sé qué esperabas, pero más te vale ir a molestar a otro antes de que mi humor vaya a peor ―contesté contratacándole.
Antes de que me respondiera me levanté y lo dejé con la palabra en la boca. Le di un último sorbo al café antes de tirarlo a la basura, y me dispuse a bajar del vagón. Por suerte la próxima parada era la mía, si no, hubiese quedado en ridículo quedándome en frente de la puerta sin salir.
Cuando por fin se abrieron las puertas, que en realidad fue al momento, pero a mí me pareció una eternidad, seguí caminando hacia la salida de la estación.
De repente, noté una sensación muy extraña, como si alguien me estuviera siguiendo. Me giré y ahí estaba él, a escasos metros, posando sus ojos sobre los míos.
¿Casualidad que hubiese bajado en la misma parada que yo?
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¡Hola! Soy la escritora🤭 Bueno creo que eso es obvio JAJA. Voy a intentar no enrollarme e iré al grano.
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Un beso a todos y todas🤍 ¡Espero que os guste la historia!
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[Disponible en físico] | Todo comenzó en esa estación
RomanceEsta es la reescripción de una novela ya publicada en mi perfil. Se publicará en físico vía Amazon el 16 de junio de 2022. Toda la info en mi instagram: @ausibooks Todo puede cambiar en un efímero instante. Esos momentos que pasan tan rápido y que...