#1O

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—¿Y qué tal?—Charly salió de la cabina, observando a Camille, expectante por una respuesta.

—Si no la metés en el deluxe del álbum, te juro que te ahorco, Charly Flow. ¡Está buenísima!—habló la rubia—¿No creen?—cuestionó a los demás presentes en la habitación.

—Sí, totalmente. Charly, tenés que sacar eso. Es un palo.—dijo Diego.

—'Pá, perdonáme, pero a mi parecer, ésta es la mejor canción que has hecho en meses. Sacála.—Erik le sonrió a su padre.

—De acuerdo con el monito, Charly. Eso está muy bueno.—Irma rió, apoyándose en el hombro de su novio.

—Muchas flores, esa va pa'l deluxe entonces.—espetó el pelinegro.

—Ey, máster, contá de dónde salió esa canción.—sugirió Drama con burla, sabiendo que Charly ni muerto iba a contarles.

—Seguí así, güevón.—el ojiazul rió, negando con la cabeza—Otro día les cuento, ésta princesa y yo vamos a salir.—se acercó a Camille y la abrazó por detrás.

—Ututuy. Lleven condones.—moduló Axl, haciendo que todos estallaran en risa.

—¡Axl, por Dios!—regañó Diego, sin perder su seriedad.

—No jodás, marica, no seás pasado.—reprochó Charly, intentando recuperar el aire que había perdido por reírse.

Camille se había puesto un poco incómoda por el chiste, pero de todos modos le hizo gracia cuando vió que Axl estaba jugando.

—¿Nos vamos ahora sí o qué?—le preguntó Charly a la rubia en voz baja, recibiendo un encogimiento de hombros de parte de su contraria—Erik, mijo, ¿Me hacés un favor?—se dirigió esta vez a su hijo en voz alta.

—Decíme.—respondió el rubio.

—Prestáme la camisa que tenés puesta, porfa. Vos te ponés ésta.—el de pelo azabache pellizcó levemente la camiseta que llevaba puesta.

—¿Pa' qué? La tuya también es de Colombia.—Erik rió.

—La tuya tiene manga larga. Hacéle, mijo. Es pa' que no me reconozcan los tatuajes, no quiero que después a ella la empiecen a acosar los medios porque la vieron conmigo.

Erik pareció comprender, y se empezó a quitar la camiseta. Charly hizo lo mismo, y ambos empezaron a recibir silvidos.

—Camila va a comer bueno hoy.—dijo Axl burlonamente cuando Charly se quitó la camisa.

Esta vez nadie se rió, notando la molestia en la cara de Charly, quien le tiró la camiseta a su hijo y fue a agarrar del cuello de la camisa a Axl.

—Ey, Axl, no jodás, mijo. Te estás buscando que te meta un puño. Respetá.—advirtió el pelinegro, soltando bruscamente a su amigo—Y es Camille, no Camila.—dió un paso atrás y resopló, llevando los brazos tras su cabeza.

—Ya, Charly, tranquilo. Axl estaba molestando.—Camille se puso en medio de los dos pelinegros y empujó con suavidad a su amigo hacia atrás hasta que quedaron a una buena distancia de los demás, los cuales observaban atentamente la escena como buenos chismosos que eran.

—Cuando yo hago el chistecito, vos hacés un escándalo, y cuando lo hace él, te reís. ¿Qué pasa? ¿Te gusta Axl o qué?—gritó el ojiazul mayor.

—¿Por qué me gritás? Nadie está gritando, Charly. Calmáte.—espetó la rubia tratando de no perder la poca paciencia que tenía.

El hombre simplemente la ignoró y siguió gritando que le dijera si le gustaba Axl. A Camille le parecía una actitud sumamente infantil y estúpida, mientras que los demás estaban muertos de risa.

Texting Charly FlowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora