Me miré al espejo como pude, todo me daba vueltas, me incliné hacía adelante y me sostuve con ambas manos en el mármol del lava manos, cerré mis ojos y respiré profundo, bajé la cabeza, tragué grueso, miré el espejo nuevamente para observarme, lavé mis manos, luego me acomode erguida, miré a ambos lados para asegurarme de que no se encontrara alguien más en el baño, por suerte no había nadie, pasé la mano por mi boca, cerré los ojos nuevamente e intenté calmar los zumbidos que me aturdian en mi cabeza.— ¿Qué hace una dama tan preciosa cómo tú tan sola? — Musito la persona y para mi sorpresa no era la voz de una mujer.
Levanté la miraba enseguida y me encontré con un hombre alto, de cabello castaño oscuro y unos ojos fulminantes color gris.
Carraspee un poco. — Este es el baño de mujeres. — Le contesté al hombre, el cual era bien parecido, tenía pinta de ser de esos que se prestan para ser sugar daddys o un empresario reconicido, andaba de traje negro, con una corbata roja, zapatos de vestir y bien peinado.
Me miró sonriente. — ¿Enserio? Hum, no me había percatado, lo siento. — Habló, pero su tono no era en forma de disculpa, era más bien depravado, como si hubiera entrado con intención.
Lo miré incómoda. — Sí, bueno. — Sonreí desagradable, iba a caminar hacía la puerta, pero su musculoso y fortificado cuerpo se me atravesó en frente para no dejarme avanzar y me detuve de golpe.
— Quiero ir con mis amigos, por favor déjame pasar. — Me alejé y me posicione firme, él esbozaba una sonrisa disipada y me miraba de arriba para abajo.
— Vamos, yo puedo ayudarte a zacear esa sed que tienes. — Me tomó de la cintura con fuerza y me acercó a él.
— ¡Suéltame, no me toques! — Lo empujé, pero no logré alejarlo.
Me aprisionó más cerca de él y se acercó para besarme el cuello bruscamente, intentaba alejarlo, pero tenía mas fuerza que yo, gritaba, pero el bullicio por la música no les permitía a los demás escucharme, todo el alcohol en mi cuerpo y la pastilla que me había dado Valentina se habían desvanecido con la adrenalina y el miedo, sentí que todo se había ido a la mierda, pero me recuperé y le di un rodillazo en sus parte baja dejándolo sin aire.
— ¡Zorra! — Se alejó quejándose y me insultó con voz quebradiza con sus manos en su parte íntima retorciéndose. Venía nuevamente sobre mi, me quité el cabello que se había posado en mi rostro y me preparé para enfrentarme a él nuevamente y forcejear, pero no pudo acercarse, Lucas entró al baño empujando la puerta con furia y lo sujeto por la parte de atrás de su saco pegándolo contra la pared del baño, lo tomó por la corbata con su mano izquierda cuando lo tuvo de frente, lo levantó un poco del suelo y le dio un puñetazo en la cara con la mano que le quedaba libre.
— ¡Aléjate de ella pervertido de mierda! — Le dio otro golpe en el rostro, esta vez le saco sangre. — ¡Lárgate de mi club y no vuelvas a aparecerte por estos lados en tu puta vida, porque si te vuelvo a ver te prometo que no voy a ser tan amable! Además, no querrás que tu papi se entere de lo que haces ¿Cierto? — Lo soltó con furia y el hombre salió espantado goteando sangre de su pómulo izquierdo y de la comisura de su labio.
— ¿Estás bien? — Se acercó a mi y me inspeccionó para verificar que no me hubiera pasado nada.
— Estoy bien. — Afirmé temblorosa. — No me llegó a hacer nada. — Sonreí a medias. — Él tenía mucho miedo de ti, pareciera que hubiera visto al mismo diablo. — Afirmé.
Él carcajeó. — Sólo es un cobarde borracho que se cree un puto crack por perturbar a las mujeres, pero cuando alguién con agallas lo enfrenta, se orina en sus pantalones, es un niño de mami y papi.
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Cuando los Caminos se Juntan. © (Segundo libro)
Romance(COMPLETA) Parte final de "Cuando menos te lo esperas". Nunca te rindas, a veces la ultima llave es la que abre la puerta, pero tienes que asegurarte de escoger la puerta correcta, una te puede llevar a la vida, la otra te puede llevar a la muerte...