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—¿Estás nervioso?

—La última vez que tuve que darle la cara a la familia de una novia fue hace como veinte años y no me querían mucho.

—Relajáte, ya conocés a varios de los que van a estar.

—¿Como quienes?

—Mi papá, Jack, Martina, Leo, Diego y su familia.

—¿Diego siempre está en las cosas de tu familia?

—Las dos familias son una. Además, Diego es el consentido de mi mamita.

—El corderito siendo el favorito, cuándo no.

—¡Ay, mi amor, es nuestro amigo!

—Sí, yo sé que es nuestro amigo pero es un morrongo —Charly se encogió de hombros.

—Bueno, es verdad que a veces puede ser un poquito solapado pero no es para tanto. Es una buena persona.

—¿Después de lo que te hizo pensás eso?

—Que sea mal novio no quiere decir que sea mala persona. Yo con Diego nunca he tenido problemas aparte de lo que ya sabemos.

—Cada loco con su costal —resopló con pesadez.

—Vos fuiste una porquería de marido con Yeimy y no la veo hablando mal de vos por ahí —se encogió de hombros, y Charly la miró mal—. No me mirés así.

—No me digás esas cosas, entonces.

—Uy, se delicó. Si querés no te digo nada pero tu consciencia sabe que es verdad —la rubia se inclinó en su asiento y le dio un fugaz beso en la mejilla.

—Está bien, princesa. Tenés razón —habló, mirando por el retrovisor para estacionarse.

El ojiazul se desabrochó el cinturón de seguridad y se inclinó para darle un beso antes de agarrar la cajita del regalo y salir del carro para abrirles la puerta a ella y al bebé.

Camille agarró la pañalera de su hijo y se la colgó de un hombro para después tomar en brazos al pequeño.

—Vení, yo te ayudo con eso —ofreció antes de quitarle el gran bolso a su novia para que pudiera cargar con más comodidad al niño.

—Gracias, amor.

—Con gusto, princesa.

Caminaron hacia el interior de la casa, dando con un gran jardín en el que estaban todos reunidos, separados en pequeños grupos.

Pasaron de largo de las personas que no conocían, yendo directo hacia los demás, en donde estaban las personas que Camille quería presentarle a Charly.

—Mami —habló la británica a una mujer rubia que estaba de espaldas, quien volteó de inmediato al reconocer la voz.

—¡Ay, mi amor! —la mujer se llevó la palma de la mano a la boca y se lanzó a abrazar a su hija, teniendo cuidado con el niño en sus brazos.

—Me hiciste mucha falta, mami.

—Como estás de linda, princesa —acarició el cabello de la rubia y bajó su mirada—. ¿Este es mi nieto? —señaló al bebé una vez se separó de la ojiazul, que asintió.

—Te presento a Joaquín —la chica le pasó el pequeño a su mamá, que lo miraba embobada.

—Está muy lindo —la mujer acarició la cabecita de su nieto, sonriente, y levantó la mirada, en dirección a Charly—. Ay, muchacho, hola. Qué pena que no lo saludé.

—Tranquila, mi señora.

—Mucho gusto, Ana Vallejo —se presentó, extendiéndole la mano al pelinegro.

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⏰ Última actualización: Oct 11 ⏰

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Texting Charly FlowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora