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Royce acariciaba el cabello de Camille, que estaba recostada en su pecho, mientras la observaba.

—¿Estás bien? Te noto pensativa.—habló finalmente el dominicano, llamando la atención de la rubia.

No podía dejar de pensar en Charly.

No se explicaba porqué había pensado en él justo en ese momento.

—¿Eh? Sí. Estoy bien.—la británica le regaló una sonrisita floja.

—No te lastimé, ¿O sí?—inquirió, preocupado.

—No, para nada. Estoy bien, Geoffrey. Tranquilo. Sólo un poquito cansada.

—Espero que nada más sea eso, no quiero que te arrepientas de lo que pasó.—dejó una suave caricia en el rostro de la chica.

—No me arrepiento de nada, en serio.

—Okay, te creo.—se inclinó un poco para darle un pequeño beso a la ojiazul—You're so pretty.—le dijo en un susurro, sonriendo sobre sus labios.

—And you're too handsome.—Camille también sonrió—¿Tienes la hora?

—Déjame ver.—le dijo y volteó a ver la mesita de noche, en la que estaba su celular, para mirar la hora en este—Nueve y veinte.

La rubia ahogó un grito.

—Hijueputa, me tengo que ir ya.—se levantó del pecho del mayor, apurada.

Se paró de la cama con una sábana envuelta alrededor de su cuerpo, y comenzó a recoger su ropa para empezar a vestirse rápidamente.

—¿Qué? ¿Tan rápido?—Royce también se levantó para vestirse, así que Camille le lanzó la ropa.

—Se supone que iba a grabar con Charly a las nueve, me cogió la tarde.—comentó, comenzando a ponerse los pantalones.

—No sólo la tarde...—el estadounidense rió por lo bajo, y Camille lo miró mal—Ya, perdón. Te acompaño al carro.—ofreció, subiéndose el cierre del pantalón y poniéndose la camisa de vuelta.

Cuando ambos estuvieron vestidos, salieron de la suite y tomaron rumbo hacia donde la rubia había dejado su automóvil.

Royce abrió la puerta del piloto para ella.

—¿Voy muy mal?—preguntó la británica antes de subirse, refiriéndose a su aspecto físico.

—No. Estás preciosa. Aunque un poquito despeinada.—hizo un gesto con su mano y después le acomodó el pelo mientras reía—Así estás perfecta.

—Gracias, Roy.—la rubia subió al vehículo y bajó la ventanilla.

—¿Entonces nos vemos mañana?—cuestionó el más alto, apoyado en el marco de la ventanilla.

—Dale. Te espero.

El cantante juntó sus labios en un fugaz beso.

—Anda, cómete el mundo con esa canción.—le guiñó un ojo, haciendo a Camille sonreír antes de partir.

(...)

—¡Ey! ¿En dónde estabas que no contestás el celular? Te estábamos esperando, princesa. Me tenías preocupado.—el primero en recibirla fue Charly.

—Ya sé, vengo tarde. Qué pena con todos. Discúlpenme, no vuelve a pasar. Se me pasó el tiempo.—se disculpó Camille, sin mirar a su amigo directamente.

Después de lo que le había pasado, no era capaz de mirarlo a la cara.

El pelinegro se acercó y le dió un abrazo, percatándose de que no olía a ella precisamente.

Texting Charly FlowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora