열 다섯

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1 de diciembre, 9528 a. C..

NamJoon estaba sentado en la balaustrada de su terraza, dejando que las gélidas rachas de viento lo congelaran, cuando se dió cuenta de que su hermana lo observaba desde la ventana. Le hizo un gesto para que se reuniera con él.

Ryssa empezó a tiritar en cuanto salió.

—Hace un frío espantoso.

—A mí me gusta. —La verdad era que estaba sudando.

Su hermana lo miró con los ojos entornados y una expresión recelosa.

—¿Qué has hecho?

—No he hecho nada. Nada de nada. —Apenas tenía fuerzas para comer.

—Has vuelto a tomar esas drogas, ¿verdad? —le preguntó al tiempo que meneaba la cabeza, furiosa.

Apartó la vista.

Ryssa le agarró la cara entre las manos para obligarlo a mirarla.

—¿Por qué lo haces?

—No empieces, Ryssa.

—NamJoon, por favor —le suplicó con la voz quebrada al tiempo que le soltaba la cara—. Te estás matando poco a poco.

«Ojalá», pensó. Bajó la mirada y giró el brazo para ver la inmaculada piel de su muñeca. No quedaba ni rastro de su intento por cortarse las venas.

—No puedo matarme. Bien saben los dioses que lo he intentado. Y como no me queda otra salida, aquí estoy sentado, esperando que los dioses acaben con mi vida e intentando mantenerme alejado de todo el mundo.

Su hermana le apartó el pelo de los ojos.

—Tienes un aspecto horrible. ¿Cuándo fue la última vez que te diste un baño?

La apartó con malos modos, molesto por la pregunta.

—La última vez que me bañé, me acusaron de violación y me castraron. No te ofendas, pero prefiero oler mal.

La vió menear la cabeza.

—¿Cuándo fue la última vez que comiste?

—No lo sé. —Se rascó las mejillas, ásperas por la barba—. ¿Qué más da? Tampoco es que padre vaya a dejar que me muera de hambre. Comeré cuando tenga que hacerlo. Cuando me obliguen.

Ni siquiera había acabado de hablar cuando Ryssa lo agarró con fuerza de una oreja.

—Vas a comer ahora mismo.

—¡Oye! —protestó él, pero su hermana se negó a soltarlo.

Con gesto decidido, tiró de él y lo obligó a seguirla hasta sus aposentos. Como era tan bajita, caminaba casi doblado por la cintura y le costaba seguir sus pasos.

—Sabes que soy mucho más grande que tú, ¿verdad? —le dijo.

—Cierto, pero yo soy más retorcida y estoy más loca. —Le soltó la oreja, no sin antes darle un buen pellizco que le dejó el lóbulo dolorido.

Se frotó la oreja con el ceño fruncido.
Ryssa señaló la mesa, sobre la que había un plato con fruta, pan y queso.

—Siéntate y come. ¡Ahora mismo!

—Sí, Majestad.

NamJoon alargó el brazo para agarrar un trozo de queso y en ese momento reparó en su imagen. Tenía los ojos hundidos y enrojecidos, y su aspecto era el de un hombre desarrapado. Tenía barba y greñas. Parecía un viejo en vez de un hombre joven.
Eso no le molestaba en absoluto, ya que se sentía muchísimo mayor de lo que aparentaba. Apartó la mirada y se metió el queso en la boca mientras Ryssa le servía un cáliz de vino.
La vió acercarse a la puerta que comunicaba con la habitación de su sirvienta.

◆☆🏛남준: 최초의 다크 헌터🏛☆◆[𝙰𝚍𝚊𝚙t] →❁𝓝𝓪𝓶𝓙𝓸𝓸𝓷❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora