Ενας

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30 de agosto, 9541 a. C..





—¿Por qué me odian tanto, Ryssa?

Dejé mi labor para mirar a NamJoon, que se acercaba con timidez. A sus siete años era un niño increíblemente guapo. Su largo pelo rubio relucía en la habitación como si hubiera sido bendecido por los mismos dioses que parecían haberlo abandonado.

—Nadie te odia, akribos.

Sin embargo, en el fondo de mi corazón yo sabía la verdad.
Al igual que él.

Cuando se acercó más, vi la marca enrojecida de una mano en su rostro. No había lágrimas en sus turbulentos ojos plateados. Se había acostumbrado a los golpes de tal manera que ya no parecían afectarlo.
Al menos, no físicamente, solo en su corazón.

—¿Qué ha pasado? —le pregunté.

NamJoon desvió la mirada.

Me aparté del bastidor y acorté la escasa distancia que nos separaba. Me arrodillé delante de él y le aparté el pelo con cuidado de la mejilla hinchada.

—Cuéntamelo.

—La vi abrazarlo.

No me hizo falta preguntarle a quién se refería. Había estado con nuestra madre. Nunca entendí cómo podía ser tan cariñosa con Estigio y conmigo y al mismo tiempo ser tan cruel con NamJoon.

—¿Y…?

—Yo también quería un abrazo.

En ese momento reparé en ellos. En los signos evidentes de un niño que solo quería el amor de su madre. Vi el ligero temblor de sus labios, el brillo de las lágrimas en sus ojos.

—¿Por qué si soy igual que mi hermano, yo soy antinatural pero él no? No entiendo por qué soy un monstruo. No me siento como un monstruo.

No podía explicárselo porque yo, a diferencia de los demás, nunca había visto esa diferencia. Habría dado cualquier cosa porque NamJoon conociera la misma faceta de nuestra madre.
Sin embargo, todos lo llamaban monstruo.
Yo únicamente veía a un niño pequeño. Un niño que solo quería que la misma familia que pretendía desterrarlo lo aceptara. ¿Por qué no podían mis padres mirarlo y ver lo cariñoso y bueno que era? Callado y tranquilo, nunca le hacía daño a nada ni a nadie. Jugábamos juntos, nos reíamos. Y, sobre todo, lo consolaba acunándolo entre mis brazos mientras lloraba.

Agarré una de sus manitas. Una mano suave. La de un niño. No tenía el menor rastro de malicia. No había matado a nadie.
NamJoon siempre había sido un niño dulce. Mientras que Estigio a menudo se quejaba por tonterías y me quitaba los juguetes (también se los quitaba a cualquier niño que estuviera cerca), NamJoon solo intentaba mediar entre todos. Consolar a quienes lo rodeaban.
Parecía tener más de siete años. En ocasiones me parecía incluso mayor que yo.
Sus ojos eran raros. Su turbulento color plateado desvelaba que su origen tenía algo de divino. Aunque eso debería hacerlo especial, no espantoso.

Le regalé una sonrisa con la esperanza de mitigar parte de su dolor.

—Algún día, NamJoon, el mundo sabrá lo especial que eres. Algún día no te tendrán miedo. Ya lo verás.

Hice ademán de abrazarlo y él se apartó de mí. Estaba acostumbrado a que la gente le hiciera daño y, aunque sabía que yo nunca se lo haría, le costaba aceptar mi consuelo.
Al ponerme en pie, la puerta de mi salita privada se abrió y entró un gran número de soldados.
Asustada, retrocedí un paso, ya que no sabía lo que querían. NamJoon se agarró con fuerza a la falda de mi túnica azul y se escondió detrás de mis piernas.

Mi padre y mi tío se abrieron paso entre los guardias hasta quedar delante de mí. Los dos eran casi idénticos. Tenían los mismos ojos azules, el mismo pelo rubio y ondulado, y la misma piel clara. Aunque mi tío era tres años menor que mi padre, a simple vista no lo parecía. Podrían pasar por gemelos.

—Ya te dije que estaría con ella —le dijo mi padre al tío Estes—. Ya está corrompiéndola de nuevo.

—No te preocupes —replicó Estes—, yo me encargo. Nunca más tendrás que preocuparte por él.

—¿Qué quieres decir? —pregunté, aterrada por la siniestra nota de su voz. ¿Iban a matarlo?

—No es cosa tuya —masculló mi padre.

Jamás lo había escuchado hablar de forma tan desagradable. Se me heló la sangre en las venas.
Agarró a NamJoon y lo lanzó contra mi tío.
Mi hermano estaba aterrado. Intentó correr hacia mí, pero mi tío lo agarró del brazo sin miramientos y lo apartó de un tirón.

—¡Ryssa! —gritó NamJoon.

—¡No! —protesté yo mientras intentaba ayudarlo.

Mi padre me apartó y me sujetó para que no pudiera hacer nada.

—Va a un lugar mejor.

—¿Adónde?

—A la Atlántida.

Contemplé horrorizada cómo se lo llevaban mientras me pedía a gritos que lo salvara.

La Atlántida estaba muy lejos de casa. Demasiado lejos, y hasta hacía muy poco tiempo habíamos estado en guerra con ella. Lo único que sabía sobre ese lugar y sobre sus habitantes eran cosas terribles.
Miré a mi padre entre lágrimas.

—Estará asustado.

—Los de su clase no se asustan.

Los gritos y las súplicas de NamJoon desmentían esas palabras.
Mi padre es un rey poderoso, pero está equivocado. Yo conozco muy bien el miedo que anida en el corazón de NamJoon.
Y también conozco el miedo que anida en el mío.

¿Volveré a ver a mi hermano alguna vez?


















































































































































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Hola amores, dejaré doble hoy debido a que son cortos.
Espero les esté gustando.

Gracias por leer esta adaptación.

Nos vemos en el próximo capítulo ☺✨






























Nos vemos en el próximo capítulo ☺✨

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◆☆🏛남준: 최초의 다크 헌터🏛☆◆[𝙰𝚍𝚊𝚙t] →❁𝓝𝓪𝓶𝓙𝓸𝓸𝓷❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora