열 아홉

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11 de octubre, 9527 a. C..

Faltaba un día para que NamJoon cumpliera la mayoría de edad. Veintiún años. Debería estar encantado, pero las palabras del Oráculo lo atormentaban. Aunque peor era la expresión de Mengana cuando había intentado agarrarlo.

—Algo tiene que cambiar —dijo con un suspiro.

Su hermano seguía planeando el asesinato de su padre, pero él estaba allí sentado, sin hacer nada salvo mantenerse lejos de los demás con la esperanza de que no reparasen en él.

—¿NamJoon?

Movió la cabeza y vió que Ryssa salía a la terraza. Su hermana lo miró con los ojos entornados.

—Estás tomando otra vez esa porquería, ¿verdad?

—Solo los últimos dos días —admitió en voz baja.

—¿Por qué?

Porque Artemisa le había arrancado el corazón y no le quedaban fuerzas para superar esos dos días sin nada.
El motivo había sido el de siempre. Había pedido a la diosa que reconociera su relación o que, por lo menos, fuera a verlo el día de su aniversario, pero ella se había reído en su cara. Estaba harto de ver los preparativos para las celebraciones con las que se honraría el nacimiento de Estigio. Unas celebraciones planeadas por un hombre cuya vida acabaría pronto a manos del mismísimo hijo al que quería tanto. Era irónico, aunque no por eso menos doloroso.

—NamJoon, ¿me estás escuchando? —preguntó Ryssa al tiempo que le agarraba la barbilla y lo obligaba a mirarla.

—No mucho.

Vió la frustración en su mirada.

—¿Qué voy a hacer contigo?

—Azotarme como todos los demás.

Su hermana lo fulminó con la mirada.

—No tiene gracia.

No quería que la tuviese. Solo constataba la realidad de su vida: su simple presencia despertaba en los demás una violencia extrema.

Ryssa meneó la cabeza mientras se alejaba de él.

—Sabes que no permitiré que estés con Apolodoro en este estado.

Esa era la única desventaja del uso de las drogas.

—Lo sé. No serías muy buena madre si lo permitieras. Claro que yo no tengo ni idea de cómo se comportan las madres con sus hijos. Creo que una vez lo vi en una obra, pero la madre echaba a su bebé a un león. Lástima que mi madre no fuera tan misericordiosa, ¿no crees?

Ryssa volvió a agarrarle la cabeza entre las manos, se la llevó al hombro y le dió un beso detrás de la oreja antes de revolverle el pelo.

—Tienes el pelo más rubio que antes. Me gusta cómo lo llevas. ¿Te lo has cortado?

Negó con la cabeza.

—Si me corto el pelo, el barbero querrá acostarse conmigo. He pensado en dejármelo largo hasta que me llegue al suelo o hasta que padre se enfade lo bastante como para raparme de nuevo la cabeza. A lo mejor debería hacerles otra ofrenda a los dioses. Tengo entendido que dentro de poco se celebrará el día dedicado a Atenea.

Ryssa soltó un suspiro contrariado.

—Hoy estás de un humor rarísimo.

Eran las drogas mezcladas con su frustración. Siempre había detestado esa sensación en la Atlántida. Su sarcástica insolencia nunca había sido bien recibida. Lo que más aborrecía era el hecho de que le dieran las drogas para después castigarlo por los efectos que estas tenían sobre su cuerpo y su mente.

◆☆🏛남준: 최초의 다크 헌터🏛☆◆[𝙰𝚍𝚊𝚙t] →❁𝓝𝓪𝓶𝓙𝓸𝓸𝓷❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora