είκοσι τρία

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23 de octubre, 9529 a. C..


Llevo preparando mi unión con Apolo unos cuantos meses. He tomado la costumbre de ir a visitar a NamJoon a su celda todas las mañanas, mucho antes de que comience la actividad en el palacio. Apenas habla, pero de vez en cuando logro arrancarle alguna que otra palabra.
Y para mí son un tesoro.
Ojalá pudiera mantener una conversación de verdad con mi hermano. Confieso con tristeza que a veces he sido muy brusca con él, incluso me he enfadado. Bajar a verlo me supone un gran esfuerzo y corro un gran riesgo al llevarle pan y dulces. Lo menos que podía hacer era tratarme con un mínimo de cordialidad.
Pero tal parece que le pido demasiado.

Esta tarde he mantenido una discusión con mi padre, Estigio y el sumo sacerdote en el gabinete del rey. Hemos hablado sobre mi vestimenta para la ceremonia que me unirá a Apolo.

En un principio el Consejo quería ofrecerme totalmente desnuda. Por suerte, el sacerdote los ha convencido de que no era una buena idea, de modo que ahora todo el mundo discute sobre el vestido adecuado y las joyas que debo llevar.

Mientras el escriba anotaba, Estigio cayó repentinamente enfermo. Se desplomó como si se hubiera quedado sin fuerzas y comenzó a temblar. Su cuerpo sufrió una repentina palidez y pareció debilitarse con cada latido de su corazón.
Aterrada, observé cómo padre lo agarraba en brazos y lo trasladaba a sus aposentos. Los seguí, asustada por la causa de su desfallecimiento. Aunque las peleas entre nosotros son habituales, quiero mucho a mi hermano y lo último que me apetece es verlo sufrir.
Padre lo dejó en la cama y llamó a un médico. Me acerqué para intentar ayudar, pero no había nada que pudiera hacer. Estigio ni siquiera hablaba. Respiraba como si tuviera la garganta seca y los pulmones dañados. Me miró a los ojos, aterrado por lo que le estaba pasando.
Le agarré una mano y comencé a rezar por él, tal como hacía con NamJoon. Era extraño que Estigio tolerara mis caricias, un claro indicio de lo mal que se encontraba.
Cuando los médicos llegaron, mi hermano estaba muy blanco y demacrado.
Me alejé para que pudieran examinarlo y me limité a observarlos, presa del nerviosismo.

—¿Qué tiene? —preguntó mi padre con manifiesta preocupación.

Los médicos parecían anonadados.

—Nunca he visto nada semejante, señor.

—¿Cómo? —pregunté con un hilo de voz.

El médico que estaba al cargo suspiró.

—Es como si estuviera a punto de morir por culpa del hambre y la sed, a pesar de estar bien alimentado. A tenor de su aspecto, morirá a lo largo del día. No tiene sentido. ¿Cómo es posible que el príncipe presente estos síntomas?

Se me paralizó el corazón al escucharlo y supe al instante la causa de la enfermedad de Estigio.

—NamJoon —le dije a mi padre—. Se está muriendo.

Él no me escuchó. Estaba demasiado ocupado exigiéndoles a los médicos que salvaran a su heredero.

—¡Padre! —grité al tiempo que lo zarandeaba de un brazo para que me hiciera caso—. Estigio se está muriendo porque NamJoon se está muriendo. ¿No recuerdas lo que dijo la curandera cuando nacieron? Si NamJoon muere, Estigio muere también. NamJoon es quien se muere de hambre en la celda. Si lo sanamos, Estigio se salvará.

Mi padre convocó a su guardia con gesto colérico y les ordenó que llevaran a NamJoon a la sala del trono.
Corrí tras ellos mientras atravesaban el palacio en dirección a las celdas subterráneas para liberarlo. Como siempre, el lugar estaba a oscuras y apestaba. Detestaba ese sitio y me sacaba de quicio que mi hermano llevara meses encerrado en él.
Con el corazón desbocado, me mantuve alejada mientras abrían la puerta de la celda. Por fin iba a volver a verlo.
Los guardias se alejaron y vi a mi hermano.
En la vida había utilizado ninguna maldición, pero solté la más profana que conocía nada más ver cómo lo habían tratado.
La celda era tan pequeña que NamJoon se había visto obligado a permanecer sentado. Era incluso más pequeña que el cubículo de castigo que Estes utilizaba en la Atlántida. Mi hermano yacía acurrucado en el suelo. No había luz en el interior de la celda.
Había vivido en una completa oscuridad y rodeado por la inmundicia varios meses. Sin poder moverse, ni estirarse, ni siquiera aliviar sus necesidades en otro lugar. Ni a los animales los trataban con tanta crueldad. ¿Por qué no me había dicho mi hermano lo que había al otro lado de la puerta de la celda?

◆☆🏛남준: 최초의 다크 헌터🏛☆◆[𝙰𝚍𝚊𝚙t] →❁𝓝𝓪𝓶𝓙𝓸𝓸𝓷❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora