Capítulo 21 - Día lluvioso.

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Y allí estaba yo, perdiendo mi dignidad y mi ego. A veces quisiera simplemente desaparecer por un tiempo sola, para evitar todos los problemas que me asechan desde las sombras todos los días, pero por más que me alejara por un tiempo, al regresar volvería a lo mismo, claro que no espero que las cosas vayan a desaparecer así como así, pero sería bueno tomar un respiro, la vida suele jugarte muy sucio, siempre nos imaginamos que todo va a ser color de rosas, que todo nos caerá en bandeja de plata, deseamos que así fuera, pero es mucho más complicado, cada decisión que tomas te lleva a una historia diferente, es muy difícil descifrar cual es la correcta, si es que la hay, pero la respuesta es, que no hay una decisión fácil, cada una te lleva a cosas distintas, pero lo que ambas tienen en común es que por más que lo intentes, tarde o temprano siempre va a haber algo que sale mal.

...

Nos estábamos alejando cada vez más de la ciudad, la carretera se hizo boscosa a nuestro alrededor, no tenía idea de a dónde nos dirigíamos, cualquiera en mi situación estaría un poco asustada o inquieta, pero yo estaba serena, no tenía miedo, por alguna razón me sentía segura con Lucas y confiaba en él, y tal vez eso es lo que me llevaría a mi propia destrucción.

Mis brazos seguían aferrados a su cintura, la brisa cada vez se hacía más fría, congelando mis manos y rostro, lo único que podía escuchar era el ruido de la moto, el sonido del viento y los estruendos provenientes del cielo que propiciaban la llegada de una tormenta, miré al cielo y lo contemplé iluminado por las centellas que se desplazaban junto a nosotros forrado en nubes grises y tétricas, hacían que el paisaje luciera tenebroso en vez de pacífico.

Recosté la barbilla del casco en el hombro de Lucas, quien me observó de reojo al instante y lo noté sonreír, mordí mi labio intentando atrapar las corrientes nerviosas que me ocasionaba este ser tan molesto, procurando no pensar en sus facciones tan perfectas y en su cuerpo esvelto, cerré mis ojos para dejarme llevar por las oleadas de aire frío, sentí un sonido diferente al resto que venía escuchando, fue parecido al de un golpeteo leve, lo volví a escuchar, una y otra vez, abrí mis ojos con el seño fruncido, percibí la parte transparente del casco que no había cerrado, estaba llena de gotas, miré el camino y comencé a detallar las gotas de lluvia cayendo sin descanso por la carretera, en los árboles y sobre nosotros.

— Estamos cerca. — Me sobresalte al escuchar voz de Lucas.

Permanecí abrazándolo. Al llegar al lugar la lluvia ya se había desatado hace unos segundos atrás, nos encontrábamos bajando rápidamente de la moto, al quitarme el casco la lluvia se estrelló contra mi nariz, mis labios, mis mejillas, en toda mi cara y empapando mi cabello enseguida al igual que a Lucas, corrimos a lo que era una pequeña cabaña, nos adentramos al lugar para protegernos de la lluvia, el frío había aumentado a niveles devastadores comenzando a reinar sin descanso, sentía todos los huesos congelados haciendo que me entumeciera por completo, sostenía mis manos cerca de mi boca soplando aire caliente, Lucas cerró la puerta y se dirigió a la chimenea encendiéndola de inmediato, a pesar de que estaba nublado la claridad tomaba lugar dentro de la cabaña iluminando tenuemente el lugar permitiéndome observar, era pequeño, pero acogedor, al entrar lo primero que visualice fue una cama matrimonial en frente con una ventada grande detras, a los lados dos mesas de noche, al lado izquierdo cocina reducida, pero cómoda, al lado derecho se encontraba la chimenea y en medio se encontraba una mesa de centro diminuta, un sillón y un sofá pequeño, Lucas tomó una manta tejida que se hallaba en el sofá y la envolvió alrededor de mi llevándome cerca de la chimenea con sus manos en mis hombros haciendo fricción frotándolas de arriba a abajo para calentarme más rápido, arrastró el sofá pequeño posicionándolo frente a la chimenea, me senté recogiendo mis piernas en posición fetal, las acobije dentro de la manta y él se sentó a mi lado.

— No tenía planeado que lloviera. — Me miró sonriente pasando una mano por su cabello mojado.

Se veía tan jodidamente sexy, su cabello azabache se torno más opaco y potente, varios mechones estaban pegados a su frente que lo hacían lucir candente.

Tranquila An, respira, concéntrate.

Sonreí graciosa. — ¿De quién es este lugar? — Me acomode para mirarlo aún envuelta en la manta.

— Tuyo. — Contestó mirando la llamaradas flameantes de la chimenea.

Lo miré atónita. — Deja de bromear.

— No bromeo, es la verdad. — Volteo a mirarme y me fulminó con esos ojos profundos que emanaban seguridad.

— Ajá, y yo nací ayer. — Lo inspeccione con la mirada y algo me decía que no estaba mintiendo.

— Tenía pensando comprarla cuando nos volvimos a ver en la cafetería después de varios años, incluso ya había hablado con el comprador, pero algo no me hacía decidir, luego nos volvíamos a encontrar en Bread and Waffles, supe que debía ser una señal, así que me decidí y la compré, quería dártela como regalo, pero luego pensé en todas las personas que traerías aquí y no soporté la idea de que estuvieras aquí con alguién más que no fuera yo. — Se acercó recudiendo el espacio entre nosotros.

La piel se me puso de gallina, el frío comenzó a desvanecerse al sentirlo cerca de mi, mi corazón parecía querer salirse de mi pecho para encontrarse con el suyo, los nervios comenzaron a recorrer cada parte de mi cuerpo estremeciéndome lentamente.

Resiste Ángela, toma control de tu cuerpo, no dejes que esto te sobrepase.

— ¿Y por qué estás tan seguro de que la aceptaría? — Manifesté.

— No, sé que no lo harías, por eso puse todo a tu nombre, por más que no quisieras estarías amarrada a ella. — Alzó una ceja victorioso.

— Eres un idiota. — Reí.

Él se acercó a mi.

— ¿Qué estas haciendo? — Retrocedí un poco.

Se acercó de nuevo e hizo lo de siempre, su torso lo llevó al frente y sus labios tomaron lugar junto a mi odio, su aroma embriagador invadió mis fosas nasales inundándolas de placer, mi respiración se tornó más agitada de lo usual, sus labios fueron bajando a mi cuello, lo besó lenta y apasionadamente, regresó a mi oído mordiendo el lóbulo de mi oreja haciéndome soltar un gemido, lo sentí sonreír.

— Traeré algo de comer. — Susurró sensual haciendo que abriera mi boca para respirar exasperada, ansiaba sentirlo cerca de mi y él lo sabía.

Ángela, concéntrate.

Se levantó del sofá dirigiéndose a la puerta para salir, sin importar que aún estuviera lloviendo cerró la puerta detrás de él y se marchó, haciendo que me quedara aturdida en mis pensamientos.

¿Qué mierda acaba de pasar?

Me levanté del sofá aún envuelta en la sabana, el frío ya no era tan adormecedor como antes, pero aún seguía entumida, miré por una de las ventanas con dificultad por la neblina que se extendía, a lo largo pude ver más cabañas, cada una con cierta distancia entre las otras, aprecié una tienda un poco lejos de donde nos encontrábamos, imagino que Lucas se dirigía a ella, no podía ver bien por las gotas de lluvia estrellándose en el cristal y el frío hacía que se empeñara, así que de vez en cuando tenía que pasar la mano con la sabana por este para quitar la humedad. Volví a mirar dentro de la cabaña quedándome absorta en mi juicio, observaba la cabaña con detenimiento, no había notado que las paredes y el suelo eran de madera.

La lluvia caía cada vez más fuerte, los truenos y relámpagos no paraban, me acurruque de nuevo en el sofá sin nada más que hacer a la espera de Lucas con la comida, mi estomago comenzó a gruñir al pensar en una deliciosa hamburguesa desbordada en queso, pasé la lengua por mi labio superior, incitando más al hambre, un estruendo espantoso estremeció todo el lugar dejándome aturdida por el susto, me enterré más en el sofá mirando la chimenea, pero fui interrumpida por otro golpeteo que provenía no sé muy bien de dónde.

Cuando los Caminos se Juntan. © (Segundo libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora