Cuando los Caminos se Juntan. © (Segundo libro)

Capítulo 8 - Noche de fiesta.

La vida es como una fiesta: te lo puedes pasar muy bien, o muy mal.

— Kenny Loggins

— No los molestaran más, espero que disfruten de la noche. — Escuché que Lucas le dijo a mi hermano, se alejó de ellos y pasó a mi lado rozando su mano con la mía para luego acercarse un poco hasta llegar a mi odio izquierdo y susurrar muy despacio. — Por cierto, ese vestido te queda genial, te hace ver sexy, provocativa. — Terminó la frase y se marchó dejando ese exquisito olor a perfume que desprendía de él.

Me quedé estática, sentí un cosquilleo invadir mis piernas que fue subiendo hasta mi pecho, sentía el calor apoderándose de mis mejillas, y una punzada en el estómago que me hacía incomodar un poco, respiré hondo intentando no soltar un leve gemido, me contuve inmóvil hasta que ya no lo sentí cerca.

— Parece ser el dueño del lugar. — Planteó Alex al acercarse a mi junto con los demás. — Es la única lógica que le veo a esto.

— Lo es, escuché como le decía a los guardias que los iba a despedir si no dejaban pasar a Antonella. — Confesó mi hermano.

Agradezco que nadie viera lo que había pasado antes conmigo. Yo permanecí callada y luego todos nos adentramos al club. Su estilo era ostentoso, lleno de luces rojas con un tono opaco, una barra al fondo y estaba rodeado de mesas, en el centro se encontraba un espacio abierto para cuando las personas quisieran bailar, de fondo sonaba música electrónica, se encontraba algo vacío, no habían tantas personas, Alex tuvo razón.

Me gustaba, me recordaba a mis tiempos de secundaría, mis padres no me dejaban venir a estos lugares, pero siempre me escabullía con Valentina, ellos nunca se enteraron, por supuesto, si lo hubieran hecho me hubieran encerrado en mi cuarto como en una prisión. Era raro pensar en mis padres después de que todo se jodiera. Entre las personas que observamos estaban Valentina y Max sentados en una de las mesas al fondo, ya habían pedido unos cuantos tragos, iniciaron la fiesta sin nosotros.

— ¡Hey! — Saludó Valentina al vernos con un tono de voz elevado por la música y Max saludó elevando su mano y sonriendo.

Nos acercamos a ellos y saludamos, seguido a eso nos sentamos junto a ellos.

— Vamos a la barra para que pidan.— Comentó Max antes de levantarse.

— ¿Qué quieres, Ángel? — Me preguntó Alex.

— Un whisky en las rocas. — Pestañee coqueta y sonriente, me sonrió de vuelta y me dio un beso en la frente.

— Vamos, Max. — Dijo Alex caminando hacía la barra haciendo señas con la mano para que lo siguiera.

— Yo voy con ustedes. — Saltó Sebas. — ¿Te traigo un agua? —Le preguntó a Antonella y ella afirmó enseguida.

Los chicos se fueron a la barra mientras que nosotras hablábamos y reíamos. Los chicos llegaron con los tragos, la noche fue transcurriendo, a medida que avanzaba llegaban más personas, se llenó rápido, aún así, no éramos tantas personas adentro, este club en específico tenía como una de sus reglas que el máximo de personas que podían entrar era de cincuenta, no más, y la verdad eso me parecía bien, además contaban con un gran espacio en donde todos estábamos cómodos, nadie chocaba con nadie, era lo suficientemente grande como para deambular y bailar sin ningún problema.

Estaba todo normal y la estábamos pasando genial, hasta que a mi cerebro se le ocurrió la grandísima idea de pensar en el tormentoso de Lucas, gracias alcohol por hacerme divagar, no lo había visto más por el lugar, ni siquiera de paso, desde que nos ayudó en la entrada no supe más de él ¿Seguirá en el club? Eso a mi no debería importar, no tengo que siquiera estar pensado en él, y mierda, justo entre las divagaciones en mi cabeza recordé todas las noches de insomnio y las fantasías que había tenido con él, comencé a ponerme inquieta, crucé mis piernas al sentir como mi entre pierna se calentaba, no podía mojarme, no aquí, no con la tanga que me puse y menos pensando en el imbécil de Lucas, me levanté de la silla y le hice señas a Valentina para que me acompañara al baño.