Capítulo 27 - Caos.

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Furia.

algo tan incontrolable, te hace explotar, te ciega nublando tu juicio por completo, te hace pensar sobremanera exediendo tus límites, te hace actuar diferente a lo que sueles ser, te cambia, la rabia llena tus ojos dejándote ver todo como si fuera un terremoto, sacudiendoce descontroladamente desmoronando todo lo que hay tu alrededor, no todos somos capaces de controlarnos, la mayoría se deja llevar y arrastra todo lo que se le atraviese tornándose riesgozo, la ira incontenible te puede llevar a matar a alguién, a dejarlo inmóvil o en un hospital conyebando cargos graves como el asesinato, pero el caso aquí es que todos llevamos el furor en nuestras venas volviéndonos propensos a actuar agresivamente, ya depende de cada quién como la ejecuta.

Hay algo que siempre llevo en mi mente, y aunque puede que no sea cierto, he visto varios casos en los que he comprobado que puede que sea verdad: "Los calladitos son los más peligrosos", tal vez sea porque se tragan tanto sus palabras que cuando explotan no hay freno que los detenga.

...

Angela Johnson

Nunca había visto a Alex actuar de tal manera, sus ojos estaban llenos de rabia, dolor, desilusión, y todo por mi culpa, no planee que todo esto pasara, pero mis malas decisiones me llevaron a esto, soy la única culpable de las cosas que me pasan, estoy tan jodida.

Lucas estaba tirado en el suelo, sangrando un poco de su mejilla y su labio, se levantó quejándose un poco por el dolor de cabeza que le reventó sin previo aviso, creí que se iría en contra de Alex para devolverle los golpes, pero no lo hizo, el sabía que no tenía derecho de hacerlo, él la había cagado al meterse con una mujer comprometida y sería imbécil de su parte reventar a golpes al prometido sabiendo que él mismo tenía la culpa.

Alex dijo palabras muy hirientes, pero ciertas, lo entendía, y sé que muchas fueron desbocadas por la rabia, Alex nunca diría algo para herirme, o tal vez si, pero se contenía a sacar su oscuridad y esta vez no quiso retenerla.

Dentro de todo esto en una de las veces que intenté acercarme a Alex para que me mirara a los ojos y que me dejara explicarle con calma, logré apreciar a Valentina y Daniel bajo un árbol intentando protegerse de la lluvia con un paraguas que sostenía Daniel, ambos nos observaban inquietos y descepcionados a la distancia, no querían entrometerce en el problema, además de que no les inconvenia.

— Es mejor que te vayas. — Miré a Lucas quien me observó firme, él sabía que si se iba debería cumplir con su promesa y él me perdería para siempre.

Hubo un silencio, permitiéndonos escuchar sólo a la lluvia, no tenía pensado que Alex me apoyara tampoco, él sólo me observó decepcionado, el sigilo fue interrumpido por la voz de mi hermano quien se aproximó frenético a dónde estabamos nosotros.

— ¡An!

¡Mierda! Como si esto no pudiera ponerse peor.

— Sebas... — Lo miré temblorosa cuando lo tuve cerca, su mirada pasó de mi a la mano de Alex llena de sangre en los nudillos, luego su vista se posó en Lucas.

— ¿Qué esta pasando aquí? ¿Estás bien? — Me preguntó tomándome por los hombros examinandome, asentí con mi cabeza, se giró a donde Alex mirándolo desconcertado.

— No, nada está bien. — Manifestó Alex. — Que tu hermanita te explique, me largo de aquí. — Me fulminó penetrante con aquellas canicas color miel y simplemente comenzó a caminar a la casa rozandome por un lado con la brisa de su paso.

— ¡Alex! — Lo llamé desesperada, no quería que se fuera así, pero hizo caso omiso y siguió su camino. Sebas siguió Alex mientras se marchaba, luego se detuvo y me observó confundido.

Cuando los Caminos se Juntan. © (Segundo libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora