스물 넷

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16 de octubre, 9527 a. C. Mediodía


NamJoon se despertó por culpa de unos gritos desgarradores. Alguien chillaba como si le estuvieran arrancando el corazón. Parpadeó varias veces hasta abrir los ojos del todo y descubrió que el sol entraba a raudales por las ventanas abiertas.
La cabeza le palpitaba como si le fuese a estallar. Se incorporó en la cama, pero casi se cae al notar la primera arcada. No se despertaba tan mal desde que abandonó la casa de Estes. Se sentía como si hubiera sufrido una sobredosis de alguna sustancia…
«¡Artemisa!», exclamó para sus adentros.

Allí, a la luz del día, recordó su «regalo». Y también recordó haberla visto blandiendo una daga sobre él mientras decidía si lo mataba o no.

—Puta asquerosa —masculló.

En ese momento alguien abrió la puerta de su dormitorio haciendo que las hojas se estamparan contra la pared. El golpe reverberó en sus oídos con tanta fuerza que dio un respingo y empeoró su dolor de cabeza.

—No tan fuerte —susurró.

Ni siquiera había acabado de hablar cuando Estigio lo agarró por el cuello. Lo empujó sobre el colchón y se plantó sobre él.

—¿Estás borracho?

Negó con la cabeza.
Estigio le asestó un revés. Agarró el arca de las hierbas que descansaba en la mesita junto a la cama y la vació en su cara.

—¡Puto despreciable! ¡Te has pasado la noche durmiendo, borracho y drogado, mientras mataban a mi hermana! —exclamó mientras lo golpeaba sin cesar.

Intentó esquivar los puñetazos, pero todavía estaba aletargado por la droga de Artemisa y no era capaz de reaccionar con rapidez. Hasta tal punto estaba atontado que tardó un buen rato en asimilar lo que Estigio acababa de decir.

—¿Qué has dicho?

—¡Ryssa está muerta, malnacido!

«¡No!», gritó para sus adentros. Era mentira. Estigio estaba torturándolo.
Los dioses no podían aborrecerlo tanto como para hacerle eso.

Se quitó a Estigio de encima con un empujón, salió de la cama y enfiló el pasillo a trompicones de camino a los aposentos de Ryssa. Entró, ajeno a su desnudez, y vió al rey abrazando a Ryssa. Parecía una muñeca. Tenía la cara azulada, y el cuerpo…
La imagen lo dejó sin aliento. La habían destrozado. La cara y el cuerpo parecían haber sufrido el ataque de las garras de un animal. El suelo y la cama estaban cubiertos de sangre. Cayó de rodillas al suelo, sin poder respirar y sin poder pensar más allá del horror de lo que estaba viendo.
Ryssa había muerto.

Y en ese momento fue cuando vió a Apolodoro y a la niñera, en el suelo frente a él. Los dos ensangrentados.

Los dos muertos.

Se golpeó la cabeza contra el suelo en un intento por despejarse la mente. Por sentir otra cosa además del espantoso dolor que le había destrozado el corazón.

—Los oí… —susurró cuando la realidad de lo que había sucedido durante la noche lo golpeó con más fuerza que cualquier puñetazo de los que había soportado a lo largo de su vida.

«¡Maldita seas, Artemisa!», gritó para sus adentros.
Tenía los poderes de un dios, sí, pero había sido incapaz de salvar a las dos únicas personas que lo habían querido. ¿Por qué? ¡Porque esa puta lo había drogado!
La angustia le hizo soltar un alarido.
En ese momento vió claramente en su cabeza lo que había sucedido. Vió a los intrusos entrar por las ventanas para llevar a cabo la matanza. Escuchó a Ryssa llamarlo a gritos para que la ayudara.
Escuchó a Apolodoro llamando a su tío…

◆☆🏛남준: 최초의 다크 헌터🏛☆◆[𝙰𝚍𝚊𝚙t] →❁𝓝𝓪𝓶𝓙𝓸𝓸𝓷❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora