Capítulo 37 - Recuperación.

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Capítulo final. 

El tiempo transcurre rápidamente sin darnos cuenta, pero cuando queremos que se acelere lo único que hace es transcurrir lentamente haciendo del momento tedioso y cansado, así me sentía yo con mi recuperación, dos días después de haber despertado me dieron de alta, quisieron mantenerme unos días más para asegurarse de que todo estuviera bien en mi cabeza haciendo examenes y tomografías queriendo verificar que no fueran a pasar cosas a largo plazo, pero las malas teorías se descartaron cuando el doctor nos dijo que todo corría con normalidad, lo bueno era que no pasaría a mayores, también nos dio "buenas noticias", para mi no lo eran tanto, había un cincuenta porciento de probabilidad de que al pasar el tiempo fuera recuperando mi memoria como flashbacks, pero también estaba el otro cincuenta porciento de que eso no sucediera, y para ser sincera, yo me centraba más en esa parte del porcentaje, por más que quisiera ser optimista me cerraba a la idea, prefería ser realista y no tener alguna esperanza de algo y luego desilusionarme, era mejor no esperar nada a esperar mucho. 

Me encontraba en casa recostada en mi habitación, mi hermano los primeros dos días pidió un permiso al trabajo para estar conmigo, pero no quería ser un estorbo así que le dije que retomara y que estaría bien, me tomó la palabra, eso si, no sin antes decir que lo llamara cada diez minutos para informarle que me encontraba bien, sino él llamaría o dejaría el trabajo para volver a casa, así que asentí divertida.

Antonella había llegado a casa una hora después, estaba entablando una nueva relación con la esposa de mi hermano, era muy hermosa, posiblemente esto antes ya lo sabía, pero ahora era nuevo para mi, era una castaña, de cabello largo que alcanzaba sus caderas, era de piel blanca, de baja estatura y unos deslumbrantes ojos color esmeralda, tenía buenas cejas, sus pestañas no eran tan largas y se lograba apreciar algunas pecas en su nariz y pómulos, se veía tan tierna con su barriga, a pesar de haberla olvidado sentía que eramos cercanas, no sabría si antes lo éramos, pero desde que salí del hospital nos habíamos vuelto bastante unidas, he compartido mucho con ella últimamente y la siento como una hermana mayor.

En el transcurso de los días llegaron varias visitas a la casa, muchos de los que eran mis empleados, eso fue lo que me dijo Anto, llegaban saludar y a ver como estaba trayendo consigo regalos como chocolates, girasoles, gomitas e infinidades de dulces y cosas.

— Quiere decir que soy buena jefa ¿No? — Comenté cuando todos se habían ido y extraje una risa.

— La mejor. — Antonella me acompañó en las risas y llevó el último regalo a mi habitación.

— No tienes que hacerlo. — Reproche cuando bajó de nuevo.

— Quiero ayudar, no es problema. — Me dio una sonrisa sincera y asentí un poco a regañadientes.  

Los días pasaron e iba mejorando, tomaba mis pastillas, aplicaba las cremas, la mayoría de los hematomas en mi cara y piernas habían desaparecido rápidamente, sólo quedaban algunos pequeños en mis brazos y en mi costilla izquierda, pero ya eran casi innotorios, los dolores de cabeza habían sesado con la ayuda de las pastillas, ya había pasado el tiempo recetado por el doctor así que poco a poco las fui eliminando, estaba mucho mejor a excepción de mi memoria, aún no lograba recordar parte de mi vida y eso me mantenía irritada y frustrada.

— ¿Quieres algo de comer? Prepararé mis famosos panes dulces. — Esbozó mi cuñada sonriente desde la cocina.

Me encontraba sentada en el sofá de la sala mirando La vieja guardia en la Tv. — Suenan delicioso ¿Ya los he probado antes? — Me giré recostando mis brazos del espaldar del sillón para mirar a la cocina. 

Cuando los Caminos se Juntan. © (Segundo libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora