(COMPLETA)
Parte final de "Cuando menos te lo esperas".
Nunca te rindas, a veces la ultima llave es la que abre la puerta, pero tienes que asegurarte de escoger la puerta correcta, una te puede llevar a la vida, la otra te puede llevar a la muerte...
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
— Miguel de Cervantes.
— An, eso es increíble, no puedo creerlo, por favor dime que seré la madrina de bodas. — Valentina soltó varias risas, no podía controlar sus emociones. — ¡Muéstrame el anillo! — Exclamó después.
— Por supuesto que sí. — Sonreí, alcé mi mano izquierda y la puse frente a ella moviendo mis dedos uno seguido del otro como si realizara un baile con ellos.
Hizo un chillido agudo de emoción. — Cuéntame ¿Cómo fue la propuesta?
Me emocioné e hice un leve sonido agudo de entusiasmo. — Bueno, dejó un sobre donde...
Comencé a contarle a Val como había sido todo, estaba tan entretenida y contenta contándole la propuesta que me olvidé por completo de Lucas y su ridícula sonrisa, pedimos los desayunos y mientras comíamos le contaba los detalles de cada cosa, sin darnos cuenta se nos fue toda la mañana ahí.
Pagamos la cuenta y nos levantamos de la mesa para salir del lugar hacía nuestros autos.
— Recuerda, An, Lucas es sólo tu pesadilla por las noches y tu infierno en vida, no olvides lo que te hizo, así podrás sacarlo de tu mente otra vez.
No sé cómo volvió a salir el tema, y claro que recordaba lo que me hizo, pero aún así en eso había cierta atracción, algo me gustaba de todo eso, y además se había puesto más atractivo y seductor que cuando estábamos en la secundaría. Ignore mis pensamientos nuevamente y asentí con una sonrisa y me dirige a mi auto.
— ¿Vas a alguna parte, bizcocho? Te puedo llevar si quieres. — Gritó Lucas sentado en su moto atrás de mi auto y con su sonrisa petulante de oreja a oreja.
— No, no otra vez tu. — Dije en mi mente.
— No gracias, tengo mi auto, por si no lo has visto. — Lo señalé. — Igual si no tuviera aún así no iría a ningún lado contigo.
— Soltó una risa creída. — Esta bien, no creas que muero porque vengas en la moto conmigo, no eres tan especial, sólo estaba siendo amable.
Me molestó su torpe comentario, lo admito, no iba a dejar que me hablara como se le daba la gana.
— Deja de ser tan presuntuoso querido, que no te queda nada bien. — En realidad le quedaba de maravilla, pero no iba a decírselo. — Porque mejor no te vas de casería a algún bar, de seguro consigues a muchas chicas a las cuales cogerte, se ve que te urge y así me vas dejando en paz de una buena vez.
— Uhg, pero me ha salido un poco agresiva el bizcocho, como haz cambiado An, ya no eres tan dulce como te recuerdo, pero debo admitir que me gusta esa agresividad, me excita. — Sonrió egocéntrico.
Estaba pasando nuevamente, mis niveles de adrenalina comenzaron a vacilar por todo mi cuerpo y sentía el deseo recorrer por mis venas, suspire, mi pulsó se aceleró y mi corazón palpitaba rápidamente, seguido tragué grueso y tuve que apartar mi mirada hacía otro lado.
— Bueno. — Dejó salir una ligera risa. — Creo que la que está necesitada aquí eres tú.
Lo fulmine molesta con el seño fruncido. — Por favor apártate con tu moto, necesito salir. — Hablé mientras abría la puerta del auto. — Llamaré a la policía y diré que me estás acosando.
Sonrió, pasó los dedos por sus labios y paso la lengua entre sus dientes. — Bizcocho, no todo se trata de ti, vine por mi pedido.
Ahora me sentía avergonzada y estúpida, este no era el Lucas con el que hablé esta mañana, después de que se enteró de mi compromiso se puso agresivo y más egocéntrico de lo que ya es, empezó a crear una especie de coraza y cada vez se hacía más fuerte y grande.
— Entonces déjame salir, me voy a casa, mi prometido me espera. — Hablé firme y orgullosa, lo hice a propósito, sabía que eso lo haría molestar y tal vez así se iría.
Su rostro cambio por completo, ya no se sentía soberbio. — Bien, como gustes, bizcocho. — Sonrió mezquino y movió su moto lo suficiente como para que yo pudiera salir con mi auto.
— Gracias. — Contesté despectiva. — Y no me llames bizcocho. — Subí a mi auto, lo encendí y baje las ventanas, salí de donde me encontraba estacionada y la ventana del copiloto quedó en dirección a donde estaba Lucas estacionado.
— Como digas. — Dijo, lo miré de reojo y puse mis ojos en blanco, presioné el acelerador y avancé, pero logré escuchar una palabra antes de abandonar el lugar por completo. — Bizcocho.
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Llegué a casa, colgué mi bolsa y el chaleco que cargaba puesto en el tendedero a un lado de la puerta, cerré la puerta atrás de mi y me adentre mas a la casa, al entrar a la sala me encontré con Alex, Anto y mi hermano sentados en el sofá charlando acerca de cuando va a ser la fecha de la boda y todo lo demás.
— Pero vean quien llegó — Habló mi hermano y todos sonrieron, Sebas se levantó del sofá para venir hacía donde estaba a darme un abrazo. — ¡Felicidades! No sabes lo feliz que me pone esta noticia. — Confesó mientras me abrazaba con fuerza.
Sonreí y reafirme el abrazo, nos separamos y enseguida Antonella me abrazo para felicitarme igualmente.
— Me sujetó con delicadeza el rostro, me miró con puchero y ojos llorosos. — Se que vas a ser una hermosa novia. — No lo soportó y una lágrima se deslizó por su mejilla mientras sonreía, la abrace al instante, salieron algunas lágrimas de mi, la apreté con fuerzas y luego me separé tomándola por ambos hombros con suavidad para poder mirarla. — Gracias, y tu serás una increíble mamá. — Ambas sonreímos.