Τέσσερις

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8 de noviembre, 9532 a. C..


Pasé un buen rato en cubierta conteniendo el aliento, a la espera de ver aparecer a NamJoon. Aunque he hecho todo lo posible para verlo durante estos cuatro días, no me lo han permitido. Al parecer, los pasajeros tienen prohibido bajar a la bodega del barco al igual que los esclavos tienen prohibido subir a cubierta.
Casi todo el mundo se había ido ya, incluso los marineros, pero Boraxis y yo seguíamos esperando.
Por fin vi aparecer a NamJoon. Al igual que el día que lo llevaron a la bodega, llevaba la capucha puesta y la cabeza gacha.
No se podía ver ni un trocito de su piel.

—¡Ya estás aquí! —exclamé con alegría al verlo.

Él no me dijo nada. Quise abrazarlo, pero se apartó de mí. Cuando intenté mirarlo a los ojos, pasó por mi lado.
Su actitud me molestó. ¿Así me agradecía que lo hubiera salvado de la locura que reinaba en casa de mi tío? Por muy tosco que fuera el espacio reservado para los esclavos, seguro que merecía la pena con tal de verse libre de los maltratos.

—Deja de comportarte como un niño, NamJoon. No tuve alternativa.

Siguió sin hablarme.

Quería zarandearlo. Era la primera vez que su comportamiento me recordaba al de Estigio.

—Quiero volver a casa.

Me quedé de piedra al escuchar su voz, que apenas había sido un susurro, pero que de todas formas destilaba rabia.

—¿Te has vuelto loco? ¿Por qué quieres volver a la Atlántida?

No me respondió.
Con un suspiro frustrado, lo conduje al muelle. Una vez que desembarcamos, Boraxis se alejó en busca de un herio cerrado para regresar a casa.
NamJoon permaneció en silencio. No miró a su alrededor ni mostró el menor interés por el hecho de saberse libre de las garras de Estes.

—Ya estamos en Grecia. No muy lejos de casa.

Como tampoco comentó nada, suspiré. Me sentí aliviada al ver que un herio se acercaba a nosotros. Tal vez eso lo animara y aliviara su malhumor.
El vehículo se detuvo delante de nosotros y un noble se dirigió a mí.

—¿Señor? —le pregunté mientras se acercaba.

No era mucho mayor que yo. Sus ropas y su porte indicaban que estaba bien situado, aunque no lo reconocí como miembro de la nobleza ni como parte de una embajada de otro reino.
Apenas me miró. NamJoon era el objeto desu interés. Pero mi hermano se apartó de él.

—¿Es suyo, señora?

Titubeé, no muy segura de cómo responder.

—¿Por qué lo pregunta?

—Quiero comprarlo. Dígame un precio y lo pagaré.

La furia se apoderó de mí.

—No está a la venta.

El hombre por fin me miró a la cara. La locura ensombrecía sus ojos azules.

—Pagaré lo que quiera por él.

Boraxis volvió y fulminó al hombre con la mirada.

—Entra en el herio, NamJoon.

Mi hermano no dijo nada mientras se apresuraba a obedecer.
Cuando hice ademán de seguirlo, el hombre se atrevió a detenerme.

—Por favor, señora. Debo tenerlo. Le daré cualquier cosa que me pida.

Boraxis obligó al hombre a apartarse.
Subí al herio mientras el hombre seguía intentando que le vendiera a NamJoon.

◆☆🏛남준: 최초의 다크 헌터🏛☆◆[𝙰𝚍𝚊𝚙t] →❁𝓝𝓪𝓶𝓙𝓸𝓸𝓷❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora