Malgasté el tiempo. Ahora el tiempo me malgasta a mí.
— William Shakespeare.
Desperté exaltada por el sonido de la puerta cerrarse con furia, miré a mi alrededor aturdida sin saber dónde me encontraba, mis ojos se sentían hinchados, sacudí mi cabeza para recomponerme, seguía en la sala de mi casa, todo aún estaba oscuro, enseguida una voz alcanzó mis tímpanos.
— ¡Buenos días, señor sol! — Soltó una carcajada, sentí los pasos pesados y tanbaleantes que se adentraban más a la casa.
Me levanté confundida del sofá y caminé al pasillo, tropecé con Alex quién ya se encontraba entrando para pasar a la sala.
— Oh, hola Ángel. — Saludó dándome un beso corto en los labios, dejándome confundida — Linda nariz. — Me tocó con su dedo índice la punta de mi nariz para luego seguir su camino a la sala.
Estaba borracho, su aliento destilo un sin fin de olores, aprecié algunos como el vodka, ron y tequila, sus ojos estaban enrojecidos, su camisa desabotonada vuelta un desastre en arrugas, y ni hablar de su cabello rubio que estaba hecho una catástrofe llendo en todas las direcciones.
Caminó al sofá y se lanzó sin medir, por suerte cayó sobre este quedando boca abajo con la cara enterrada en el lecho con su brazo y pierna derecha golgando de un lado.
— Alex ¿Dónde estuviste? Estuve muy preocupada. — Me acerqué a él con tranquilidad, mi voz salía en susurro, pasiva y sutil, me arrodille junto a él apricionando mis rodillas contra el tapete.
— ¡No me grites! Estoy sensible. -— Alzó la cabeza mirando siempre hacía el colchón, tapándose los oídos con sus manos y logré apreciar un puchero de su parte.
— ¡Shh! No alces la voz, aquí siguen dormidos. — Susurre guardandome una risita, miré el reloj de la sala, marcaba las cuatro de la mañana.
— Estuve en un club. — Balbuceo con el rostro ahora aplastado en el sillón. — Y antes de que lo pienses, no, no era el del imbécil de Lucas. — Su tono era enmarcando molestia, la frase la realizó con el brazo alzado levantando el dedo índice de su mano apuntando a todos lados, terminada la frase lo bajó.
— Estas mal, vamos a la cama. — Intenté levatarlo, pero no lo logré debido que puso más peso, giró sólo su rostro para mirarme.
— ¿Quieres aprovecharte de un hombre ebrio? Pecadora. — Las risitas después de cada palabra y la picardía me hicieron sonreír. — Yo estoy bien, estoy bien, puedo mantenerme sólo de pie, mira. — Tragó grueso. — Te lo voy a. — Fue interrumpido por el hipo y seguido una risita. — Un hipo. — Dijo burlón emitiendo una risa por lo bajo. — Te lo voy a mostrar. — Sus palabras apenas se lograban entender.
Se puso de pie, tambaleó un poco, levantó su pie derecho e intento hacer el famoso número cuatro con sus piernas, pero no había levantado ninguna por completo cuando cayó de frente en el sofá.
— Okey, tal vez no estoy tan bien. — Musito por lo bajo con una risita de fondo.
Dejé salir una carcajada divertida, era raro verlo así, jamás lo había visto borracho, eso me hizo pensar y darme cuenta de que él ya no estaba molesto, sólo estaba dolido, defraudado y decepcionado. — Vamos, te daré un baño y luego te llevaré a dormir más cómodo en la cama. — Me alcé tomándolo por el brazo para levantarlo. Él se levantó, pero quedó sentado recostado del espaldar con la cabeza mirando hacía el techo, uno de sus brazos estaba en su regazo mientras que el otro lo sostenía yo halandolo.
— ¿Qué tiene él qué no tenga yo? — Continuó mirando el techo.
Solté su brazo dejándolo caer en sus piernas, mis ojos se cristalizaron, suspire dolida y tomé asiento a su lado recogiendo mi pierna izquierda, sentándome sobre ella, lo miré con detenimiento, su mandíbula marcada a la perfección se notaba aún más en esa posición, su nariz perfilada, sus largas pestañas, sus labios rojos y rotos por su mala costumbre de morderlos cuando estaba enojado, se veía tan atractivo ebrio, había cometido la cagada más grande de toda mi vida al traicionarlo, el merece algo mejor.
ESTÁS LEYENDO
Cuando los Caminos se Juntan. © (Segundo libro)
Romance(COMPLETA) Parte final de "Cuando menos te lo esperas". Nunca te rindas, a veces la ultima llave es la que abre la puerta, pero tienes que asegurarte de escoger la puerta correcta, una te puede llevar a la vida, la otra te puede llevar a la muerte...