Llegué a casa después de una larga jornada de trabajo, pude distraerme, pero aún así en ocasiones venían los recuerdos de las conversaciones con Lucas, y ahora que había leído mi diario se había jodido todo aún mas, sabía lo que sentía y lo que quería y estoy segura de que él iba a tomar el mayor provecho posible.Alex me recibió con un beso cálido y un abrazo esperanzador. Cenamos en familia, estaba todo normal hasta que Antonella se comenzó a quejar, sostenía su vientre con fuerza, decía sentir un dolor fuerte y punzante, el bebé no podría venir ya, apenas tenía un mes de embarazo, nos levantamos todos de la mesa y nos apresuramos para subir al auto y llegar lo mas rápido posible al hospital.
...
La recibieron inmediatamente y la llevaron a urgencias, no pudimos seguir con ella, los médicos nos hicieron aguardar en la sala de espera, lo que para nosotros pareció una eternidad. Después de varios minutos, los cuales fueron un verdadero infierno, salió un doctor preguntando por los familiares de Antonella, inmediatamente nos levantamos de las sillas aburridas del hospital y nos acercamos a él, haciendo señas que éramos nosotros, nos informó que no había sido nada grave, simplemente el bebé se sentía incómodo en la posición que se encontraba la madre, lo que hizo que se moviera de una manera que provoco el estiramiento del vientre, pero que no volvería a pasar, y si en dado caso sucedía, sólo tenía que cambiar de posición, es decir, no era nada grave ni de que preocuparse. Nos aliviamos y todos pudimos respirar tranquilamente soltando un enorme suspiro. Le suministraron vitaminas y le dieron de alta inmediatamente así que nos fuimos todos a casa. Llegamos tarde del hospital, nos fuimos directamente a dormir, y aunque el doctor dijo que no era de preocuparse, estuvimos atentos toda la noche por si Anto necesitaba algo.
Al día siguiente Alex y yo fuimos los únicos en ir a trabajar, Anto se tomó el día para descansar y mi hermano se quedó en casa con ella para cuidarla. Sólo por hoy me había llevado el auto de Sebas. Trabajé solamente por la mañana, en la tarde me encontré con Valentina en su casa, dijo que tenía algo muy urgente que decirme, salí apresurada de la oficina y le encargué el cierre a Olga. Llegué a donde se encontraba mi mejor amiga, bajé del auto y me aproximé a la puerta.
— ¡Din, don! — Llamé desde afuera mientras tocaba la puerta con un puño.
A los segundos escuché como abrían el cerrojo y se iluminaba la cara de angustia, pero a la vez de ansiedad de Valentina, portando una bata blanca de terciopelo con su cabello vuelto un nudo en un moño, unas pantuflas peludas de color rosa y una taza de café en la mano.
— Entra, hay algo que debes saber. — Se apresuró a decir y caminó a la sala dejándome atrás. Me introduje a la casa cerrando la puerta detrás de mi. Me senté en el sofá tirando mi bolso a un lado y quitándome los zapatos para estar más cómoda.
— ¿Puedes decirme qué es lo que debo saber y por qué crees que es tan importante? — Murmuré mientras me daba una taza de café como la suya y se sentaba a mi lado en el sofá acurrucando las piernas en este.
Me miró inquieta. — Esta mañana salí a caminar, después de un largo cardio, quise ir por un café a Bread and Waffles, así que vine por mi auto, Max se antojó también y nos encaminamos al centro, cuando veníamos de regreso pasamos por un restaurante de comida gourmet, me detuve cuando el semáforo se tornó rojo y miré por mi ventanilla. — Hizo una pausa como si estuviera reviviendo el momento. — Me pareció ver a una persona bastante... Conocida. — Hizo otra pausa.
— ¿Quieres dejar el drama? Escupelo de una buena vez. — La ansiedad por saber de que trataba habló por mi.
— Vimos a Daniel. — Escuché una voz que provino de las escaleras detrás de mi.
— ¡Babe! Acabas de matar todo el suspenso. — Exclamó Valentina desanimada haciendo puchero.
Max se acercó a nosotras, me saludó con un beso en la mejilla, le dio uno en la frente a Val, fue por un vaso de agua y se sentó frente a nosotras en el otro sofá que se encontraba allí.
— ¿Están seguros qué era él? — Miré desconcertada y con anhelo, tengo que admitir que lo extrañaba.
— Estoy segura de que era él. — Me miró sonriente. — Han cambiado mucho, está más atractivo.
— ¡Hey! — Exclamó Max mostrando algo de celos, me reí, al igual que Val, pero ella seguido le guiño el ojo e hizo señas con sus labios mandándole un beso.
— No puedo creer que este aquí. — Susurré hagachando la cabeza con una sonrisa a medias.
— La vida te está dando otra oportunidad de arreglar las cosas, él y tu fueron mejores amigos por años, y creo que así como perdonaste a Lucas, deberías hacerlo con Daniel, todavía no entiendo como fue que lo perdonaste a él primero.
— ¿Perdonaste a Lucas? — Se sorprendió Max. — Ahora si esto se puso bueno. — Comentó enérgico y me hizo imponer la mirada sobre él en modo de desaprobación al igual que Val. Max a veces ser bastante molesto.
— ¿Tiene qué estar aquí? — Pregunté a mi mejor amiga insinuando que me incomodaba la presencia de su novio.
Valentina sólo lo miró y él entendió la señal. — Bien, estaré arriba por si me necesitan. — Aclaró mientras se levantaba del sofá a la cocina para dejar el vaso de agua. — Sólo una cosa más. — Se acercó y me miró. — Cuidado con lo que dices y como lo tratas, ya sabemos como se pone cuando le rompen el corazón. — Se dirigió a las escaleras serio dejándome inquieta. — Si me necesitan estaré arriba. — Gritó.
— No lo haremos. — Grité burlona al asegurarme de que ya no estaba su molesta presencia y continúe hablando.
— ¿Cómo sabes que perdoné a Lucas? — La miré copnfusa.
— Pues, lo supuse por la situación en la que los encontré la otra vez en el baño de ese club. — Aclaró.
Y en ese momento me invadieron todos los recuerdos de ese momento, las miradas, el deseo, la tensión, los sentimientos, el roce de nuestros cuerpos, los olores, todo revivió en mi mente unos instantes, pero fui obligada a regresar a la realidad cuando un ajetreo que provenía de las manos de mi amiga se posó frente a mi cara.
— ¿Sigues conmigo? — Su mirada era astuta, ella sabía en que pensaba.
— Sí... — Hice una pausa. — Tienes razón, lo perdoné, pero no significa que seamos amigos o que todo vaya a ser como antes, y sabes perfectamente que lo que sucedió ese día fue por culpa de la odiosa droga de Mónica. — La miré desafiante, ella me observó confundida. — La chica pelirroja del baño. — Aclaré y ella asintió. — Y con respecto a Daniel, lo pensaré, tienes razón, tuvimos muchos años de amistad, sería injusto no darle el beneficio de la duda, aunque puede que sea un poco tarde ahora. — Mi voz era cabizbaja, pensaba en esa noche, el día de mi cumpleaños, el día que todo se fue a la mierda.
— Habla con él, An. — Se acercó y me sostuvo de ambas manos en respuesta a que me apoyaba. — Todavía no puedo creer que nos drogamos. — Me miró aguantando una risa, la observé de la misma manera y reventamos a carcajadas.
Nos terminamos el café mientras hablábamos de diferentes cosas, por unos segundos pensaba en Lucas, no lograba sacarlo de mi mente, odiaba eso, mi día iba bien hasta que a mi cerebro se le ocurría la genial idea de recordarme a ese idiota, pero gracias a Val los pensamientos no perduraron demasiado, hablamos de mi boda, entre otras cosas y al final del día ya no había pensando más en el susodicho.
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Cuando los Caminos se Juntan. © (Segundo libro)
Romance(COMPLETA) Parte final de "Cuando menos te lo esperas". Nunca te rindas, a veces la ultima llave es la que abre la puerta, pero tienes que asegurarte de escoger la puerta correcta, una te puede llevar a la vida, la otra te puede llevar a la muerte...