Llegué a casa cansada, me adentré a la casa y caminé hasta la sala, todo estaba en silencio, por lo general siempre que llegaba escuchaba la TV de la sala encendida o las voces de todos en la cocina. Sabía que Alex se encontraba en la oficina trabajando, pero mi hermano y mi cuñada se habían quedado en casa, y son las cinco de la tarde, no creo que estén durmiendo, pensé. Subí a las habitaciones de cada uno para asegurarme, pero estaban vacías ¿A dónde habrían ido? Bajé y caminé a la cocina por un vaso con agua y en ella había una nota adhesiva.— Fuimos a comprar donas, Anto tenía antojos, volveremos pronto. Besos, tu hermano favorito.
Reí por el comentario de Sebas, él era mi único hermano, así que era algo ilógico y gracioso.
Subí a la habitación, me deshice de mi ropa y entré a ducharme, necesitaba relajarme y pensar con tranquilidad.
Preparé la bañera y me dispuse a relajarme, deslice mi cuerpo con lentitud hasta que logré reposar mi cabeza sobre la esquina de ésta, cerré mis ojos y respiré profundo y el olor a manzana verde y canela invadió por completo mis fosas nasales haciendo que quedara extasiada por el maravilloso aroma de las velas, sentía como mi mente se despejaba, por primera vez en días no pensaba en absolutamente nada, sólo veía un cielo lleno de nubes blancas y el sol ardiendo en todo su esplendor, se sentía bien.
Sentía como cada vez mi cuerpo se desvanecía y se sentía más pesado a medida que iba profundizando el sueño, mis ojos estaban relajados, todo en mi cabeza se fue desvaneciendo a medida que me iba quedando dormida, pero me fue interrumpido por un golpe que provino de la habitación, me estremecí al instante propiciando un salto brusco que hizo latir mi corazón a un ritmo acelerado, estaba aturdida, no lograba caer en cuenta de que había sucedido, después de unos segundos de mirar a todos lados para lograr entender que había pasado volví a escuchar otro sonido proveniente de la habitación, me alarmé un poco, pero calme mis pensamientos, debía ser Alex quién había llegado a casa, pero esa calma desapareció cuando recordé que Alex siempre llegaba anunciando su entrada, y cuando no me encontraba por la casa comenzaba a gritar mi nombre para ubicarme. Todo mi cuerpo se estremeció al sentir que podía ser un ladrón o peor, un asesino, mi respiración se torno agitada e incontrolable, salí de la bañera intentando no hacer ruido, tomé la toalla y la envolví alrededor de cuerpo doblando la punta sobrante hacía adentro en mi pecho para afirmar el soporte y así no se cayera, lentamente caminé hasta la puerta del baño que se encontraba abierta dando pasos tenues para no afirmar la pisada, con mucho cuidado miré a la habitación, en primera instancia observé la cama, luego la puerta, la cual estaba cerrada, yo la había dejado así, por lo que no me espanté, todo parecía tranquilo y sin rastros de que hubiera alguien más aquí, di unos pasos hacía adelante para salir por completo a la habitación, desde dónde estaba no podía mirar hacía el lado del ventanal, mi respiración era agitada y mi corazón parecía querer salirse de mi pecho, con algo de valor y evitando el temblor en mis piernas me separé de la puerta del baño, caminé unos paso y luego sentí a mi corazón y mi alma salir de mi cuerpo por un instante, el temblor se apoderó de todo mi cuerpo impidiéndo moverme, sujete dónde estaba el agarré firme de mi toalla asegurándome de que no fuera a caerse por el sobresalto que había tenido ¿Qué carajos hacía Lucas sentado en el sofá frente a la ventana? Descansando como si lo que acababa de hacer era algo totalmente normal y adecuado.
— ¿Te asusté, bizcocho? — Tenía una media sonrisa en su rostro que se fue desvaneciendo al notar mi incomodidad, pero no puedo negar que me tranquilizaba que hubiera sido él, es preferible a que hubiera sido un total desconocido que quisiera hacerme daño.
— ¡Pero que mierda, Lucas! — Lo ataque con la mirada, y ahora entiendo el dicho si las miradas mataran, aseguré que si así fuera él ya estaría más que sepultado.
ESTÁS LEYENDO
Cuando los Caminos se Juntan. © (Segundo libro)
Romance(COMPLETA) Parte final de "Cuando menos te lo esperas". Nunca te rindas, a veces la ultima llave es la que abre la puerta, pero tienes que asegurarte de escoger la puerta correcta, una te puede llevar a la vida, la otra te puede llevar a la muerte...