Εντεκα

23 12 2
                                    

18 de Julio, 9531 a. C..


El buen tiempo ha llegado milagrosamente, señal de que Perséfone está de nuevo en brazos de su madre. Siempre me ha encantado la primavera. El renacimiento de la tierra y de la belleza. Nuestra isla está especialmente bonita en estas fechas gracias a los campesinos y sus canciones mientras siembran los campos.

Sin embargo, este año no tengo cabeza para apreciar la belleza, impaciente como estoy por recibir noticias de Boraxis. Me mandó una misiva hace escasos días en la que me informaba de que tal vez hubiera sitio para NamJoon en el reino de Kiza. Se rumorea que su reina es mayor y compasiva. Como sus hijos han muerto, cabe la posibilidad de que acoja con los brazos abiertos a un príncipe exiliado.
Espero de todo corazón que sea así.

A medida que pasan los días, me temo que padre irrumpirá en nuestro paraíso cuando menos lo esperemos. Sin embargo, tal vez me encuentre un marido que acepte la presencia de NamJoon en nuestra casa de modo que podamos brindarle protección. Así escapará para siempre de las garras de mi padre o de mi tío.
De momento prefiero no pensar en eso.

Lo mejor de estar aquí ha sido la buena disposición de los sirvientes hacia NamJoon y sus rarezas. Hemos formado una especie de familia muy bien avenida. En NamJoon he encontrado el hermano que siempre he deseado, porque Estigio es repelente. NamJoon ha aprendido por fin a reírse sin temor a despertar la indeseada atención de los demás.

Hoy me lo he encontrado con Mengana en el jardín. La niña estaba escribiendo letras en la tierra para que NamJoon aprendiera.
En ese momento recordé que era analfabeto, tal como me dijo en la Atlántida. Y recordé la vergüenza que le produjo esa confesión.

—¿Puedo ayudar? —les pregunté mientras me acercaba.

Mengana se inclinó hacia mi hermano para susurrarle prácticamente a pleno pulmón, un rasgo muy suyo increíblemente entrañable.

—Será mejor maestra que yo. Ella sabe todas las letras y sabe unirlas para hacer palabras. Yo me sé muy pocas.

NamJoon me sonrió.

—¿No te importa?

Su petición me dejó asombradísima. Era la primera vez que pedía algo.

—Desde luego que no. —Acepté el palo que me ofreció Mengana y comencé a impartir una clase para que ambos aprendieran a leer.
NamJoon era un estudiante avispado que asimilaba todo lo que le enseñaba con una rapidez asombrosa.

—¿Las letras atlantes son distintas de las griegas? —me preguntó a medida que iba enseñándole el alfabeto.

—Unas cuantas. Tienen ciertos diptongos que nosotros no tenemos.

Mengana frunció el ceño.

—¿Hablan como nosotros?

Sonreí al escuchar la inocente pregunta.

—Su idioma es muy parecido al nuestro. Tanto que a veces podemos entenderlos aunque no sepamos exactamente el significado de las palabras. Pero son dos lenguas distintas. Yo sé muy poco, pero NamJoon lo habla perfectamente.

La expresión de la niña se iluminó al volverse hacia mi hermano.

—¿Puedes enseñarme?

—Si quieres… —contestó él con evidente reserva—. Pero no es una lengua bonita.

No podía estar más en desacuerdo con mi hermano. A diferencia del griego, el atlante poseía tal musicalidad que sus hablantes parecían cantar en vez de hablar. Al oído era una lengua preciosa, pero dada la experiencia de mi hermano en la Atlántida, era comprensible que viera la lengua y a sus hablantes de forma negativa.

◆☆🏛남준: 최초의 다크 헌터🏛☆◆[𝙰𝚍𝚊𝚙t] →❁𝓝𝓪𝓶𝓙𝓸𝓸𝓷❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora