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—¡Contále' que te comí toda escuchando Romeo, y que llamaron a la poli porque tenían miedo! ¡Y ni siquiera le repito que la amo, miti-miti, fifty-fifty, vamo' y vamo', sabe que la quiero, cora de gitano, do' beso' en la mejilla y el otro en la mano!—gritaron Jack, Diego y Camille junto a los primos de los tres al ritmo de la música, mientras jugaban en la piscina, siendo observados desde adentro por los más mayores.

Era diciembre treinta y uno, cuando todos vieron que comenzaba a anochecer, la mayoría fueron a bañarse para poderse arreglar con tiempo.

En la piscina sólo quedaron Diego y Camille, los cuales permanecían en un silencio cómodo, mirándose el uno al otro, escuchando la música que salía del parlante.

Ya se les había pasado la rabia que se tenían días atrás, y de hecho, se habían unido más.

Una ráfaga de viento cruzó, haciendo tiritar a Camille, que estaba empapada.

—¿Tenés frío?—el ojiverde rió, acercándose a la más baja, que asintió.

Él comenzó a frotar sus manos por los hombros y brazos de la rubia, consiguiendo calentarla un poco.

Las miradas de ambos se conectaron, y fueron alternando entre los ojos y labios del otro. Cuando Diego se percató de qué hacían, rompió el contacto visual, mirando hacia un lado mientras reía con nerviosismo, y dió un par de pasos atrás.

Aunque él no quería aceptarlo, Charly no era el único que había caído ante Camille.

La chica se acercó nuevamente a él, haciéndolo hablar.

—Cam, es mejor que no sigamos mirándonos así.—bajó su mirada, y volvió a subirla a los segundos.

—¿Así cómo?—cuestionó la rubia, haciéndose la desentendida.

El mayor soltó una risita nasal llena de nervios.

—Así, Cam. Llevamos varios días mirándonos con una intención distinta a la de ser simplemente amigos.—la rubia permaneció callada, invitándolo a seguir hablando—Camille, somos como hermanos.—se excusó.

En realidad, eso a él no le importaba, lo que lo mortificaba era Charly. No podía hacerle eso después de que confió en él y le habló sobre sus sentimientos. No quería perder su amistad.

¿Qué pasaría con su amistad si él llegara a meterse con la ojiazul? ¿Cómo reaccionaría si se enterara de que ellos tienen algo? Probablemente no lo entendería.

—Diegui, ¿A vos en serio te importa eso?—la menor se acercó peligrosamente a él, y posó una de sus manos sobre la cara del mayor, acomodándole un mechón de pelo.

—Sí.—murmuró, casi sin aliento.

—¿Sí?—ahora ambos hablaban con susurros, estaban tan cerca del otro que podían sentir la respiración pausada de cada uno.

—No.—Diego terminó por mandar todo a la mierda, y colocó una mano en el rostro de la rubia, mientras la otra la ponía en su cintura para atraerla hasta él, y finalmente, besarla.

Los labios de ambos ojiclaros se movián con sincronía y rapidez. Poco a poco, fueron introduciendo sus lenguas en la boca del otro, tornando el beso algo feroz. Sólo paraban a tomar aire, y seguían, los dos empezaban a sentir el calor en el ambiente. Cuando Diego sintió que su sangre bajaba, se separó, tomando grandes bocanadas de aire para luego sumergirse por un par de segundos.

—No, no. No es el momento, no es el lugar para hacer eso. Yo no te quiero a vos nada más para un revolcón... ¿Sabés qué? Andáte a bañar, yo voy a hacer lo mismo. Vamos a pensar las cosas, y cuando estés lista, vas a mi cuarto y nos sentamos a hablar, ¿Sí? Necesito aclarar un par de cosas en la cabeza antes de que pase algo más con nosotros.—pidió cabizbajo.

—Bueno, está bien. En un rato voy.—accedió Camille.

Diego la tomó por sorpresa cuando depositó un casto y rápido beso sobre sus labios, para luego salir corriendo hasta su cuarto.

—Dios mío, qué hice. Charly me va a matar.—masculló después de entrar al baño de su habitación, recargado en el lavamanos mientras se miraba al espejo y se revolcaba el cabello con desespero.

Tenía culpa, se sentía un pésimo amigo, pero a la vez estaba contento, y no se arrepentía tanto como se estaba haciendo creer.

Bajó la mirada, y observó cómo romper el beso no le había servido de nada. Había un gran bulto notorio en la pantaloneta mojada que llevaba puesta.

—Camille, por Dios, mirá como me tenés.—se quejó, sintiendo el desespero apoderarse de él.

¿Qué iba a hacer? No sabía, tan sólo se desnudó y se metió a la ducha, allí tendría tiempo para pensar.

Después de una hora, estaba sentado en la cama, aún analizando todo, cuando Camille tocó a la puerta.

—Diego, ¿Puedo entrar?—preguntó desde afuera.

—Sí, Cam.—respondió, agarrando la camisa blanca que había dejado a un lado, para ponérsela—Quedaste muy linda, parecés una muñequita.—el mayor sonrió, dándole un par de palmaditas a la cama para que ella se sentara junto a él.

—Gracias, vos también estás lindo.—le sonrió de vuelta, sentándose a su lado—¿De qué querés hablar?

—Camille, creo que aquí hay algo.—suspiró—Antes de que yo diga cualquier cosa, vos decíme, ¿Qué sentís? Te escucho.

—Bueno... Diegui, yo te quiero, me encantás. Sos un sueño de hombre. No te voy a decir mentiras, me encantaría estar con vos.—la británica lo miró con un destello de esperanza en los ojos.

—Pues, esto que estoy sintiendo por vos, no sé si es reciente, pero apenas lo vine a aceptar. No sé qué vaya a pasar, pero estoy dispuesto a darnos el chance. Podemos darnos la oportunidad de tener algo, ¿Qué decís?

—Que sí, yo también estoy dispuesta a que nos demos la oportunidad.—ambos rieron por lo bajo.

—Listo... pero sí te quiero pedir un favor, Cam.

—Decíme.

—No le contemos a nadie, hasta hace nada, vos y yo éramos casi hermanos. Esperemos un tiempito y después les contamos a todos, ¿Sí?—tomó las manos de la chica entre las suyas, y las acarició con los pulgares.

—Está bien, así va a ser... ¿Ni siquiera a Charly le puedo contar?—Diego se ahogó con saliva cuando escuchó eso.

—Cam, no. A nadie, por favor.—pidió nuevamente.

—Bueno, a nadie, pues.—terminó por aceptar.

—Y otra cosita... ¿Nos podemos tutear?—preguntó él en voz baja.

—Sí, Diegui.—Camille accedió, haciendo que el mayor mostrara una sonrisita.

La rubia le dió un besito, y se separó de él, sin poner mucha distancia.

—¿Entonces somos novios?—inquirió la rubia.

Diego lo pensó por un par de segundos, y habló.

—Sí, supongo que somos novios.—sonrió, lanzándose a besarla.

Por el momento, todo estaba bien, sólo eran ellos dos y estaban felices.

Iba a ser un buen comienzo de año para ambos.

☆☆☆

SI NO HACÍA ESTO, NO ME PODÍA MORIR EN PAZ, PERDÓN PERO LOS AMO JUNTOS

Les doy permiso para que me peguen, si quieren

Y no se preocupen, cada vez falta menos para lo que todos esperan jjajdhsj

No les voy a decir que ojalá les haya gustado, porque estoy segura de que me quieren matar y porque la verdad está medio malo JAJHSHSHAJA nospi, los amo

Texting Charly FlowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora