스물 셋

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15 de octubre, 9527 a. C. Medianoche


Xiamara estaba delante de un viejo roble de tronco retorcido que se alzaba hacia el cielo desde la ladera de una montaña. Desde los albores de la historia, los árboles siempre se habían asociado a los dioses. Sus raíces se hundían en la tierra, buscando su centro mientras que las ramas se alzaban hacia el cielo.
En su interior guardaban la vida de la tierra y cada árbol contenía un pedacito del espíritu universal que vinculaba todos los mundos y todas las criaturas.
Albergaban tres de los cuatro elementos. Aire, agua y tierra. Y cuando ardían, también representaban al cuarto.
Sin embargo, lo más importante de los árboles en ese momento era que gracias a uno de ellos, con un poco de sangre humana y con unas gotas de la suya, Xiamara podía invocar a una de las criaturas más poderosas del universo.
Al Baraka.
Jaden.

Nadie sabía de dónde procedía ni cuándo había sido creado, engendrado o alumbrado. Nadie sabía si era humano, demonio u otra cosa. Pero si un demonio necesitaba algo, tenía que negociar con él.

Con el corazón desbocado, derramó sobre las raíces del árbol la sangre humana que una de las sacerdotisas de Apolimia había donado. Acto seguido, se hizo un corte en la mano y susurró las palabras necesarias para invocar al intermediario.

—Yo te invoco con la palabra y la sangre. Con la luna y la fuerza de la madera sagrada. Oscuridad, ven a mí. ¡Yo te invoco!

El viento comenzó a arreciar al mismo tiempo que se escuchaba el restallido de un relámpago. Xiamara plegó sus alas para que la tormenta no las dañase.
Una neblina negra se alzó de la tierra y se enroscó alrededor del tronco del árbol.
A Jaden siempre le habían gustado los numeritos.
Retrocedió mientras la neblina adoptaba la forma de un hombre. Poco a poco se fue solidificando hasta que aparecieron dos ojos inhumanos. Uno era de color marrón oscuro mientras que el otro era de un verde brillante. A continuación, apareció un rostro muy apuesto con una melena negra que descansaba sobre unos anchos y musculosos hombros. La criatura irradiaba poder e intolerancia.
Estaba encaramado a una de las ramas más altas, mirándola fijamente. Sus pantalones de piel marrón y el largo manto del mismo color se mimetizaban con el árbol.

—Hermosa caronte —dijo en la lengua materna de Xiamara y con una voz tan ronca que pareció reverberar en sus huesos—, dime por qué has venido en nombre de tu señora cuando sabes que no hago tratos para los dioses.

Desplegó las alas a su espalda en señal de confianza, aunque sabía que Jaden sería capaz de arrancárselas si se lo proponía pese a tenerlas pegadas al cuerpo.

—Porque quiero a Apolimia y no he venido en su nombre, sino para hacer un trato contigo en el mío.

Jaden la miró con una ceja enarcada.

—¿En serio?

—Sé que no puedes reclamar su vida ni hacer un trato con ella. Por eso me presentoante ti como demonio libre que soy… por mi cuenta y por mi propia voluntad, para hacer un trato contigo y lograr que ella obtenga lo que desea.

Lo vió apoyarse contra el árbol y cruzar los brazos por delante del pecho.

—¿Qué me ofreces, demonio?

—Mi alma. Mi vida. Lo que sea necesario para que reúnas a Apolimia con su hijo… siempre y cuando no exijas ni la vida ni la libertad de uno de mis hijos.

Jaden entornó los ojos mientras sopesaba su ofrecimiento.

—Estás vinculada a Apolimia.

Sí y no…

—Estoy vinculada a ella por la amistad y el amor, no por la esclavitud. Llevamos juntas desde que éramos niñas, antes de que su pueblo esclavizara al mío.

◆☆🏛남준: 최초의 다크 헌터🏛☆◆[𝙰𝚍𝚊𝚙t] →❁𝓝𝓪𝓶𝓙𝓸𝓸𝓷❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora