아홉

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25 de octubre, 9528 a. C..

NamJoon estaba tumbado en la cama, y añoraba a Artemisa. Tenía su anillo junto al corazón y sonreía mientras recordaba la noche anterior. Durante esas últimas semanas había sido muy amable y generosa con él. Nadie, ni siquiera su hermana, le había demostrado nunca tanta consideración.
Cerró los ojos y la volvió a ver riendo mientras corría hacia él en el jardín. Pasaban horas cazando, practicando el tiro con arco y tumbados en la hierba mientras él tocaba la cítara y ella le leía.
Ojalá pudieran estar así para siempre.
Por desgracia, la reputación de Artemisa no podía sufrir ningún daño, cosa que comprendía aunque detestara la situación.

Alguien llamó a su puerta.
Se volvió y vió que era Ryssa quien entraba en el dormitorio. Después de cerrar la puerta, corrió hacia él. A pesar de su abultado vientre, se movía con agilidad.

—¿Vas a venir?

Esa era una pregunta que su hermana no solía hacerle.

—¿Adónde?

—Al templo de Artemisa.

La respuesta lo tomó por sorpresa.

—¿De qué estás hablando?

—Es su celebración anual. Habrá juegos y ofrendas en su templo durante todo el día. Padre ya ha enviado sus ofrendas y está supervisando las que han hecho llegar los demás, pero supuse que te gustaría ir.

No con su padre. ¿Estaba loca? Se había esforzado mucho por evitar cualquier contacto con el rey o con Estigio.

Negó con la cabeza.

—Creo que no debería.

Ryssa lo miró boquiabierta.

—¿Te has vuelto loco? ¿No crees que Artemisa se ofendería si alguien tan cercano a ella no le presentara sus respetos?

Frunció el ceño al escuchar el comentario. ¿Se ofendería? Artemisa podía tomárselo de esa manera.
Le había dicho que estaría en su templo todo el día pero que lo vería después, y también que deseaba no tener que esperar tanto para verlo.
¿Habría sido una invitación velada?
No, Artie era incapaz de ser sutil.

—No tengo nada para ofrecerle.

Ryssa le dió un empujoncito.

—Pues hazle una ofrenda de corazón. No le importará lo que le lleves. Pero tienes que mostrar tu aprecio por los dioses, NamJoon. Es una insensatez no honrarlos, sobre todo a una diosa que te ha demostrado cierto favoritismo.  —Le sonrió—. Ahora, vístete. Tengo que irme y no puedo esperarte. Pero te veré en el templo… No tardes.

No se movió de la cama hasta que su hermana se fue. Aún no tenía muy claro que fuera una buena idea. Sin embargo y mientras mantuviera su presencia en secreto, no pasaría nada malo. Podría ir, hacer su ofrenda y marcharse.
Nadie, salvo Artemisa, sabría que había estado allí. Y si eso la complacía…

¿Cómo no honrarla en el día dedicado a ella después de todo lo que le había dado? Quería que supiera lo mucho que la quería. Quería que se diera cuenta de que estaba dispuesto a arriesgar su vida por ella.

La mera idea de hacerla feliz le arrancó una sonrisa. Saltó de la cama mientras pensaba qué la complacería más. Le gustaba escucharlo tocar y también le encantaba su cuerpo y su sangre. Sin embargo, si le ofreciera algo de eso en público, la enfurecería…
Pétalos de rosas blancas… por su pureza y su elegancia. Y perlas. A la diosa le encantaban. En un par de ocasiones lo había llevado a la costa y se habían sumergido en busca de perlas.
Eso era, sería el regalo perfecto para demostrar lo puro que era su amor y la admiración que le profesaba.
Se vistió a toda prisa antes de salir hacia el mercado para comprar lo que necesitaba.

◆☆🏛남준: 최초의 다크 헌터🏛☆◆[𝙰𝚍𝚊𝚙t] →❁𝓝𝓪𝓶𝓙𝓸𝓸𝓷❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora