Capítulo 11 - Maldito celular.

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El Domingo transcurrió tranquilo, nos quedamos en casa mirando películas en la sala, comiendo palomitas. Me enteré de todo lo que sucedió luego de que mi memoria decidió fallar, resultó ser que mi juicio se nubló por una descarga de adrenalina que decidió subir de la nada por todo mi cuerpo, es decir, así como el alcohol se me bajó en el baño por las situaciones en las que me encontré, después de un rato volvió a subir, y esta vez más fuerte, vomite por la ventana del auto, luego al llegar a casa Alex me desvistió para ducharme, en su intento de ser romántico lo seduje, y seamos sinceros, es hombre, se le hizo imposible resistirse e intimamos, ahí la razón por la que amaneció desnudo y yo con una de sus camisas. A pesar de que fue una tarde tranquila, tuve una espinita de inquietud todo el día, seguía pensando en dónde pude haber tirado mi celular, no le diría nada a los demás hasta estar segura de que lo había perdido por completo, en mi todavía nacía una pequeña luz de esperanza porque alguién lo encontrara y fuera honesto para entregarlo a su dueño.

Me levanté el Lunes para ir a trabajar al igual que Alex, esta vez guardamos el desayuno en nuestros bolsos

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Me levanté el Lunes para ir a trabajar al igual que Alex, esta vez guardamos el desayuno en nuestros bolsos. Alex me dejó en mi trabajo y se marchó al suyo despidiéndose con un beso tierno en mis labios, entré a la empresa y saludé a todos quienes ya se encontraban puntuales trabajando.

— Buenos días. — Dije sonriente para ser correspondida con el saludo de vuelta.

Me dirige a mi oficina para comenzar a organizar el proyecto que teníamos planeado para Diciembre, estaba emocionada con todo lo que habíamos avanzado, para cuando llegara la fecha estoy segura de que tendríamos todo perfecto.

Pasé horas entretenida en el portátil, mirando diseños, pasarelas, lugares, modelos, colores, telas, etc... Olga entró a mi oficina y me sacó de mi concentración, me avisó que había alguién que me quería ver, ella le había dicho que estaba ocupada, pero esa persona insistió en que era importante y no podía esperar, así que tomé una pausa en lo que estaba haciendo y le afirmé para que lo dejara pasar, ella se retiró y a los cinco segundos entró la otra persona cerrando la puerta atrás de él.

Me quedé pasmada en la silla. Cargaba el mismo aspecto de siempre, vaqueros negros, una camisa negra y botines café oscuro, su cabello color azabache despeinado, iba en todos los sentidos, pero aún así, se veía jodidamente atractivo.

— ¿Qué haces aquí? — Regañé frenética.

— ¿Por qué siempre tienes que estar a la defensiva, bizcocho? — Espetó Lucas risueño.

No podía lidiar con él ahora, menos con lo que había pasado el Sábado por la noche, además tenía muchas cosas en la mente como para perder el tiempo con sus estupideces. Lo miré rabiosa.

Se acercó a mi escritorio y tomó asiento en una de las sillas frente a este al ver que yo no decía nada.

— Ten. — Colocó mi celular en el escritorio.

— ¡Lo tomaste! — Dije furiosa y lo tomé rápidamente para abrazarlo contra mi pecho como si fuera un bebé.

— No, uno de los guardias lo encontró fuera del club y me lo entregó. — Se defendió. — Supe que era tuyo por el fondo de bloqueo. — Sonrió divertido. — Linda foto por cierto.

De ahora en adelante no volvería a poner una foto mía de bebé en la bañera.

— Iba a llevártelo ayer a tu casa, pero no quise ser inoportuno.

— Igual no sabes donde vivo. — Lo observé victoriosa. 

Sonrió y me hizo molestar su incredulidad. — Tengo mis contactos. —   Lamio sus labios y suspiro. — Sabes, es fácil rastrear a las personas en estos tiempos.

Respiré exhausta y puse mis ojos en blanco.  —  Gracias por traerlo, ahora ya puedes irte. — Sonreí fingido y le señalé la puerta con mi mano.

Soltó una carcajada y se recostó de la silla, acomodándose más en ella, afirmando que aquí no acababa esto.

— Sabes. — Dijo placentero con una sonrisa juguetona en el rostro mientras juntaba ambas manos y entrelazaba sus dedos. — No sabía que fantaseabas conmigo. — Comentó y me miró directo a los ojos sonriendo pícaro, haciéndome poner nerviosa y temblorosa, sus ojos verdes perforaban mi alma y no podía controlar mi cuerpo, ni mucho menos los latidos de mi corazón.

— ¿Pero qué dices? Jamás fantasearía contigo, ni siquiera pienso en ti, deja de ser tan impertinente. — Tragué grueso, mis cejas estaban fruncidas, enseguida se desvaneció la sonrisa de su rostro.

Siguió observándome, esta vez serio, luego sonrió en media luna, se inclinó al frente y posicionó sus codos en sus rodillas aún con las manos juntas y los dedos entrelazados. — Bueno, estas diciendo todo lo contrario que decía en tu... — Arrugó la frente buscando la palabra. — ¿Diario? — Sonrió desvergonzado.

— ¿Desbloqueaste mi celular? Y ¡Leíste mi diario! — Sentía como subía el calor a mi rostro por la vergüenza y la rabia.

— Fue fácil descifrar tu contraseña. — Sonrió victorioso. — Muy romántico de tu parte poner la fecha en que ¿Alex?. — Se recostó nuevamente de la silla, su tono de voz era arrogante, él lo estaba disfrutando. — Te propuso... — Puso los ojos en blanco e hizo un sonido de disgusto. — Matrimonio. — Soltó una carcajada burlona, hizo una pausa y respiró profundo. — Te daré un consejo, no guardes tu diario en la nube, bizcocho, quién entre ahí puede verlo todo. — comentó burlón.

Me intimide por completo ¡Había leído mi maldito diario! A veces odiaba la tecnología, con ella no existía la privacidad, y tampoco debí cambiar mi contraseña ¡Ahg! Lo miré estupefacta, apuesto a que parecía que iba a estallar, sentíami rostro arder.

— No te pedí tu consejo. — Me levanté de la silla con euforia, caminé a la puerta y la abrí de golpe.

— Gracias por traerme el celular. — Soné cortante e irritada, señalé la puerta con la mano que me quedaba libre indicándole que se fuera.

Lucas sonrió disfrutando de la situación, se levantó de la silla y caminó hacía mi escéptico. — Eres una mentirosa. — Contestó parado frente a mi.

— Pues lo que tu pienses no es mi problema. — Contrataque.

Me tomó bruscamente de la cintura, haciendo que me estrellara con su pecho sorprendida por el acto que realizo, mis manos las estaban sobre este y solté un sonido en sorpresa, subí un poco la mirada para observarlo mejor, él era mucho más alto que yo, me encontré con sus intensos ojos observándome. — Dime que es mentira lo que escribiste y me iré. — Me oprimió con más fuerza hacía él evitando así que pudiera tomar alguna distancia.

— Ya te dije que lo que leíste es mentira. — Dije con mis ojos puestos en su pecho.

— Muy bien, ahora dímelo mirándome a los ojos. — Tragué grueso, tarde en contestar, se me hacía imposible expresar alguna palabra, me sentía tan indefensa y arrinconada. — Ti-tienes que irte. — Tartamudee un poco y carraspee.

— Bizcocho.

— Que no me llames así. — Subí mi vista haciendo que se encontrara con la suya e impuse presión.

— Ahora que tengo tu atención, dime que no fantaseas conmigo. — Humedecio sus labios y trajo una sonrisa a su rostro.

Había caído en su maldita trampa.

— Todo es mentira. — Lo penetraba con la mirada, pero mi seguridad no duró mucho cuando él continuó mirándome.

— Eres mala mintiendo ¿Sabías? — Siguio observándome unos segundos, me soltó el agarré y salió de mi oficina, cerré la puerta seguido, dejé ambas manos presionadas a esta y comencé a respirar exasperadamente sin parar, intentando asimilar lo que había pasado e intentando calmar mis nervios, las piernas me temblaban como gelatina, me era imposible controlarme cuando Lucas estaba cerca, me sacaba totalmente de mi zona de confort.











Cuando los Caminos se Juntan. © (Segundo libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora